En esta misma época, pero el año pasado, en este suplemento, dimos cuenta de la potente obra que lleva a cabo la Fundación Sagrada Familia a través de su Programa Sume Materiales. Un corralón social cuya meta es facilitar a familias necesitadas el acceso a los materiales para la construcción o refacción de sus viviendas a un valor diferenciado. Como una de las que está detrás de este programa (demostrando qué buena herramienta puede ser el diseño) es la comprometida diseñadora industrial Ana Waserman, el proyecto crece y avanza a través de metas concretas.

Es así que la semana pasada entregaron los premios de la cuarta edición de su concurso de diseño social Sumá Uso! que tenía como objetivo, una vez más, poner en contacto a la comunidad del diseño con esta realidad, para que aporten soluciones a necesidades reales con recursos al alcance.

“Entre las donaciones que recibimos llega una amplia cantidad de persianas de madera en gran variedad de tamaños y colores –cuenta Waserman–, lo que constituye un problema para lograr una producción en serie en nuestros talleres de Sume Materiales. Para resolver este problema, convocamos a diseñar un producto útil para la vivienda. Buscamos propuestas innovadoras y sustentables, que aporten una solución práctica a la vivienda desde una mirada social y comprometida con la problemática habitacional de familias de bajos ingresos. Este concurso promueve el diseño como una herramienta para mejorar la calidad de vida mediante la reutilización de materiales en desuso. Los proyectos presentados serán empleados en los talleres de SM con el fin de aumentar su productividad y enriquecer la calidad del servicio”, detalla.

Ganan todos

Así, el pasado jueves 1º de diciembre, se anunciaron los ganadores en la Sociedad Central de Arquitectos. De los 62 proyectos presentados, el jurado formado por los diseñadores Marco Sanguinetti, Eduardo Simonetti, Pablo Bianchi, el arquitecto Mariano Clusellas y la propia Waserman seleccionaron 16 trabajos, entre los que premiaron tres y señalaron dos menciones.

El primer premio fue para la diseñadora industrial María Soledad del Torchio por su Arrorró. Una cuna diseñada a partir de las persianas en desuso y placas de madera (enchapado, mdf, etc). Su diseño admite la posibilidad de utilizar diferentes tipos de persianas, pudiendo variar las dimensiones según la necesidad y la disponibilidad de material. “La investigación estuvo enfocada en las necesidades de las familias carenciadas, haciendo hincapié en el aspecto funcional y social del diseño. Fue muy importante y por demás valioso poder escuchar las declaraciones de personas que fueron armando su hogar con la ayuda de este programa de la que no es para nada diferente a lo que todos queremos: un espacio donde conformar y ver crecer la familia, que sea digno y confortable. La cuna nació a partir de la simple idea de concebir un hogar, una familia. Los muebles para bebés y chicos terminan siendo prohibitivos por su costo y me pareció interesante proponer un diseño que no solo satisfaga esta necesidad, sino que también lo haga de una forma económica. La persiana funcionaba perfecto e incluso me ayudaba en la organicidad del diseño. Por último y ya metida a full en el proyecto, empecé a encontrar un juego entre el ‘renacer’ de un material, la creación de un diseño y el nacimiento de un bebé, y la idea terminó por decantar”, señala su autora.

El segundo premio fue para el Cholito –baúl, mesa y banquito– de Florencia y Marcelo Rissotti. “Estoy cursando mi último año de la carrera de arquitectura y la problemática de la vivienda social fue el eje de mis últimos trabajos e investigaciones. Estoy en una cátedra en la que el titular trabaja con la Villa 31 y la 21-24 y hay cierto grado de conciencia sobre los recursos y las necesidades de las familias, por eso también me interesó participar del concurso. Cholito (‘en honor a mi viejo, Cholo, que me ayudó a construirlo’) surgió tratando de hacer algo simple, de exprimir el material al máximo. Automáticamente consideré la persiana como una envolvente. Después, la vuelta de rosca fue tratar de que tuviera un uso adaptable, que pudiera ser varias cosas a la vez”, resume Rissotti.

El tercero fue para Alexis Fenouil con un divisor de espacio y de usos. “Mitad nació con el objetivo de resolver la problemática social que afecta a las viviendas de bajos recursos en donde la unificación del ambiente, dada por la carencia de espacio y la economía familiar, impide la multiplicidad de usos y la intimidad entre los usuarios. El objetivo fue convertir un espacio en dos mitades con diferentes cualidades y dotarlos de lugar de guardado para cada uso”, cuenta este estudiantes de arquitectura de la UBA.

Hubo también dos menciones especiales, la primera para Franco Ezequiel Sáez por En Rol, con el que el autor trató de resolver la necesidad de mobiliario adecuado en viviendas donde es fundamental aprovechar el espacio. “Consideré para el diseño de estas soluciones las tres categorías (guardar, descansar y apoyar) y también la necesidad de crear objetos de uso que sean livianos, de fácil ejecución y fáciles de transportar por una persona”, detalla.

Y una segunda mención para Victoria Boccassini con Divisio, otro sistema divisor de ambientes para generar intimidad. “La convivencia familiar en espacios pequeños y sin divisiones es una de las problemáticas que se repite con mayor frecuencia en los hogares de bajos recursos. Generar espacios de intimidad virtuales o simbólicos, que optimicen los vínculos y la armonía doméstica en el día a día, es el objetivo de este sistema”, explica Boccassini. Y agrega que le “resulta interesante y súper motivador que se generen este tipo de concursos, humanizando y socializando la disciplina, de alguna manera, algo que deseo desde un principio: un diseño para todos”.