Sáb 26.07.2014
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Fábrica de estampas

Las grabadoras y dibujantes Delfina Estrada y Victoria Volpini promueven la técnica del grabado a través de piezas contemporáneas.

› Por Luján Cambariere

Delfina Estrada y Victoria Volpini son Fábrica de Estampas. Se conocieron en el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) estudiando Bellas Artes. A ambas las unió la fascinación por el grabado, el idéntico don para el dibujo y las ganas de apropiarse de esta antigua técnica en vistas a un hacer contemporáneo. Así empezaron ensayando en un garaje, al paso del auto saliendo y entrando, y hoy, con taller propio en Saavedra, desde donde salen colecciones de los temas más variados. Desde bellos paisajes marinos o selváticos, animales –un sin fin de pájaros y especies del bosque– y temas originales –exvotos, gabinetes– que ponen de vuelta el ojo y deseo en técnicas como la aguatinta, el aguafuerte y la punta seca con las que renuevan la escena.

¿Cómo empezaron?

D. E. –Armamos un taller en el garaje de los papás de Vicky, que era desmontable porque tenía que entrar el auto. Trajimos la prensa y nos empezamos a juntar libremente. Hasta que en un momento nos dimos cuenta de que era espectacular esto de reproducir grabados en serie. Además había muchas cosas que compartíamos y que nos gustaban a las dos, como las imágenes de las enciclopedias, de viajeros. Tenemos gustos muy parecidos y una misma manera de ver el dibujo, de sentirlo y así comenzamos el proyecto juntas de Fábrica de Estampas en el 2010.

V. V. –A las dos nos fascinaba el grabado y en realidad era como tratar de buscar qué hacer con él porque lo que habíamos aprendido del grabado en la facultad era una imagen muy académica. El grabado en Bellas Artes o es experimental o es clásico, no se mezclan. Y la idea era y es llevar esa técnica que nos encanta, pero poder hacer algo diferente. Además de contemporáneo.

D. E. –Fábrica de Estampas intenta promover la técnica del grabado, que tiene como una de sus mejores características la ser una obra original múltiple y de precios accesibles. El proyecto es una forma de homenajear a los grabados de viajeros, las ilustraciones de libros antiguos, las enciclopedias y todos los temas que nos obsesionan. Luego los vendemos en tiendas o galerías (Wussman shop, Mar Dulce, Ruby, Reunión, Club Albarellos).

Para los no entendidos, ustedes trabajan con...

V. V. –Solemos elegir un tema y lo dibujamos. Utilizando la técnica del aguatinta y aguafuerte se hacen matrices de hierro con las que realizan ediciones limitadas de estampas en papel ciento por ciento de algodón.

D. E. –Lo importante es que no es serigrafía. Somos fanáticas de la chapa, el ácido, la alquimia que se produce. Nos gusta la técnica del aguafuerte. Hacemos el dibujo con punta de grabado, luego va a la cubeta con acido nítrico y ahí surge la magia. Y nos encanta de algún modo y humildemente esto de volver a reivindicarlo. Porque sentimos que los últimos años estaba abandonado. No me voy a poner a hacer historia porque hay personas que saben mucho más que yo, pero hubo un tiempo, los ’60, en que el grabado fue furor. De hecho hoy vas a muchas casas y ves grabados de esa época. Algo que se fue cerrando a los propios talleres en los ‘70. Para nosotras había hoy un espacio donde el grabado no entraba en el arte contemporáneo, por lo menos las técnicas que nos gustaban a nosotras –chapa, aguafuerte, aguatinta, punta seca–. No veíamos mucha imagen contemporánea con esa técnica, entonces decidimos tomarla. Nuestra meta es hacer lo propio, sin pensar en los límites ni fronteras. Con la idea de volver a eso y que la gente pueda comprar un original con precio accesible. Un coleccionismo accesible.

¿Empezaron con dibujos propios?

V. V. –Empezamos con imágenes de enciclopedias. Poníamos un tema y cada una dibujaba una parte del tema. Ya cuando abrimos el taller, el año pasado, los dibujos los empezamos a hacer juntas usando la misma chapa, dibujando entre las dos. Encontramos que ésa era la mejor forma, ya que tenemos una estética que se complementa.

¿Los temas?

D. E. –Empezamos con temas muy simples, animales del bosque, pájaros, plantas, paisajes y después, el año pasado, en nuestro propio espacio, con nuestros libros y gente que venía al taller y se arman muchas charlas interesantes, ahí en ese relax y libertad, empezaron a aparecer otros temas, que vienen de inquietudes propias que arman colecciones.

V. V. –Nos gusta mucho el tema de los gabinetes, que eran anteriores a los museos, los cuarto de maravillas. Ese orden de cosas desconocidas luego de los viajes a América y el exotismo. También el tema de los exvotos, que vienen desde el Medioevo. Tomamos referencias pero después trabajamos a mano alzada lo que nos surge a nosotras hibridando con millones de otras cosas. La Colección Trópicos, por ejemplo, fue a partir de la novela de Aira que leyó Delfina y luego me la paso un verano, y ahí empezamos a pensar en Rugendas y en imágenes de viajeros y divertirnos mezclando todo con los trópico de Capricornio y Cáncer de Henry Miller. Novelas que se cruzan en nuestros grabados.

D. E. –Ahora, por ejemplo, estamos con fronteras. Todos intereses nuestros que volcamos y transformamos juntas en la chapa y lo lindo es eso. Tenemos el poder de que nos gusta y sabemos dibujar, y ésa es nuestra herramienta para un montón de cosas. También pintamos vidrieras, murales, dibujos para estampas. Cuando abrimos en Saavedra, en lo que fuera una antigua mercería, se generó mucho diálogo con la gente del barrio, así que damos talleres para chicos. Y cada día nos sorprende dar con personas que tienen nuestros trabajos. Muchos de exvotos. Una cajita con diez estampas que cada una es para agradecer o pedir por algo: casa, amor, trabajo. En la técnica de punta seca. Exvotos transformados, hibridados, masticados por nosotras y nuestra mirada. Ahora estamos encarando el tema de bodegones barrocos con flores y piedras. El grabado además tiene una materialidad tan especial, es papel con mucho algodón y después está el metal, se nota lo mineral. La reacción del ácido, la chapa. Cuando entintas si hay o no humedad, si el sol le pega al ácido y lo acelera. Mucha magia.

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