No es la primera vez que esta diseñadora rosarina, radicada desde hace más de diez años en Nueva York, se dedica a la creación de revestimientos, accesorios y objetos para el hogar. De hecho, en 2004, sus originales azulejos –los Blobbs– se alzaron con varios reconocimientos internacionales como el primer premio del concurso 100% tiles de Designboom en Londres y el premio revestimientos de la feria inglesa 100% Design. En la frontera con el arte, ya en ese entonces Segal los presentaba como pequeñas esculturas y a ella misma como artista visual.

“Desde el inicio de mi carrera decidí explorar con mi trabajo el límite borroso que existe entre el arte, el diseño y la arquitectura. En la búsqueda de un lenguaje personal he incorporado a mi metodología de trabajo la conciencia de escala y desarrollo de proyecto de la arquitectura, el contacto con la producción industrial del diseño y la posibilidad de transmitir ideas o generar preguntas del arte. Particularmente considero mi trabajo como ‘instalaciones’, ya que me permite tejer una red que contiene al mismo tiempo al objeto, al contexto y al observador. Genero cada obra como respuesta al espacio arquitectónico en el que va a ser instalada. La distancia con Buenos Aires junto a la escasa disponibilidad de espacio en Manhattan fueron el catalizador para reflexionar sobre el significado de ‘hogar’ y el proceso de ‘habitar un lugar’”, detallaba entonces Segal para m2.

Esta vez fue una empresa local, creada por un apellido ilustre en el universo de las alfombras: los Kalpakian. Ohan Kalpakian es heredero de una tradición familiar, iniciada por su padre a comienzos del 1900 en Budapest, Hungría. Desde 1952 comenzó sus actividades en la Argentina. En 2002, junto a su hijo Alex, reunió la mayor colección de alfombras y tapices en Sudamérica en el espacio Aubusson, Alfombras y Tapices. Kalpakian la convocó para que diseñara una colección especial en el marco del lanzamiento de la línea Design Carpets. Alfombras de diseño contemporáneo y customizado, con un standard de manufactura artesanal de alto valor agregado.

Realizadas en lanas vírgenes cuidadosamente terminadas a mano de alta densidad, uno de los sellos distintivos de la colección es la variación de relieves y alturas, sumada al juego de texturas, recortes y combinaciones de color.

“En mi práctica profesional entrelazo la naturaleza conceptual, estética y funcional de los objetos que nos rodean, enfatizando su capacidad de convertirse en participantes del teatro doméstico”, resume Segal sobre sus diez propuestas, una de ellas la Aleph, que ya integra la colección de diseño del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

¿Trabajar con alfombras? “A través de la historia, las alfombras han tenido gran diversidad de usos y modificaciones morfológicas, adaptándose a los cambios tecnológicos y culturales, convirtiéndose así en una forma de expresión en diferentes culturas. Pienso las alfombras de esta colección como un ‘escenario’ en el cual se desarrollan las relaciones familiares. Las deformaciones de las formas geométricas tradicionalmente utilizadas en alfombra (cuadrado, rectángulo o círculo) aparecen como huellas, producto del intercambio entre cuerpo y objeto. Por otra parte, la variación de texturas que caracteriza la colección no sólo agrega una sensación de tridimensionalidad a las alfombras sino que es un elemento más que me permite pensarlas como paisaje o territorios”, agrega Segal.

“Por otro lado, el salir del ámbito de la galería o el museo y pasar a formar parte de la vida cotidiana, acorta la distancia entre el objeto y el observador/usuario. El diseño no es sólo una práctica para la solución de problemas sino más bien un lenguaje que forma parte de la cultura y otorga la posibilidad de provocar preguntas, establecer recuerdos, insinuar significados, reflejar las intenciones de su propio tiempo, generando un gran impacto en la vida de las personas”, remata.