La nueva novela de Joe Hill, NOS4A2, una sigla que es tanto número de patente como versión fonética de la palabra “nosferatu”, mezcla el vampirisimo más monstruoso con el terror de carretera. Y resulta divertida pero también angustiante, de ritmo incansable y personajes armados con pulso de maestro.
› Por Rodrigo Fresán
“A veces decía que conocía a un hombre malvado que se llamaba Charlie Manx y que si no se le obedecía llamaría a ese individuo que vendría con su coche de lujo y me llevaría a un sitio para niños malos”, recuerda Danny Torrance que le contaba su protector, el alguna vez cocinero del embrujado hotel Overlook Dick Halloran, en Doctor Sueño, continuación de El resplandor, obra maestra indiscutible de Stephen King.
Y –sépanlo– Charles Talent Manx III es el sobrenatural malo malísimo de NOS4A2 tercera novela de Joe Hill.
“Charlie Manx es el Drácula de la autopista norteamericana. Un tipo horrible. Un monstruo en toda regla. Y es que a mí me decepcionan taaaaaanto la mayoría de las novelas de vampiros de la actualidad. Yo no creo que los vampiros sean sexy del mismo modo en que las sanguijuelas no son sexy”, explicó su orgulloso creador en una entrevista (y es que ya no es tan sencillo inventarse una criatura horrible y original y propia).
Y de acuerdo: los vampiros de los últimos tiempos –por descortesía de True Blood y Crepúsculo y sus derivados– venían mordiendo poco y mal. Aquí y ahora, por suerte, Joe Hill –junto a la veterana Joyce Carol Oates de The Accursed y la debutante Lauren Owen con su muy promocionado The Quick y a ver qué pasa con el inminente retorno de Lestat en la próxima novela de Anne Rice– vuelve a poner las cosas en su sitio.
Joe Hill (Maine, 1972) es y fue por un tiempo la máscara tras la que se escondió –por razones obvias y para no imponerse por prepotencia y comodidad de apellido– un tal Joseph Hillstrom King, hijo del terrorista de terroristas King Stephen.
Y Hill –quien ganó varios premios de prestigio– se salió con la suya hasta que la revista Variety reveló su verdadera identidad. Lo mismo le sucedió –décadas atrás– a King padre con Richard Bachman, muerto por “cáncer del seudónimo”.
Y así todo queda en familia y NOS4A2 es una novela que nos resulta “familiar” en el mejor sentido del término y del sentimiento.
Porque NOS4A2 (sigla de placa de Rolls Royce Silver Wraith cuya fonética suena a Nosferatu) es –luego de los relatos de Fantasmas y las novelas El traje del muerto y Cuernos– la prueba definitiva e incontestable de que el Rey King puede quedarse tranquilo. La línea sucesora como soberano del terror (otro hijo suyo, Owen, se ha inclinado por la narrativa más realista y cercana a las sagas con familia disfuncional à la John Irving, muy recomendable su Double Feature) está más que asegurada. Así, NOS4A2 –bestseller del New York Times y seleccionada por la revista Time como uno de los diez mejores libros del 2013– recuerda a una de aquellas grandes novelas del King más temprano y vigoroso, desbordando de guiños para connoisseurs y alusiones para fans a Apocalipsis/La Danza de la muerte, Eso, Cadena perpetua y la saga de La torre oscura de Papi, a la vez que reincide en uno de sus rasgos más reconocibles: el terror automotriz. Como en el relato “Camiones” o como en ese camión de Cementerio de animales, como los autos locos de Christine, Buick 8: un coche perverso o de la recién aparecida Mr. Mercedes, Hill suplanta a su padre al volante y sienta allí al perverso y monstruoso Manx. Un ente vampírico de ciento cuarenta años de edad que secuestra niños y –para nutrirse de y con ellos, como una especie de siniestra cruza entre Peter Pan y Freddie Krueger– se los lleva a disfrutar de la más muerte en suspenso que vida eterna en una tierra sepulcral donde todo el año es Navidad.
A él (y a su infame y tóxico ayudante Bing Partridge, el Renfield de la cuestión) se enfrentarán una mujer llamada Victoria “Vic” McQueen con la habilidad para atravesar dimensiones montando bicicleta o motocicleta, una bibliotecaria de nombre Maggie con el don de usar las letras del Scrabble como tablero Ouija, y Louis “Lou” Carmody (imposible no imaginarlo con el cuerpo y rostro del comediante Seth Rogen) para rescatar al pequeño Wayne, hijo de Vic y Lou. Hasta entonces (hasta una de esos literalmente explosivos clímax marca King en el que chocan de frente el Bien y el Mal y que, digámoslo, aquí se nos presenta con más gracia y mejor tempo que el de Doctor Sueño) un sinfín de aceleradas de vértigo, curvas peligrosas, paradas intempestivas y cruces de caminos donde, sí, siempre espera el Diablo (o, lo que es peor, Charlie Manx) para hacernos una oferta que no podremos rechazar. O sí. Pero a él no le importa y siempre hará y nos hará lo que mejor le parezca a él y peor nos resulte a nosotros. Lo que no quita, claro, que NOS4A2 sea una novela endemoniadamente divertida y en cuyas calles conviene mirar a ambos lados y arriba y abajo antes de cruzar leyendo y, por supuesto, ser felizmente atropellados por un desenfrenado Charlie Manx al volante, a toda velocidad, saltándose las luces de todos los semáforos, mientras se aleja, gritándonos que la culpa de lo sucedido siempre fue y es y será siempre nuestra.
Pero la culpa aquí es de Joe Hill.
Y, también, de Stephen King.
Muchas gracias a ambos y, por supuesto, no se les restará punto alguno en sus carnets de conducir.
Todo lo contrario.
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