Sáb 11.01.2003
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Integrar con armonía

Una ampliación de uso comercial de un viejo edificio de valor patrimonial muestra lo que se logra con un poco de respeto y consideración hacia lo viejo a la hora de diseñar.

› Por Sergio Kiernan

En la esquina vieja de Santa Fe y Suipacha se alza desde hace muchos años uno de esos edificios esquineros, franceses, de cúpula elegantona y balconcitos airosos que todavía le dan identidad a la ciudad. Para estrenar el milenio, el edificio fue liberado de su mezcla rara de inquilinos –que incluía un curioso gimnasio “de altura” dedicado al boxeo– para comenzar algo que no todos los predios viejos se dan el lujo de hacer: una expansión. Habiendo comprado el terreno de al lado, sus dueños decidieron una ampliación que consiste en reciclar completamente la esquina vieja, despejando plantas, y construir un anexo perfectamente integrado. Notablemente, el proyecto del estudio Urgell, Penedo, Urgell mantiene en la sección nueva las alturas generosas del edificio antiguo y respeta la textura de la fachada. El resultado, que corralito mediante está todavía por completarse, es interesante desde dos puntos de vista.
En primer lugar, está la cuestión de reutilizar un edificio con valor patrimonial, deteriorado en sus interiores pero notablemente intacto en sus fachadas. Como los dueños están enamorados de esa esquina, que fue construida por la familia, en ningún momento se consideró siquiera una demolición –impráctica y antieconómica de todos modos– o una remodelación descaracterizada. Por tanto, la parte patrimonial del emprendimiento mantendrá hasta los marcos de sus cerramientos y tendrá todos sus motivos exteriores restaurados y limpios.
El segundo asunto a considerar es la parte nueva, la ampliación. Entre tantos proyectos de fachada que se manejaron en la preparación de las obras, se incluyó uno historicista, que simplemente reproducía y continuaba la original de la esquina. Pero el conjunto quedaba desequilibrado y el diseño pedía a los gritos correr de la ochava a la cúpula. Finalmente, se decidió un tratamiento moderno, pero texturado como el muro de época, moderado en su expresión y respetuoso del vecino. Una actitud rara hoy en día, cuando todo el mundo parece querer destacarse a costa de lo antiguo.
El resultado se integrará confortablemente en una manzana, la de Santa Fe al 900, milagrosamente casi intacta y de notable continuidad. También serán oficinas altas, un raro espacio contemporáneo con las alturas de antaño. Los autores del proyecto destacan la practicidad y la economía del planteo, que permite construir entrepisos parciales para alojar por ejemplo sectores de servicios para las oficinas.
En fin, un ejemplo al pasar de lo que logra un poco de respeto hacia lo ya construido con valor patrimonial.
La obra tiene una superficie total de 2627 metros cuadrados sobre un terreno de 301. El estudio Urdampilleta y asociados realizó las estructuras, mientras que la Constructora Lanusse tuvo a cargo las obras.

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