NOTA DE TAPA
El Simposio Internacional Raíz Diseño en Temuco, Chile, fue un buen cierre del año para quienes creen en el diseño como herramienta para establecer relaciones más justas de este lado del planeta.
› Por Luján Cambariere
Podría haber sido cualquier otro, pero con la arbitrariedad que impone la propia mirada, elegimos reemplazar el balance del año en diseño por el relato de un encuentro que tuvo lugar en Temuco, capital de la Araucania, los últimos días del mes de noviembre.
Varios son los motivos. El haberse llevado a cabo en un sitio bien austral, hogar del pueblo mapuche, periferia de la periferia. El haber reunido a los bichos raros de la disciplina (esos de los que damos cuenta en estas páginas que se ocupan de ligarla a otros actores sociales, enclaves y saberes como la artesanía). El haber tenido una lógica –Sur-Sur– poniendo en diálogo (palabra clave en las propias experiencias) a los líderes de estos proyectos latinoamericanos (prácticas que hacen del diseño un motor del desarrollo en Brasil, Bolivia, Chile, Colombia y Argentina) con sus posibles interlocutores –gestores ligados a los campos de la política, economía, acción social y cultura, agentes comunitarios, profesionales, sector académico y comunidades de artesanos– también locales. Por último, y de nuevo a modo personal, porque no hay nada mejor que cerrar el año de un modo esperanzador. Hablando de los que con errores y virtudes utilizan una herramienta como el diseño para proyectar un mundo más justo, la gran meta, al sur el mundo.
“Como habitantes de América latina sabemos que el futuro de nuestras comunidades está intrínsecamente ligado a las posibilidades de acceso a la salud, vivienda y educación. A nivel macroeconómico, la innovación influye en la tasa de crecimiento de un país, lo cual puede acelerar el acceso de amplias capas de la población. Y al hablar de innovación debemos hablar de diseño, uno de sus frentes fundamentales. El diseño es una herramienta para la toma de decisiones, considerada como primordial por parte de numerosas instituciones públicas y privadas con proyectos exitosos y de impacto efectivo”, sostuvo Laura Novik, directora del Simposio Raíz Diseño, organizado con el apoyo de Inacap Temuco, Universidad Católica de Temuco y la Fundación Ona Chile, en esta línea de pensamiento.
Con él arrancó Novik el simposio. En principio, trayendo al presente el caso de tres diseñadoras emblemáticas para Latinoamérica –la cubana Clara Porset Dumas, Fridl Loos (nacida en Viena pero radicada en la Argentina) y Lina Bo Bardi (nacida en Roma aunque brasilera por adopción)–. No fue azarosa la elección, ya que fundamentalmente con ellas, mujeres de fuerte compromiso social, de esas que no paran de hacer, que es otro modo de parir, seguiría y se sostendría el encuentro.
De Brasil, un trío de esos que dejan huella. Hablamos de la gaúcha Heloísa Crocco, quien abrió el primer día del simposio con una de las experiencias del Laboratorio Piracema. Se trató de la vivencia con los indios Pataxós de Bahía. Detallando su trabajo interdisciplinario y el paso a paso de la intervención, abrió caminos y modos posibles que en este caso en particular pasaron por no intervenir casi el producto (bellos accesorios confeccionados con todo tipo de semillas) sino por organizar, optimizar la calidad de la materia prima, crear un certificado de origen y una comunicación visual que mejorara la comercialización y el acceso al mercado de esta comunidad. “Un buen ejemplo de design total”, diría Crocco, la impulsora de una de las más bellas metáforas escuchadas en el encuentro: “Estas experiencias imponen lavarse los ojos para ver mejor o cerrarlos para volver a mirar, reconocer al otro y su lugar”.
Después fue el turno de Helena Sampaio, coordinadora ejecutiva de Artesol (Artesanato Solidario Brasilero). Programa modelo en la generación de trabajo e ingresos para poblaciones con bajo IDH a través de la revitalización de la artesanía de tradición (actualmente con 90 proyectos en 17 estados brasileros que involucran a 4000 artesanos y sus familias). Antropóloga y master en Ciencias Sociales, se explayó en la estrategia de la organización que pasa por “intervenir sin herir”, aclarando en primera instancia que pensar el producto artesanal ya es en sí mismo un proceso artesanal. Así comenzó su charla, remarcando tres aspectos de la cultura –como modo de vida, consumo y como recurso–. Y desde ahí fue desglosando los diálogos, trocas al decir brasilero, que promueven. Primero entre los propios artesanos, de los más viejos con los más jóvenes para estimular el cooperativismo y el trabajo colectivo. “La artesanía de tradición pasa de generación en generación, con patrones estéticos propios que son transmitidos de padres a hijos, relación de género con base en valores. Es la reproducción de la vida”, detalló. Después entre los artesanos y su producto para la formación de precios, significados presentes en la producción, autoestima, pertenencia. “Es fundamental que los productos lleguen al mercado con precios que garanticen la sustentabilidad. No podemos permitir que en nombre del preservacionismo acepten condiciones de vida injustas”, suma. ¿Palabra clave? “Respeto. Por el individuo, su comunidad, su cultura”, remarcó Sampaio para después sí, ahondar en los posibles peligros y equívocos de estas experiencias. “No se debe adecuar, sin más, la artesanía a la demanda del mercado.” Sirviéndose de Baudrillard, explicó que así se corre el riesgo de una “obsolescencia programada”. Y por si faltaban, recurrió a otra mujer emblemática del quehacer proyectual brasilero, Jannette Costa, con una frase tan real como graciosa: “Mau gosto e o gosto dos outros” (el mal gusto es el gusto de los otros). Para introducir lo que ella define como “el nuevo colonialismo”, otro de los peligros que se corre cuando el respeto no está en la génesis de estos proyectos. “Más vale sensibilizar al mercado para que consuma productos culturales. Y así, de paso, alcanzar la meta más importante: usar la cultura como recurso para un mundo más justo. Cumplir el desafío de transformar el patrimonio inmaterial en desarrollo local sostenible. Porque, como diría Octavio Paz, en la artesanía late el pulso de la vida.”
Por último, el segundo día del simposio arrancó con la tercera maestra brasilera. La querida Adelia Borges, pionera en la promoción de esta disciplina, primero desde el periodismo y luego desde los museos. Ella también fue contundente: “Durante muchos años padecimos de tortícolis intelectual. Siempre mirando hacia fuera para encontrar el rumbo. Hoy las direcciones de los flujos culturales se están diversificando y volviendo más complejas. El centro mira a la periferia. Y por eso hay que ir generando ambiente. No basta hacer. Hay que crear un sistema para incentivar –marketing, comunicación–”, detallaba. Y de esto ella puede dar cuenta con su propio ejemplo. Cuando hace varios años decidió ir a tocar las puertas de uno de los diarios más importantes brasileños –La Gaceta Mercantil– porque entendía la necesidad de hablar extramuros, tener peso. Y ni hablar cuando le tocó ser directora del Museo de la Casa Brasilera, al que convirtió en referente de la disciplina en San Pablo, cambiando el texto como medio por las exposiciones de diseño. Desandando tantas muestras de las que fue artífice, llegó el turno de Bancos Indígenas, entre la función y el rito (2006) y con ella nos regaló otra enseñanza fundamental a este lado del planeta: “La forma no sigue la función, sino la emoción. Comunica una cosmovisión. Por eso pienso que ésta es una gran oportunidad para Latinoamérica. El mercado necesita expresar otras voces. Y nuestra misión es hacer que sean oídas. El potencial transformador de la visibilidad es la autoestima”, aclaraba, mientras el público se quedaba con ganas de más. “¿Cómo se logra aprovechar esta oportunidad?”, preguntaron muchos. “No presentándonos como ellos quieren. Brasileño igual sensual, alegre, con poca ropa. Sino siendo nosotros mismos. Como países colonizados hemos tenido durante mucho tiempo vergüenza de nuestros problemas. De la falta de educación, de la pobreza. Hoy es tiempo de ser nosotros mismos”, remataba.
Enseguida, fue el turno de otras mujeres. Todas compartieron sus enseñanzas y riquezas con esa virtud tan femenina de mostrar sin pudor el revés de la trama. Aciertos y errores, generalmente de los que más se aprende. Imposible entonces explayarse sobre tantas prácticas, aunque sí intentaremos hacerlo en próximos suplementos. De Chile, tuvieron la palabra las líderes de varios excelentes proyectos cruzados por los mismos signos –pasión, sensibilidad y entrega–. La dulce Maricarmen Oyarzún, fundadora de Araucania Textil, y la apasionada Pamela Ríos, directora de la Fundación Chol Chol, quienes a través de la innovación en textilería tradicional mapuche fortalecen nuevas redes sociales en el marco del comercio justo. Y la Maca Peña, un volcán en erupción como los que ostenta la zona. Historiadora y empresaria, emblemático ejemplo de marketing y comercialización (talón de Aquiles de estas experiencias) desde Ona. Más que tienda especializada en artesanía contemporánea andina, un proyecto integral de innovación y rescate de lo nuestro, que como novedad presentó el nuevo segmento gourmet con identidad con el que apuesta a valorizar el sabor de los ingredientes regionales. Una perlita como todo lo que hace. “Hemos emprendido una nueva aventura, la de la artesanía culinaria: 100% natural, 100% hecho a mano y 100% de origen. Queremos disfrutar de lo propio, rescatar recetas perdidas y difundir nuestros sabores locales”, detalla quien desde el respeto por las materialidades, sus autores e historias, apela también a la sustentabilidad. “Nuestra misión se encamina a que a la artesanía se le reconozca todo el valor que le subyace y que los artesanos, como maestros que son, puedan percibir tal reconocimiento”, sentenciaba.
De Argentina, tuvieron la palabra la diseñadora industrial Beatriz Galán, secretaria de Investigaciones de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, desde su amplísima experiencia frente a la RED Investigación Acción con el foco en comunidades emergentes. La diseñadora textil Fabiola Arballo de Chubut, actual líder de proyectos de difusión del diseño en el marco de la economía social y quien fuera coordinadora de la Célula de Diseño de Trelew. Y la diseñadora de indumentaria Marcela Melaragno, perteneciente al Sub Programa Cadena de Valor del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, al frente del diseño para microcadenas productivas. Fábricas a cielo abierto como la de la experiencia cordobesa De Manos y de Palabra.
De Bolivia llegó en realidad una encantadora italiana, Claudia Ranaboldo, aunque radicada desde joven en La Paz. Investigadora de Rimisp, Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, con amplia experiencia en cuestiones de territorio e identidad. Mientras que de Colombia dio el presente María Toquica, coordinadora del Programa Acunar de la Universidad Nacional de Colombia, con originales proyectos que atienden la realidad local como Laboratorios de Paz o Guacamayas móvil. Experiencias que rescatan oficios en contextos urbanos o con colectivos desplazados por la guerrilla. “Pensar antes de meterse en el origen de los productos. Cuidar la tensión entre tradición e innovación. Y una regla de oro más: estar con ojos, oídos y corazón abiertos para propiciar un trabajo participativo donde el diseñador actúa como un facilitador”, fueron algunos de sus consejos.
Vale decir que los varones también fueron inspiradores. Como el diseñador industrial colombiano Gabriel Sierra, esos profesionales que para los artistas son diseñadores y para los diseñadores, artistas. Y desde ese limbo, prestándonos su mirada, emociona. Alex Blanch, siempre ameno y divertido, mostrando buenas prácticas de diseño que mejoran la vida de la gente. El socio de Toquita, el diseñador industrial Eduardo Naranjo Castillo, director de Acunar. Además de muchos docentes de las universidades chilenas que trabajan desde hace tiempo por la disciplina, como José Korn, asesor de Diseño de Inacap, Mirna Paola Araya Silva, secretaria académica de Escuela de Diseño de la UC, y Galvarino Narváez Valdés, docente e investigador de la carrera Diseño de Productos de la UC. Así como el simpatiquísimo Jerónimo Molina Avila, director regional de Sercotec, uno de los que más celebró estar entre tanta mujer. “Por primera vez hemos logrado reunir en un mismo lugar a las personas que lideran proyectos ligados a comunidades emergentes, experiencias lejanas, inconexas, hermanas ideológicamente, afines, parecidas pero diferentes. Además concretamos objetivos: impulsando a nuevos proyectos en la región de la Araucania, lanzamos la piedra para el siguiente simposio en Bogotá en 2008 y conseguimos los apoyos para el siguiente evento en Temuco 2008 que trabajará en torno de la relación entre economía-ecología-iconomía (riqueza de los iconos, imágenes, signos de la cultura)”, sumó Novik.
Por último, el cierre del encuentro, en Villa Rica, tuvo varios regalos. Además de poder contemplar el inmaculado volcán, de la mano de un pueblo originario, como suele suceder, llegaría la más rica metáfora que sirve como conclusión. Las tejedoras mapuches confesaron que parte de su don tenía que ver con haber recibido una arañita en la mano cuando niñas. A eso atribuyen su vocación que sin dudas es también su legado: pasar en el momento indicado, la arañita de mano en mano. Hoy, queda claro que este compromiso debe ser compartido por todos los involucrados en estas experiencias. Pasar la arañita para seguir creciendo, tejiendo puentes y armando redes.
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