Este miércoles se hizo historia: el patrimonio fue motivo de movilización de punteros, griteríos y casi, casi, piñas. Luego hubo una reunión que mostró un consenso raramente visto hoy en día. Y luego hasta una manifestación. ¿Quién dijo que no es política?
› Por Sergio Kiernan
Un viejo chiste de la política indica que los temas valen la pena cuando alguien está dispuesto a irse a las manos por ellos. Si esto es así, el patrimonio edificado ya está plenamente instalado en la agenda política porque unos cuantos sienten que vale defenderlo a castañazos. Y esto quedó demostrado en público este miércoles 19, cuando una reunión de la comisión de patrimonio de la Legislatura porteña terminó con dos suboficiales de la Federal parados en el salón Perón para mantener el orden. Se trataba el tema del cine El Plata, ilegalmente demolido por la Corporación Sur, y los vecinos de Mataderos no estaban nada tranquilos. Y el diputado Cristian Ritondo había llevado a sus punteros, que comenzaron a armar una gresca que la presidenta de la comisión, Teresa de Anchorena, pudo frenar. Para completar el día histórico, a las seis se realizó una segunda reunión para lanzar una plataforma de acción por el patrimonio que asombró por su representatividad y terminó en manifestación.
A las cuatro de la tarde estaba citada la reunión de la comisión de Patrimonio para tratar el tema del cine El Plata de la avenida Alberdi, en pleno Mataderos. Como se recordará, el cine fue comprado por la ciudad en 2005 por pedido de los vecinos, que juntaron 5 mil firmas en cosa de días para tener un centro cultural. Tan claro era esto, que la misma escritura del cine dice que la Ciudad compra el inmueble para un centro cultural. El Plata es uno de esos palacios suburbanos en estilo racionalista, un claro reflejo de los de Corrientes o de Lavalle, y tiene esas listas de gloria que se compilan cuando un cine obra de teatro y de music hall.
Pero sucede que la Corporación Sur, que tiene el teatro, lo demolió parcialmente y llamó a una licitación para transformar la sala en una serie de oficinas para el CGP local. Todo esto lo hizo Humberto Schiavoni, una personalidad imperial a la que no le importa que la Justicia porteña le haya ordenado paralizar las obras, ni incurrir en incumplimiento de deberes de funcionario público. Sucede que el hombre fue jefe de Gabinete de Ramón Puerta en su breve presidencia, con lo que estos chiquiteos lo dejan frío.
Además, como veremos, el PRO corrió a ayudarlo y el diputado porteño Cristian Ritondo presentó un proyecto clave. Sucede que la ilegalidad de Schiavoni se basa en que El Plata fue catalogado con grado estructural, lo que no permite demoler, ni alterar. Ritondo presentó un proyecto de ley para bajar la protección a cautelar, lo que en buen romance obliga a preservar el frente y quizás el hall de entrada. La movida simplemente enfureció a los vecinos, que se presentaron de a cien en la reunión de la comisión de este miércoles.
La diputada Anchorena dejó pasar los treinta minutos obligatorios para dar por ausentes a varios diputados –González, Urdapilleta y Olmos, que sin embargo mandó a un asesor que se hizo notar más tarde por gritón– y abrió la reunión declarando que había quórum. Estaban Marta Varela, Patricio Di Stefano, Tamargo y Cristian Ritondo, todos del PRO. Y estaba, como invitado al tanto del tema, el ex jefe de gobierno, Aníbal Ibarra, que ahora es diputado, aunque no miembro de la comisión. Anchorena invitó a los vecinos a anotarse, les avisó que fueran breves y le dio la primera a uno que recordó cómo en 2004 habían organizado las firmas y hablado con la comisión de Cultura para lograr la movida. El vecino destacó algo poco conocido, la ambición con que se soñó el proyecto: en Mataderos querían que su centro cultural fuera una sede de festivales como el Bafici o el Mundial del Tango, nada menos.
El siguiente en hablar fue un vecino de 82 años que enarboló un viejo cartel de un baile a beneficio de ALPI en el que figuraba una constelación de estrellas encabezada por Troilo. Luego hablaron una escritora local y una vecina, que se preguntó por qué tenían que venir los vecinos para un tema ya resuelto. Luego le tocó a un periodista barrial que se dedicó al denuncismo gritón y fue, de hecho, el primero en levantar la tensión en el salón. Otros vecinos, incluyendo el presidente del Centro Comercial Alberdi, explicaron que su barrio no tiene secundario y que francamente se sienten discriminados.
La décima persona en hablar fue Gladys Porto, que hace ocho años es la directora de información pública del CGP local y explicó en detalle las carencias del edificio. Porto contó que hasta los bomberos habían indicado al edificio actual como inseguro, que era un incordio para los empleados y no tenía lugar para funciones esenciales. Porto, tal vez nada casualmente, fue la primera en empezar a hablar en términos de “ustedes” y “nosotros”, y trató de cambiar el eje de discusión del centro cultural a la necesidad de un CGP nuevo. Como los vecinos empezaron a embroncarse –Anchorena tuvo que empezar a pedir orden–, la funcionaria se defendió diciendo que ella no hace política, “sólo gestión”.
El que no parecía pensar eso era Ritondo, que parecía un boxeador a punto de entrar al ring. Sin mucha discreción, hacía señas ordenando quién hablaría y quién no, con lo que empezó a quedar en claro que tenía tropa propia. En primera fila, una mujer joven de una extraordinaria vulgaridad seguía atentamente las señas del diputado. Al terminar de hablar Porto, la mujer increpó a un señor cincuentón también de la primera fila, obvio activista barrial. Básicamente, la dama le ordenó que se calle la boca y cuando el señor le dijo que no se callaba nada, lo invitó a salir a la calle para cerrársela. El hombre no salía de su asombro y era evidente que la señorita hubiera cumplido gustosa con su amenaza.
En tanto, hablaba una señora más calmada, que terminó diciendo que el proyecto en tratamiento era “un sofá-cama, pero nosotros queremos o un sofá o una cama”, metáfora de lo más atendible. Enseguida tomó la palabra otra señora, que también calmamente defendió al sofá-cama, diciendo que hasta se podían montar muestras en el registro civil y destacando que el actual CGP no tiene cambiador para bebés.
Pero la cosa se deterioraba visiblemente, con Ritondo haciendo gestos tan vivaces y modulando sin voz cosas como “vos no hablás”, que varios presentes terminaron en un juego de mímica con el diputado: “¿A mí me habla?”. “No señor, a usted no (con sonrisa atenta).” En ese momento tomó la palabra un vecino de los que gustan de los discursos y arrancó para el lado de la ciudad perdida para los ciudadanos. Nunca llegó a completar su idea porque los “ustedes” y los “nosotros” comenzaron una discusión a los gritos. El diputado Tamargo le gritaba a la joven funcionaria que pasaba el micrófono a los vecinos para que no se lo dé “a los de este lado”, mientras Ritondo le gritaba primero a un asesor presente en la mesa y luego a un vecino con el que parecía que se iban a las manos.
A las 17.20, con cincuenta minutos de la reunión transcurridos, Anchorena tuvo que llamar a la seguridad. Por el fondo parecía que iban a los empujones, el griterío era intenso, Ritondo ahora vapuleaba a una señora y parecía olvidado de toda noción de cómo un diputado debe comportarse. Su puntera –la joven vulgar– gritaba desde el fondo y una señora abrazaba a sus hijos, que miraban entre asombrados y encantados por el desorden. Un trío airado le gritaba a Ibarra que debía doscientas vidas. Finalmente, cuando parecía que se iba a lograr que la reunión se interrumpiera, dos suboficiales de la Federal se instalaron junto al escritorio y la cosa se calmó un poco.
Entonces pidió hablar Ibarra, quien comenzó señalando que en Mataderos hay más de un edificio apto para un CGP nuevo, que ciertamente el barrio se merece un polideportivo, un centro de salud y un secundario. En las butacas, ahora en voz más baja, se escuchaba “¿por qué no lo hiciste cuando eras intendente vos?”, pero hasta hubo un aplauso cuando el ex jefe de gobierno señaló que “esto no hubiera pasado con el teatro 25 de Mayo; se lo hacen a Mataderos, pero a Villa Urquiza no se hubieran animado”.
Ritondo, a su vez, se disculpó “por la pasión”, en particular con un tal Tito, al que había vapuleado en particular. Luego dijo que “algunos pensamos que en Mataderos hay una doble necesidad” y que en los 1800 metros del teatro hay lugar para “mitad y mitad”. Y luego agregó que “no podemos recuperar” El Plata, con el tono de quien comenta un accidente o una inundación en lugar de un ilícito de Schiavoni.
Eso fue el final de la sesión. Como el PRO tenía mayoría, el despacho salió a favor de Ritondo. Hasta Varela y Di Stefano, sensibilizados por el patrimonio, lo firmaron.
A las seis, en otro salón de la Legislatura comenzó otra reunión que demostró que el patrimonio ya se graduó en política. Al calor de la pelea le sucedió el agradable asombro de ver prácticamente a cada grupo patrimonialista de la Ciudad presente en el Encuentro Vecinal por la Preservación del Patrimonio de Buenos Aires. Lo que fue una convocatoria para apoyar un petitorio para que se sancionen dos leyes básicas para proteger de un modo coherente la historia edificada, se convirtió en un foro de barrios, ONG y grupos que se presentaron mutuamente y contaron sus problemáticas.
Teresa de Anchorena y su asesor Facundo de Almeida presidían la mesa, a la que se sumaron los diputados Enrique Olivera, Sergio Abrevaya y Patricio Di Stefano. Estaba el arquitecto José María Peña, precursor del tema, fundador del Museo de la Ciudad y creador del Casco Histórico, que fue muy aplaudido. Estaban arquitectos especializados, como el recién premiado Marcelo Magadán (ver recuadro) y Sonia Berman. La lista de grupos es tan amplia que merece el recuadro aparte.
Anchorena empezó la reunión explicando que en ese lugar “nos juntamos los que luchamos para que el patrimonio siga existiendo, para conocernos y escucharnos”. La diputada explicó los proyectos en los que se centra el petitorio al gobierno porteño (ver aparte) y destacó en particular la urgencia de prorrogar la vigencia de la ley 2548, la que congeló las demoliciones en el polígono del Paisaje Cultural, salvó cientos de edificios y vence a fin de año. Los vecinos se turnaron presentando sus problemáticas y se habló de adoquinados, de parques que faltan, del megashopping de Caballito, de edificios en peligro, de esfuerzos diversos. Lo que flotaba como idea de fondo es que todos estos trabajos necesitan un marco general firme, una Ley de Patrimonio para que los vecinos tengan un paraguas que los proteja y no vivan corriendo detrás del último desmán.
Facundo de Almeida cerró el encuentro explicando que el patrimonio “es un tema que atraviesa toda la Ciudad”, y contó a los presentes la reunión anterior, tan agitada. La reflexión fue exacta: “Hace tres años era difícil lograr que un diputado aceptara ser parte de la comisión de Patrimonio... Y hoy el tema tiene una convocatoria como ésta, tan representativa de la Ciudad”. Almeida siguió avisando que hay un nuevo enemigo del patrimonio edificado, que es el actual gobierno porteño “que quiebra la ley con obras ilegales. Sólo los vecinos pueden frenar este avance indiscriminado contra el patrimonio”. Anchorena se sumó al concepto, agregando que todavía “hay diputados que no toman nota de la politización del tema patrimonial”.
Algo de eso comenzó a cambiar el jueves, cuando en los pasillos de la Legislatura se comentaba la reunión. Resulta que varios diputados notaron que hace mucho que no se podían juntar un par de cientos de vecinos en el viejo palacio para otra cosa que no fuera pedir la cabeza de alguien. Para mayor contraste, la segunda reunión del día terminó en una pequeña manifestación con carteles y discursos pidiendo verde y patrimonio.
El martes fue un día histórico, porque entre piñas, consensos y manifestación ya nadie puede dudar que el patrimonio es un tema de la política porteña.
El Encuentro Vecinal por la Preservación del Patrimonio de Buenos Aires resultó un quién es quién de los grupos y organizaciones que siguen el tema en la Ciudad. Como convocantes están Basta de Demoler (Santiago Pusso), San Telmo Preserva (Patricia Barral), SOS Caballito (Mario Oybin), Asociación Comuna del Oeste (Enrique Speranza), Protocomuna Caballito (Gustavo Desplats), Proteger Barracas (Ignacio Fusilier, que entregó un grueso fajo con dos mil firmas a favor del petitorio), Proteger Devoto (Carolina Maccione), Asociación Amigos de la Estación Coghlan (Dora Young) y la Sociedad de Fomento de Belgrano (Mónica Ruggiero). Y presentes estaban representantes y socios de la Coordinadora Mataderos, Playa Maniobras Caballito, Amigos de Villa Luro, Vecinos de la Ex Autopista AU3, Amigos de la Escuela Taller del Casco Histórico, Vecinos de La Boca, Asociación Vecinas Calle Irala, Vecinos del Bajo Belgrano, y las juntas de estudios históricos de Barracas y Nueva Pompeya, Almagro, San Cristóbal, Versailles, Recoleta y Avellaneda.
El encuentro vecinal fue para apoyar el pedido al gobierno porteño de que cambie el actual sistema de protección del patrimonio, francamente pensado para catalogar poco y mal, por uno que activamente cuide lo nuestro. La propuesta es que se aprueben las leyes de 50 años y de Espacio Virtual que impulsa la diputada Teresa de Anchorena, y que se reglamente el régimen de penalidades que prepara la subsecretaria de Patrimonio Cultural, Josefina Delgado. La ley de 50 años simplemente invierte el proceso para la protección de edificios con cincuenta o más años. Con la ley, el que quiera demoler uno de ellos tendrá que hacer el trámite para desprotegerlo. Sin el trámite aprobado, no hay demolición, ni obra nueva. La ley de espacio virtual permite a los que tengan su casa o edificio catalogados vender el potencial que no podrá ser construido por la catalogación. Así, el que viva en una casa de planta baja en una zona donde se pueden construir seis pisos, podrá vender la diferencia con un instrumento legal. El régimen de faltas que se demora en el Ejecutivo busca solucionar el estado de impotencia en que se encuentra la Ciudad hoy a la hora de castigar a los que quiebran la ley. Para adherirse y firmar el petitorio hay dos maneras: una es ir al sitio www.enterabuenosaires.com.ar. La otra es entrar a Facebook y buscar Defendamos Buenos Aires (http://apps.facebook.com/causes/134455?re cruiter_id=18832928). En am-bos casos están los textos completos de las leyes y una explicación sumaria de cómo funcionarían.
El arquitecto Marcelo Magadán, especialista en restauración, colaborador eventual de este suplemento y un activista del patrimonio, acaba de ganar el primer premio en la categoría de obras hasta mil metros cuadrados en el Premio Nacional a la Mejor Intervención en Obras que Involucren el Patrimonio Edificado. La distinción es a su trabajo en el portal de San Ignacio Miní, en Misiones.
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