NOTA DE TAPA
A cinco años de la crisis que para la disciplina fue sinónimo de oportunidad, un repaso por quienes poblaron nuestras páginas. Buenos ejemplos de cruces e intercambios por un diseño más real, argentino y latinoamericano.
› Por Luján Cambariere
Difíciles los balances, sobre todo cuando ahondando más en la disciplina se van descubriendo mundos aún inexplorados. Hoy en diseño es imposible generalizar. Fuera de lo que se ve en la superficie o de algunas cifras que empujaron a Buenos Aires en su designación por la Unesco como Ciudad de Diseño (industrias y servicios vinculados al diseño aportan el 17 por ciento del PBG y el 16 del empleo a las industrias culturales y se calcula en más de 14.000 los estudiantes de carreras afines), infinitas individualidades van nombrando e intentando colar la disciplina en los ámbitos más diversos. Muchos de ellos, de forma silenciosa, en el interior del país, donde la disciplina tiene menos glamour pero es más contundente. Por eso lo más justo para hablar de balance es aclarar este repaso por quienes poblaron el M2 este año, personajes que se alinean en las filas del diseño nacional y latinoamericano. Un diseño preocupado por el medio ambiente, más democrático, que involucra a otros actores sociales y al entorno, o sea el que mejor nos calza. Sobre todo, a cinco años de la hecatombe 2001, que representó una oportunidad para demostrar que el diseño puede ser un ámbito donde inclusión social, gobernabilidad, respeto por el medio ambiente y comercio justo se pueden dar.
Así el M2 arrancó en enero con la muestra conceptual Sin Visa, con la que el diseñador industrial Darío Papagno hacía reflexionar poniendo el dedo en la desigualdad y la indiferencia. Carritos de cartoneros hechos con rastis, pistolas-limpiaparabrisas y un pegamento para “volar” de otro modo. Objetos para denunciar y proponer un mundo diferente. Aunque también hubo dispositivos para cartoneros (los invisibles o demonizados de siempre) en versión real con todo tipo de debates sobre el “diseño para la pobreza” adjuntos. En el marco del Taller de Diseño Industrial IV B de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata capitaneado por Eduardo Simonetti y su troupe –Adalberto Padrón, Roxana Garbarini, Leandro Vivas, Elsa Ferrari– se presentaron en diciembre diez productos y dispositivos correspondientes al proyecto Diseño para la Demanda Social: Recursos para Recuperadores que hicieron para la Cooperativa de Recolectores Nuevo Rumbo. Carros, indumentaria, bateas de limpieza y recuperación de envases retornables muy celebrados por una población llena de carencias. Y fueron tres argentinos –Marco Praga, Sebastián Marsiglia y Víctor Michina Komatsu– quienes promediando el año ganaron el concurso Shelter in a cart de Designboom. Su Changador fue seleccionado entre 4247 propuestas de todo el mundo.
Sin dudas, otro de nuestros frentes. Porque trabajan de norte a sur con esfuerzo, sin vedettismos, construyendo identidad genuina. Justamente este año, desde el extremo norte, los jujeños de Usos Muebles Contemporáneos llegaron a Puro Diseño (que tuvo poco de eso, diseño) con la línea Charmiri. Uniendo Oriente y Occidente (algo que ellos allí vivencian a cada paso) mostraron altas dosis de color y osadía. Celebramos su propuesta constante y por supuesto el producto (bella la mesa Tinku, que se sostiene casi en el aire mediante patas que terminan en pompones de madera de tipa en alusión al baile festivo de origen boliviano donde los pompones rígidos forrados en alambre y la fuerza de los hombres hacen vibrar la tierra). Pero también hubo propuestas del centro y del sur. Bellos los objetos y muebles del litoral de De Alla Ité en algarrobo y tiento trenzado, las luminarias de los Ego Design que desde su Córdoba natal exportan al mundo entero y este año llegaron de forma masiva al mercado brasileño o los que se dedican a un design más social como Nuestro Monte, con trabajos con comunidades de artesanos. Mucho rosarino talentoso como Leo Battistelli con su vajilla que es obra de arte, Tribalia Eco Design que vende sus bellas alfombras a Milán y empresas familiares –Forcén, La Pasionaria– o colectivos como los Area de 6. De Bariloche, Designo recaló en Design Connection con un sus preciosas lámparas de alerce y un sillón de lana, entre otros, y Cristian Mohamed de Córdoba con el banco premiado en Fedema. Mientras que los mendocinos de Edcontemporáneo cerraron el año con una megamuestra en su querida ciudad. Y ni hablar de las chicas poderosas del design, como Alejandra Rumich, que se pone al hombro el diseño en Formosa, Elizabeth Arn en el polo mueblero de Esperanza, Santa Fe, y Mara Trumpler en Misiones.
Un binomio que promete. Uniendo la técnica y materiales de unos con la cultura proyectual de otros. Dialogando, intercambiando, aprendiendo. Nuestras primeras páginas tuvieron en ellas a un referente en la materia: Delia Berú, diseñadora argentina exiliada en San Pablo, directora de Casa 21, promoviendo una unión que dio bellos frutos como la mesa con centro de mandala artesanal de Claudia Moreira Salles y la luminaria de pared hecha con cestas de Guinter Parschalk, para Artesanato Solidario Artesol, ong que involucra a más de 4 mil artesanos de las zonas más pobres de Brasil. También hubo otros referentes latinos como Ona, de la antropóloga chilena Macarena Peña, y la impactante Artesanías de Colombia, dos ejemplos a imitar.
El gigante autogestionado Durax, que después de mil penurias volvió a lanzar el clásico y hoy intenta sumar nuevos diseños. Otros dos diseñadores argentinos –los platenses Martín Favre y Néstor Bertotto– se alzaron, con su silla Cruz Latina (ensamblada con un solo tornillo que viaja en una caja pequeña, ideal para exportar), con el Gran Premio del Salón de Diseño Movelsul. Eventos hubo muchos. En los claustros, para destacar el capitaneado por la profesora y diseñadora industrial Beatriz Galán: las jornadas de investigación Diseño para el Desarrollo Local, que reunieron a algunos de los que están intentando diálogos fructíferos con artesanos, organizaciones de la sociedad civil y microemprendedores. Ese suplemento lo abrimos con un Guggenheim a nuestra medida: la casa en Bariloche de Manuel Rapoport hecha con revestimientos de latas de tomate. Muestras también hubo para todos los gustos. Cerró el calendario Design Connection, que, organizado por Satori, tuvo el primer workshop de diseño que unió pensamiento y experimentación en un trabajo colectivo hablando de los vínculos y el amor. Del ámbito internacional, elegimos el humor: dos españoles, Ramón Ubeda con su Sex Design y Juli Capella con su Cocos, Copias y coincidencias. Por este último nos enteramos de que existe un blog que delata a copiones locales, del cual nos reservamos el nombre del autor, pero invitamos a visitar (chorizodesign.blogspot.com). Y por supuesto, la creatividad de muchos en pos de diseñar nuevos y mejores productos para facilitarnos el cotidiano. Hubo mates (Pulso Productos, Minimademalis, Nobrand), vajilla gourmet (Ají Diseño) y hasta mascotas design (Vacavaliente), entre muchos otros.
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