Sáb 02.02.2013
m2

Los golpes de enero

El subte A, el Parque Centenario, el metrobús en la 9 de Julio, tres casos de violencia conceptual o literal contra la ciudad.

› Por Sergio Kiernan

Sandra Cartasso

Una manera de saber que es año electoral y que al mismo tiempo la industria de la construcción está en baja es percibir la furia con que el macrismo está haciendo obras. Como al PRO le resulta muy difícil hacer política con la gente, la hace con la foto de inauguración, pensando que se los elige o reelige como al administrador del edificio. Y como la construcción es la industria especulativa del riñón de Mauricio Macri y sus ministros, la furia constructiva sirve también para ayudar a los amigos con contratos. Lo que no aparece por ningún lado es la explicación de la arbitrariedad de estas obras, de la falta de consulta a los afectados y de la durísima reacción pública ante sus avances. En este enero conflictivo hubo tres casos de porte.

El primero fue, por supuesto, el del subte A, desactivado de prepo por dos meses para, supuestamente, ajustar los trenes chinos que reemplazan a los centenarios belgas fabricados en Brujas. Un videíto que circula por Internet muestra lo flaco de esta excusa, con “técnicos” marcando con una tiza la posición donde deberían caer los rodados de los nuevos trenes. Además, no hay muchos indicios de que se esté trabajando, con o sin tizas, ni señales de que corra algún tren aunque sea como parte del ajuste. Simplemente, el gobierno porteño cerró la línea de subtes de la avenida Rivadavia como si fuera poca cosa.

Por otro lado, los funcionarios y en particular el inefable presidente de Sbase, la empresa porteña de subtes, ni siquiera pensaron que los trenes son patrimonio, que varios estaban ya protegidos por ley porteña y que no podían simplemente tirarlos en un descampado y dejar que se pudran. Por supuesto hubo un escándalo, por supuesto los tiraron en un descampado y por supuesto juraron que no era un descampado. Ahí siguen las pobres Brujas, que tantos años de servicio nos dieron. El caso es un berenjenal de amparos judiciales, movilizaciones populares y junta de firmas para intentar frenar los disparates del gobierno porteño.

Una crisis

Otro saldo lamentable del episodio del subte A es la crisis interna que vive Basta de Demoler, la ONG patrimonialista que tantas trabas le puso al macrismo, que tantos edificios salvó y tanto bajó la impunidad en la ciudad. Entre fin de año y esta semana se produjeron una series de acusaciones muy serias, que giran básicamente sobre una reunión entre Basta y Sbase, y la falta de un amparo de la ONG sobre el tema. En estas semanas, Internet se recalentó con especulaciones de contratos –“dos asesorías” fue la más común–, pagos, y hasta un viaje oficial a Brujas.

Estas cosas se dicen fácilmente desde un teclado, pero la renuncia del arquitecto Marcelo Magadán a Basta de Demoler sí creó un impacto. Como su texto resume la polémica en términos publicables, vale la pena reproducirlo completo:

“Estimados: Las Brujas han servido para terminar de poner negro sobre blanco. Cuando estábamos en medio del debate tratando de acordar una posición acorde con el objetivo de la organización, en relación a la conservación de los vagones de la A, me entero que ayer algunos miembros de la Comisión Directiva se reunieron con las autoridades de SBASE para presentar un propuesta que, se suponía, era cuestionada por varios otros y se encontraba en proceso de revisión.

”Esta era la segunda reunión con dichas autoridades. Desconozco los motivos por los que ciertas personas se sentían comprometidas a asumir las decisiones de SBASE, mismas que claramente atentan contra la preservación de ese centenario patrimonio, como propias; y a dar una respuesta tan rápida y, en alguna medida, inconsulta.

”Las marcadas contradicciones en las que incurren las autoridades respecto del futuro de esos vagones eran suficientes para haber evitado sumarse a este despropósito. No fue así.

”Todos mis aportes fueron desoídos.

”Quienes me conocen saben que he tratado de defender el patrimonio de mi ciudad y de mi país durante los últimos 30 años. También saben que he donado muchas horas de trabajo a la organización. En ese escenario pido respeto por mis opiniones. Y no me siento respetado, entre otros hechos, cuando se me envía, para revisar, una ‘propuesta’ que fue entregada la noche anterior, más aún cuando esa propuesta es contradictoria, ambigua; habilitando a que SBASE, con la venia de B!D, haga lo que le venga en ganas con las Brujas.

”En este escenario, y dado que no es la primera vez que algunos miembros de la Comisión Directiva priorizan otros intereses, es que he decidido renunciar a la organización, hecho que le ha sido comunicado, una hora atrás, a María Carmen Arias Usandivaras en su carácter de presidenta y que reafirmaré mediante carta documento una vez que haya efectuado la respectiva consulta con mi abogado.

”Por último, pido a las autoridades que eviten mencionar mi nombre en todo documento, acción, presentación, etc. que se haga pública.

”Mg. Arq. Marcelo L. Magadán”.

Recién llegada de vacaciones, la presidenta de Basta de Demoler, María Carmen Usandivaras, fue tajante a la hora de desmentir las especulaciones. “No hubo acuerdo, no existen asesorías ni contratos y lo del viaje a Brujas es un disparate”, dijo a m2. Usandivaras explicó que la experiencia de la ONG, compartida por tantos vecinos y patrimonialistas, es que resulta inútil hablar con los funcionarios del macrismo, pero que hay que concurrir cuando se los convoca. En este caso, convocaron Piccardo y su funcionario Tomás Palastanga, que pidieron “ser escuchados”. Los invitados dijeron nada más que había que “preservar todos los trenes y usarlos” y que los que no funcionaran debían ser preservados también con otros usos o como fuente de repuestos y partes. “En ningún momento hablamos de 15 trenes o de 30 trenes, siempre hablamos de preservarlos a todos”, subrayó Usandivaras, que se ocupó de destacar que en todo momento les recordaron a Piccardo y Palastanga que tenían el amparo listo para ser presentado.

El parque y el bondi

Las obras inconsultas siguen con la del metrobús en la avenida 9 de Julio, que va a marcar un hito histórico: Macri va a arruinar lo que debe ser el lugar-símbolo de esta ciudad. Perfectamente inútil, crucificada por todo experto en transporte que se pueda consultar, la obra implica la destrucción de cientos de árboles que pueblan las plazoletas de la avenida. En este verano cruel no se puede dejar de pensar qué tanto más difícil será cruzar la Nueve de Julio sin tener siquiera el refugio de las arboledas. Con insufrible liviandad, los funcionarios implicados se limitaron a prometer que los árboles “serán transplantados”, sin decir a dónde ni a qué costo.

La falta de seriedad de todo el asunto es ejemplar y arranca desde el vamos: ¿tanto lío para sacar los colectivos de las laterales de la avenida? El recorrido, además, se superpone al de una línea de subte, y no queda en claro cómo va a afectar el verdadero uso “duro” de la avenida, que es la de funcionar como única vía para los autos que circulan en el eje Norte-Sur. Como no hay autopista ribereña, Alem-Paseo Colón es una colección de problemas y Madero es una autopista camionera, la Nueve de Julio es la casi única vía posible para entroncar con la AU1, ir a Avellaneda o tomar Libertador. Jugar con esto es jugar con fuego.

El tema de fondo es la incapacidad palmaria de planificar el tema del transporte en la ciudad, más la absoluta negación a reconocer errores. Esta semana hubo dos accidentes graves en Santa Fe entre Callao y Libertad, uno el esperpéntico del taxista que le costó la vida a una transeúnte de 22 años. Nadie en el gobierno porteño atinó a reflexionar que tal vez no fue un gran acierto que esa avenida sea ahora de doble mano: la culpa de los accidentes es siempre del que maneja.

Lo mismo ocurre con el proyecto de enrejar el Parque Centenario, que desató esta semana una batalla campal con la policía. Esto de enrejar todos los espacios públicas es, en el fondo, una renuncia a controlarlos por las buenas. Ante el vandalismo y descaso que son norma en esta ciudad sucia y maltratada, se cierra con llave y se usan como excusa los parques enrejados de otros países. Pero resulta que es raro que un parque sea enrejado y la mayoría de los ejemplos elegidos, en particular los ingleses, son espacios verdes que fueron originalmente diseñados con sus rejas. Aquí se les ponen barrotes berretas que no tienen nada que ver con el espacio que cierran, a lugares diseñados por un Thays.

Los funcionarios implicados en esta aventura afirman que los vecinos están de acuerdo con la obra, pero no pueden demostrarlo y todo termina en una suerte de duelo televisado para ver quién junta más vecinos hablando mal o bien de las rejas. Como en todos los casos de este suplemento ya monográfico, no se hicieron anuncios ni consultas, simplemente se comunicó la obra cuando ya estaba decidida, planeada, licitada.

Y todo por no hacer política.

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Leandro Teysseire

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