Sáb 16.11.2002
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Formas en vidrio

Pintora y diseñadora, Alejandra Azpiazu encontró en la técnica de termofundido un modo de expresión y creación. Con pigmentos propios y una gran disciplina formal, crea objetos elegantes y bellos.

Por Luján Cambariere

lAlejandra Azpiazu llegó a la creación de objetos decorativos en vidrio después de mucho andar. Estudió Bellas Artes en la Escuela Nacional Prilidiano Pueyrredón, para dedicarse durante años a la pintura. Trabajó como escenógrafa y vestuarista teatral, en ilustración infantil y, por diez años, fue colorista de una importante fábrica textil. Hasta que el nacimiento de sus hijas la obligó a un alto en el camino que le permitió replantearse la profesión para encarar lo propio. El resultado fue la producción de una amplia línea de platos, fuentes, bols, ceniceros, bandejas y estructuras de vidrio con diseños, colores y técnicas más vanguardistas.

Vidrio fusión
“Quería incursionar en algo propio y el vidrio siempre me había fascinado. Aunque sabía que no quería abrevar de lo más tradicional, el vidrio soplado o el vitral”, cuenta Azpiazu. Fue así como incursionó en vidrio fusión o termoformado. “La idea de esta técnica es la de crear una pieza nueva a través de materia prima ya existente.” Así, explica, después de cortar, pintar y estampar componentes, los pega y arma la composición, que vuelve al horno para dar como resultado una pieza nueva.
¿Lo que la diferencia de otros artesanos? El tema del color. Ella crea sus propios pigmentos que morterea a base de óxidos naturales con fundentes de vidrio, de donde salen desde distintos primarios, pasando por blancos y negros hasta ácidos (verdes, turquesas, rosas) y tierras.
El diseño (curvas, círculos, rayas) es, sobre todo, de una prolijidad extrema. “En general, con el vidrio, la gente se fascina con lo que sale del horno porque sí. El color que toma mágicamente es porque un esmalte azul con el calor trocó en violeta o las burbujas o distintas texturas. Para mí, el diseño siempre está antes, por eso descarto las sorpresas del fuego. En mi trabajo soy muy disciplinada, lo mío es más un laboratorio que un taller.”

Objeto amado
“Del vidrio me enamoró su manipulación, que lejos de lo que se puede pensar, por lo caliente o cortante, es fascinante. El vidrio permite múltiples visiones del mismo objeto. Depende de la superficie donde esté apoyado, de las luces que inciden en él, del color con el que se lo trabaja. Me gusta la calidad de su superficie, me da la sensación de algo limpio, me gusta su transparencia y los juegos de luces y sombras coloreadas que produce.”
Por eso sigue investigándolo, ahora en el espacio, más como una cuestión visual y casi plástica. “Una da vueltas, pero siempre termina retornando a las fuentes”, remata.

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