Sáb 13.12.2014
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De ciudades y de artes

Viendo lo que se construye hoy es difícil creerlo, pero hubo un tiempo en que la arquitectura era un arte. Para los griegos, de hecho, era el primer arte y cuando enumeraron a sus musas, la madre de todas las artes era la arquitectura. De ahí que decían cosas como que la música era la arquitectura hecha con sonidos, o la retórica era la construida con palabras.

En esta época en que hacer un balcón curvado con caños brillosos en la baranda parece ser la cúspide de lo posible en construcción, también resulta medio soñado que los arquitectos fueran pensadores, gente importante y consultada en las humanidades y la política. El urbanismo no era, como parece ser hoy, una excusa por escrito para que los especuladores hagan lo suyo, sino una herramienta para pensar la sociedad. Como las sociedades tienden a ser urbanas, y sus conflictos y armonías se expresan con mayor fuerza y fluidez en las ciudades, el urbanismo era algo central para el pensamiento.

Para recordarnos estas épocas, la Universidad Nacional de Quilmes acaba de editar otro volumen de su colección “Las ciudades y las ideas”, que dirige Adrián Gorelik. Esta serie es una de alegrías para el lector que no es estudiante o profesor, porque sus títulos sobrepasan la materia y el examen, son realmente interesantes y legibles. Así, incluyen títulos como el Belle Epoque Tropical de Jeffrey Needell, que cuenta la historia de la Avenida Central de Río y su pendant con nuestra Avenida de Mayo, o el casi poético Orfeo extático de la metrópolis, de Nicolau Sevcenko, que se concentra en el nacimiento del poder económico de San Pablo y su explosión como urbe.

A estos dos títulos se le agrega ahora la traducción anotada de Clásicos del urbanismo moderno, la compilación de ensayos dirigida por la italiana Paola Di Biagi y publicada originalmente en 2002 por Donzelli. La idea del libro es simple, la de reunir quince lecturas sobre quince libros fundantes del urbanismo contemporáneo, arrancando con el Der Städtebau nach seinen, de Camillo Sitte, de 1889, y terminando con el Urbanistica, de Giovanni Astengo, de 1966. Nada casualmente, la obra termina hace casi exactamente medio siglo... en parte es crisis editorial, como explica Gorelik en su presentación, pero en parte es crisis de ideas, cansancio nomás.

La cosa es que aquí se puede ver la evolución de las ideas sobre la ciudad desde el victorianismo temprano a la primera crisis de la modernidad a la curtain wall. Se pasa por la ciudad-jardín, por Le Corbusier, por el Lewis Mumford de La ciudad en la historia y por Leonardo Benevolo. También se pueden leer las ideas apagadas de Gustavo Giovannoni, muy quemado por su rol en el fascismo, y sobre todo descubrir cuántas pólvoras ya fueron inventadas una y otra vez, como en tantas otras actividades humanas. Un agregado muy útil a la edición original es que cada capítulo incluye información sobre la edición en nuestro idioma de la obra a discutir.

Patrimonios

La historia del arte, al revés que el pensamiento arquitectónico, se recuperó muy rápidamente del ataque de adolescencia del modernismo, con lo que nunca perdió su rol central en el pensamiento humanístico. La editorial de la Universidad Nacional de San Martín acaba de distribuir dos aportes a esta tradición entre nosotros. Uno es la primera edición de su revista Tarea, el anuario del Instituto de Investigaciones Sobre el Patrimonio Cultural de la universidad, dedicado al patrimonio, su historia y conservación. El contenido registra cinco artículos sobre el problema del título, con polémicas sobre conceptos y límites a la restauración. Se sigue con artículos sobre arte, ilustraciones de periódicos, murales en las Galerías Pacífico, y hasta una lectura de Carlo Ginzburg.

El segundo aporte de la UnSaM es el libro Ejercicio plástico, una colección de estudios sobre el mural recientemente restaurado y expropiado por la Nación al que se califica como “la reinvención del muralismo”. Siqueiros y Spilimbergo lo pintaron en el sótano de la quinta de Botana, en la década del treinta, y este libro cuenta todo: desde cuántas de cal y cuántas de arena se usaron en el revoque, hasta las técnicas de restauración utilizadas, por no hablar de la aventura medieval de cortar los muros y trasladarlos al nuevo lugar de exhibición.

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