Sáb 14.11.2009
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Pasiones y discusiones

Un debate entre arquitectos sobre patrimonio, un blog de Barracas y una dura respuesta al World Monument Fund.

› Por Sergio Kiernan

Una de las cosas que tiene Buenos Aires es que hasta cuando parece que no pasa nada en algún tema, resulta que está pasando de todo. Estos son días aparentemente tranquilos para el patrimonio, pero en realidad se trata apenas de aguas subterráneas: las olas no se ven pero están. Para muestra, basten tres botones, un debate en la Sociedad Central, un nuevo blog de los vecinos de Proteger Barracas y una dura toma de posición de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos.

EL DEBATE

Esta semana, la SCA realizó un encuentro de lo más español con arquitectos y otros protagonistas del patrimonio como atractor turístico, tema que de a ratos se iba perdiendo por la amplia mayoría de profesionales presentes. Hubo varios españoles que mostraron sus intervenciones en diversos lugares y un debate al final que fue muy interesante.

Los españoles fueron escuchados con entusiasmo, en parte por los méritos de lo que mostraban y en parte porque blanqueaban un impulso que los arquitectos locales comparten como una compulsión. Lo que unificaba los trabajos mostrados por estos visitantes era el inmitigado modernismo de todo lo que hacían. Cada diapositiva digital, cada caso recorrido terminaba en lo mismo: no se tocaba lo que la ley prohibía tocar –en eso son de lo más rigurosos– pero todo lo demás uno se mecha en el entorno y le da para adelante sin frenos.

Así, se vieron conventos renacentistas muy arruinados reciclados para hotelería, en medio de un mar de tejados rojos, cúpulas y agujetas, tratados de esta forma esquizo. Se restauraban piedras vencidas, se reabrían arquerías taponadas en tiempos idos, se cuidaban las nuevas cubiertas para disimular equipos y no alterar la línea urbana, se mantenían las fachadas catalogadas. Pero el resto era un disturbio de muros calados con triángulos brutalistas, interiores tan coloridos y pop que faltaba Barbarella en su baño de espuma, y cerramientos de, cuándo no, vidriecitos autoportantes.

Hubo momentos en que los presentes parecían alcohólicos frente a un trago: ¡En Europa también lo hacen!

A la hora del debate, el arquitecto Augusto Penedo, que tiene la muy rara costumbre de decir lo que de hecho piensa, se entusiasmó con “la sintonía” que encontraba con los colegas. Penedo, que muestra más elegancia en sus soluciones que más de uno de los españoles visitantes, habló de su edificio de Santa Fe y Suipacha, de sus obras en la UCA de Puerto Madero y del City. Y concluyó que la receta en esos casos es conservar la fachada y “ser moderno” en el interior, “meterle mano”.

Uno de los anfitriones del encuentro, el encargado de Turismo de la Embajada española, Julio Moreno Ventas, dio un dato de inmensa importancia. Resulta que según los estudios sistemáticos que realiza su ministerio, la inmensa mayoría de los turistas vuelven hablando maravillas de sobre todo dos cosas de España, el patrimonio y la comida. Esto hace que en un año flojo y de crisis, como éste, “apenas” 57 millones de turistas visiten ese país, dejando 50.000 millones de euros de ingreso. Para Moreno Ventas, la lección es evidente: al patrimonio hay que “mimarlo, cuidarlo, rehabilitarlo”.

Por ahí fue la diputada Teresa de Anchorena, presidente de la Comisión de Patrimonio de la Legislatura porteña, que hizo memoria de los setenta, cuando vio nacer el concepto de patrimonio entre los españoles. Anchorena puso el dedo en una de tantas llagas al decir que “hay que reconciliar a los arquitectos con el patrimonio de Buenos Aires”, entre otras cosas enseñando mejor qué tenemos en esta ciudad a nivel universitario. La diputada repitió sus conocidas ideas sobre la necesidad de hacer sustentable este tesoro y habló del ejemplo de Ciudad México, donde las inversiones privadas en el Distrito Histórico acaban de pasar los dos mil millones de dólares.

Justamente, la tensión entre arquitectos y preservación pasa por temas de dinero, en particular de cómo hacerlo. Por eso es atinado repetir estos números.

MIENTRAS, EN BARRACAS

El blog Proteger Barracas sigue señalando cosas que suelen pasar desapercibidas. Las fotos que ilustran esta nota corresponden a casas en el barrio –calle Iriarte, calle Patricios y calle Montes de Oca– que están evidentemente en buen estado. Pero todas, todas están en venta como terrenos a construir. En el blog señalan que lo esencial debe ser realmente invisible a los ojos, porque los “emprendedores inmobiliarios”, con comillas en el original, no ven los edificios sino sólo el terreno esencial y su bello FOT constructivo.

Estas viviendas son anteriores a 1942, con lo que están abarcadas en la actual ley. Ninguna está rodeada de edificios en altura –la famosa “muela cariada”– ni está en ruinas, ni es una tapera insalvable. Con lo que no se entiende cómo puede ser que el CAAP vaya a autorizar su demolición. Este ente asesor tiene que permitir o vedar cada destrucción de un edificio, paso antaño automático: pero este progreso legal está empezando a generar serias dudas, porque el CAAP parece tener el sí fácil a la hora de dejar paso a la piqueta.

La pregunta entonces es si las inmobiliarias ofrecen estos edificios para demoler pero el futuro comprador debe pedir permiso, o si ya lo tienen y el CAAP está más blando de lo que uno pensaba.

MONUMENTOS

El arquitecto Juan Martín Repetto firma un comunicado de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos que él preside. Es un texto bastante enojado con el World Monument Fund, que puso al Teatro Colón en la lista de patrimonios en peligro a nivel mundial. El comunicado señala que “la lista de ‘patrimonio en peligro’ resulta un supuesto in extremis, cuando la amenaza cierta y presente de riesgo se cierne sobre los monumentos ante la impavidez o la impotencia de las agencias de Gobierno. ¿Es acaso éste el caso del Teatro Colón de Buenos Aires?”. La inclusión de la lista es, para la Comisión, “una implícita acusación de inoperancia” para el gobierno porteño y para la comisión de Monumentos. Para Repetto, “la ONG ha incurrido esta vez en un error grosero que, a la larga, les resta rigor a sus apreciaciones en la materia”.

El texto explica que la Comisión tiene autoridad de superintendencia sobre el teatro, que le prestó particular atención al master plan de obras, que coordinó ajustes con varios gobiernos porteños, que hizo seguimientos y controles “permanentes” y que habló con todas las partes involucradas. “Si analizamos los fundamentos esgrimidos por el World Monument Fund vemos con sorpresa que no hay allí una sola apreciación de carácter técnico sino vagas generalidades sobre aspectos funcionales internos del teatro, en todo caso privativos de las propias autoridades, de la Legislatura y/o del Ejecutivo porteño, pero no de esta Comisión”. Y concluye que “es necesario afirmar que el Teatro Colón no se halla en riesgo merced al esfuerzo conjunto de los distintos actores responsables y de esta Comisión. Sí debemos cuidarnos, en cambio, del riesgo de apreciaciones ligeras, alarmistas y sin fundamento que poco y nada aportan a nuestro patrimonio monumental y quién sabe a qué intereses particulares puedan responder”.

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