Una muestra en el Museo Nacional de Brasilia pone el ojo en las viviendas que pasan y que se mueven, pensadas tanto desde la arquitectura como desde el arte y el diseño.
› Por Luján Cambariere
Si existe un “don de habitar”, de procurarse un espacio que sea una casa y mejor aún un hogar, no hay duda de que tiene que ver con cuestiones propias y ajenas. Aunque el “don de mirar” debiera ser condición sine qua non de diseñadores, arquitectos y artistas. Entre estas dos variables, una realidad puede visibilizarse. Una cuestión nada menor frente a los marginados, ignorados, descartados, producto de esta modernidad líquida que tan bien se ha ocupado en documentar el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.
Así lo cree el arquitecto y curador Nicola Goretti, siempre preocupado y –-lo que es mejor– ocupado en poner estas cuestiones en debate a través del diseño y el arte. Es así que si hace menos de dos años invitaba desde su Safety Nest a repensar el tema de la seguridad, hoy desde Brasilia convoca a once diseñadores y artistas a imaginar once maneras posibles de convivencia, de habitar la actualidad. ¿El resultado? Moradas Transitorias, Sobre las ciudades invisibles, o cómo estar solos, acompañados. Una muestra que apunta a evidenciar la realidad, para intentar ser menos miserables. Y que además, a través de bellas metáforas, profundiza en las fronteras de ese hábito que es hábitat o del cuerpo como primera y única casa. “Obras que cuentan parte de nuestra realidad, anticipando un futuro globalizado formado por ghettos protegidos y espacios sin control. Las moradas transitorias seguirán ocupando los intersticios del tejido urbano, seguirán fundando sectores de ciudades y definiendo nuevas maneras de vivir, porque en realidad son prolongaciones de nosotros mismos, de nuestros cuerpos y de nuestros pensamientos”, adelanta Goretti sobre estas propuestas que se presentan hasta el 11 de febrero en el Museo Nacional da Republica en Brasilia. “Bauman define el fenómeno del hábitat transitorio como el verdadero generador de las ciudades del futuro. Agrega, en tono optimista, que el único modo que tendremos para compartir nuestros espacios íntimos –aquellos referidos al afecto y al amor– será construyendo los espacios cotidianos de convivencia y de protección, aunque transitorios y vulnerables”, retoma Goretti. Así hoy, para Goretti, los temas referidos a la casa se vuelven base para innumerables estudios y necesarias reflexiones. “Casa, nido, cueva, como identificación material y simbólica de las especies vivas, microarquitecturas como refugios de primaria intensidad, asilos para seres que se comunican con códigos mutantes y los nuevos órdenes familiares organizados por fuera de las relaciones formales de parentesco. Estas son algunas de las cuestiones que la muestra pretende indagar. Huir del mundo prevalentemente arquitectónico y tecnológico para adentrarnos en la construcción artesanal y mecánica, en los universos de los desechos y de los subproductos industriales que la sociedad moderna crea y destruye. Pensar arquitecturas orgánicas, mutantes, flexibles y lógicas que permitan la movilidad migratoria de las personas y la incorporación de sus refugios dentro del tejido polimorfo de las ciudades, invadiendo y transformando los espacios de coexistencia”, detalla.
Por un lado la ciudad visible y ostentosa. Esa de las torres (y aquí podríamos sumar los barrios privados). Por otro, la invisible, transitoria y ambulante, un territorio impregnado de nuevas y pequeñas arquitecturas superpuestas, desparramadas en los espacios libres que la ciudad habilita, por obligación y por distracción. Mientras Goretti sigue a la carga: “Lo cierto es que, apoyados en procesos de negación recurrente, no conseguimos retener en nuestras retinas esta realidad en transformación, percibiéndola únicamente de manera lateral e incompleta, como la visión distorsionada que provoca el uso de orejeras en los animales de carga”, remata desde una muestra que intenta lo contrario: ayudarnos a posar la mirada. De algún modo, prestarnos el don de mirar.
Así, entre otros, el mexicano Emiliano Godoy proyecta Dirigible, una serie de triángulos de madera encadenados por lazos de cuerdas que conforman un espacio suspendido. Una casa a lo Tarzán, pero moderna y poliédrica, colgada en algún lugar que podría ser natural o artificial. De Argentina, Nora Correas lleva la condición del habitante “sin techo” a través de imágenes que reflexionan sobre la población desplazada y sin derechos. Sin Destino muestra la conexión entre el poder económico, la violencia de la pobreza y el nomadismo. Seis balsas cruzan un mar color marrón. Sobre ellas, 6 sobrevivientes. Los sacos, estampados con imágenes de monedas y billetes de varios de los países de origen o destino, enmarcan la tragedia. Navegan sin puerto seguro. Mientras que los arquitectos Gustavo Diéguez y Lucas Gilardi, del estudio a77, presentan Plug Out Unit Brasil, una unidad habitable, reversible y cambiante a través del empleo de materiales en desuso. Habitáculos para vivir, cuartos de dormir que se convierten en cocinas y salas según el desplazamiento simple de algunas piezas y mecanismos.
De Brasil, los brillantes Jum Nakao y Pop Carvalho traducen un mundo imaginario de posibles costuras, dando forma a objetos y guaridas para el cuerpo. “Sus retazos de tejidos coloridos dan cuenta de este proceder, una operación similar a la del pensamiento y las ideas, a los olvidos y los reencuentros. Se corta, se une y se desune, se cose y se descose. Paisagem urbana 1 es su carroza para juntar basura, un traje envolvente, una capucha gigante que esconde y lleva lo que encuentra en el camino, como los recuerdos y los pensamientos”, resume Goretti. Mientras que la genial Mana Bernardes repite insistentemente la silueta humana, en escalas reducidas, a través del uso del papel. 36 pares de siluetas (cuerpo lleno, cuerpo vacío) se reproducen en su obra No papel nâo caberia o que no corpo já nâo cabia, na poesia caberá, formulando la idea de que el cuerpo es, en realidad, nuestra morada, un espacio poético en construcción permanente. Mientras que la pareja formada por Lucy y Jorge Orta presenta su Urban Life Guard - Ambulatory Sleeper, Connector Mobile Village I y Body Architecture - Foyer D. Indumentaria ambulantes para el hábitad errático, armaduras leves que funcionan como un Survival Kit, adheridas al cuerpo como una segunda piel. Siendo el cuerpo humano el verdadero “blanco” en cada combate, será el primero en ser defendido y preservado. Por eso la palabra que está impresa sobre la superficie del tejido es el elemento de nexo, de comunicación directa, similar a los tatuajes. “Son palabras de protesta y de reivindicación que superan la simple condición de enunciado para convertirse en manifiesto. Vistiéndolos, hombres sin techo ni morada perderán su infame condición de ‘inexistencia’ que la sociedad les otorga, volviéndolos más visibles y menos transparentes”, remata Goretti.
* Hasta el 11 de febrero en el Museo Nacional da Republica, Brasilia. [email protected]
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