CON NOMBRE PROPIO
Los hierros de Vargas
Un día tuvo que decorar su primer departamento porteño y se puso a crear sus lámparas. Desde entonces, Tich Vargas hace una conjunción de hierros y telas para sus objetos lumínicos.
› Por Luján Cambariere
Terminaba el colegio secundario y Tich Vargas, oriundo de General Brandsen, quería estudiar Bellas Artes. Para optar por algo más terrenal, cuenta, finalmente se decidió por arquitectura y después por el diseño y la comunicación visual. Igualmente, trabajos en estudios de arquitectura en sus pagos mediante, no pasó mucho tiempo hasta que afloró su veta artística. Corrían los ‘90 y, recién mudado a la Capital, quería conseguir algunas lámparas para ambientar su primera vivienda.
Como las que le gustaban no se adecuaban a su bolsillo, decidió hacerlas con sus propias manos. Unos hierros retorcidos que encontró en la calle y unos pedazos de género elastizado que transformó en funda improvisada, fueron el puntapié inicial de la amplísima colección de (más de cuarenta) lámparas que ostenta hoy. Geométricas, minimalistas, orgánicas, siempre impactantes, los diseños de Vargas son requeridos por arquitectos, escenógrafos de televisión –la troupe de Pol-ka, entre otros– y decoradores para sus ambientaciones o eventos.
Manos a la obra
“Podés tener una casa muy modesta, pero con la luz sumás puntos. Mediante la iluminación correcta, ambientás, decorás y lo más importante, creás ciertos climas”, explica Vargas. A esto último es, en definitiva, a lo que apunta con cada una de sus obras, que pueden ser desde esferas o corazones forrados con algodón hasta distintas estructuras gigantes tipo hojas con nervaduras, o zepelines gigantes.
Su forma de trabajarlas respeta ciertos pasos donde se entremezclan las herramientas del oficio de arquitecto con las del artista plástico. “Primero aparece una forma que surge mirando cualquier cosa o la naturaleza misma. Los árboles, las hojas, un río. Enseguida la bajo al papel. La dibujo, estudio sus proporciones y hago un plano. Después, ese mismo plano lo llevo a tamaño natural. Corto los hierros, los doblo, los sueldo y armo la estructura. Después viene el molde para la funda que puede ser de cualquier género. Algodón, lycra, tul o gasa son los que más uso, pero siempre me sorprendo con nuevas telas traslúcidas que me permitan jugar con cierta magia”, cuenta.
El color es otra de las señas particulares de su obra. “La gente joven suele inclinarse por los tonos vibrantes como el rojo, el amarillo o el verde. Se estusiasman eligiendo un objeto importante que recree sus espacios. Mientras que los más clásicos optan por el crudo o el blanco”, cuenta este diseñador que no descansa y siempre, desde sus objetos lumínicos, está dispuesto a más.
“Es cierto que me han copiado mucho y también que algunos modelos míos tienen similitudes con los de otros en el mundo, pero eso no me preocupa. Continuamente estoy pensando nuevas formas y texturas con las cuales dar vida a piezas únicas y originales”, remata.
Tich Vargas: 02223-443613
tichvargasARROBAhotmail.com