Otra insólita, y opuesta a la anterior, ya que apuesta cien por cien a la estética, esta vez de la mano de un artista: bijou para camiones. Ideal para acompañar con un poco de glamour este momento que los tiene como protagonistas. El responsable es el marplatense Daniel Basso, que expone sus originales piezas en la galería Appetite (Chacabuco 551) hasta el 17 de mayo.

–¿Cómo empezás con la bijou para camiones?

–A mediados de 2006, yo venía trabajando en una obra relacionada con el tuning, ese fenómeno decorativo mediante el cual los fanáticos de los fierros decoran sus vehículos en forma extrema. Me parece buenísimo cuando en el diseño se impone el gusto por sobre todas la demás variables, aun sobre lo funcional. Entonces se me ocurrió comenzar a trabajar con el diseño en función del capricho estético y, como estaba haciendo objetos para autos, no tardé mucho en posar la mirada sobre el frente de los camiones. Bijouterie para camiones nace como respuesta a esa necesidad del camionero de expresar toda esa fortaleza que su motor le transmite decorándolo en forma casi obscena. Como sacando para afuera todo eso que pasa dentro de la cabina, detrás de las cortinas con flecos, de los tapizados matelaseados y el volante nacarado.

–¿Era un público familiar para vos?

–No particularmente. Pero en los bocetos me di cuenta de que estos objetos eran perfectos para decorar los camiones. Y cuando le mostré el primero a un camionero que esperaba para descargar a la vuelta de mi casa, le encantó la idea y me dijo que cuando lo hiciera me compraba uno. Lo que me llamó siempre la atención es ese estilo decorativo tan característico en camiones y colectivos, las bocinas, los estribos cromados, espejos, luces de colores diferentes.

–El camión como hogar.

–Sí, una especie de templo con ruedas, súper equipado, con su música, sus fotos familiares, objetos personales, ropa para trabajo y para salir. Yo pretendo que el camionero use los objetos que diseño para decorar tanto su camión como su casa, que los haga funcionales en ese sentido, me imagino al tipo descolgando la bijou de la pared de su dormitorio y colgándola en su camión antes de salir a la ruta.

–¿En qué materiales trabajás?

–Me gusta mucho trabajar en la combinación de materiales, por eso las “joyas” que presento en esta muestra están construidas con acrílico termoformado hasta acero inoxidable, pasando por la pana, el charol, la madera lustrada. Esto responde a aquella cuestión de sacar para afuera lo que está encerrado o “reprimido” dentro de la cabina de un camión, pero también se conjugan en la obra elementos que provienen formalmente de otras disciplinas vinculadas al diseño, como por ejemplo la arquitectura, el mobiliario, la tapicería, la moda. Los aretes son réplicas exactas de esas columnas de madera lustrada, maciza, que vemos en los porches de los chalets típicos marplatenses, o la forma que rodea a la piedra brillante, que es la misma forma que tiene una bandeja de plata que tengo en mi casa. La moda también toma partido en esta conjunción y se manifiesta a través de la idea de vestir al camionero con camisas estampadas con motivos relacionados con el paisaje que recorre, es así como aparecen las plantas típicas de los paisajes costeros o dibujos de las mismas joyas que lleva en la parrilla.

–¿Y cómo funciona una población tan machaza usando accesorios?

–En un texto que escribí para el libro Intercampos II pongo lo siguiente: “El camionero, ese ser viril que alimenta la fantasía de nuestra retórica popular, por lo general siente la necesidad de mostrar todo su potencial amatorio decorando y embelleciendo el vehículo en el que se desplaza. La bijouterie para camiones se convierte entonces en el objeto perfecto para exaltar la vanidad del individuo de forma obscena, es decir, mostrando todo lo que subyace detrás de escena en la mística del camino”. Además, creo que el camionero tiene como un costado femenino a la vez de toda esa masculinidad arrolladora. Es esa figura popular que genera fantasía. A mí me encanta lo fantástico y estas joyas sobre los camiones lo expresan literalmente.

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