Dom 17.07.2016
libros

QUE NO NOS CIERREN EL BAR

Manhasset es un suburbio campestre de ocho mil habitantes situado a veintisiete kilómetros de Manhattan, famoso por haber sido el escenario ficcional de El gran Gatsby al que Scott Fitzgerald llamó East Egg. Pero también hay otros datos curiosos y son los que vinculan a Manhasset con el alcohol. Reconocido por tener la mayor licorería del estado de Nueva York y un trago con su nombre: el Manhasset, se prepara con cuatro partes de whisky, una de vermouth y una cucharada de limón.

Lo cierto es que una de las calles principales de Manhasset está ocupada solo por bares. A dos cuadras de uno de uno de ellos, llamado en un principio Dickens, más tarde Publicans, se crió J.R. Moehringer y al cual convirtió en su “bar de las grandes esperanzas”. La publicación de The tender bar, las memorias de Moehringer en 2005, resultó un éxito en ventas y uno de los 100 libros más notables según el The New York Times. Desde entonces el bar comenzó a ser visitado como un punto turístico literario. En internet pueden verse fotos de los lectores sosteniendo el libro dentro del lugar al que se lo ve tal como se lo describe en las sucesivas apariciones dentro del libro: la hilera de taburetes altos frente a la barra, los televisores colgando detrás, los detalles en dorado, la característica pared de ladrillo y la cabina telefónica. Algunos de los post hasta reproducen charlas con los mozos en busca de datos sobre las anécdotas del libro o con la intención de encontrar alguno de los personajes que aún viven en Manhasset y frecuentan el bar. “Fui a la escuela secundaria con el autor”, dice alguien. “Muchos de esos chicos que aparecen en el libro siguen viniendo aquí pero el bar ya no es lo que era antes”. “Este lugar cierra a la una o dos de la madrugada pero en los viejos tiempos, nunca cerraba”.

Según sus memorias, JR ingresa por fin a ese bar (que funcionaba tanto de día como de noche y del que tanto se hablaba en su casa) a los ocho años, un día cualquiera en que su abuela lo manda a llevar un paquete de cigarrillos a su tío Charlie, que trabajaba allí como encargado. “Al llegar al bar me detuve. Con la mano en el tirador, notaba que el corazón se me aceleraba, y no sabía por qué. Me sentía atraído por el bar, pero la atracción era tan poderosa, tan irresistible, que pensaba que tal vez fuera peligroso, como el mar. “Así debe ser una corriente”. Aspiré hondo, abrí la puerta y me metí dentro. Oí el portazo tras de mí, y la oscuridad me rodeó. Un zaguán. Delante de mí había una segunda puerta. Tiré del pomo y las bisagras oxidadas chirriaron. Di un paso al frente y me encontré en una cueva alargada y estrecha. Mientras me acostumbraba la vista a la penumbra me fijé en que el aire era, en realidad, de un hermoso amarillo pálido, aunque allí no hubiera ni lámparas ni ninguna otra fuente de luz. El aire era del color de la cerveza, y olía a cerveza, y la respiración me sabía a cerveza: malteada, espumosa, densa. Abriéndose paso entre el olor a cerveza surgía otro, a descomposición, un poco a podrido, aunque no era desagradable y se parecía más a un bosque antiguo donde las hojas muertas y el moho renuevan tu fe en el ciclo interminable de la vida”.

Wikipedia dice que el bar “de las memorias de JR Moehringer” fue construido en 1948, llamado Dickens y más tarde Publicans hasta que en los 90 cambia de dueño –Gene Steinbach– que lo rebautiza como Edison´s y lo trabaja más como bar de día o hamburguesería.

“El Publicans era un libro. Al pasar la puerta uno tenía siempre la sensación de acceder a una obra de ficción a medio crear”, dice Moehringer que desde pequeño llevó un registro de anécdotas que escuchaba o sucedían ahí dentro. Sobre el del destino del bar hoy, responde: “Durante estos últimos años estuvo funcionando con otros dueños y otro nombre, aunque los asientos y el bar y aquel viejo piso de madera están iguales. Me han dicho que los dueños han sido como peregrinos deseando poder conectarse con el libro. Pero tristemente, el mes pasado, el bar cerró de repente. Desapareció. Hay esperanzas de que reabrirá con nuevos dueños. Pero hasta ahora eso es todo lo que hay. Esperanza”.

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