OPINIóN
› Por Gerardo Gómez Coronado *
Será porque 2015 es un año electoral y dejó inaugurada la temporada de cortes de cinta, inauguraciones y anuncios varios, o bien porque algún precandidato oficialista de la Ciudad, haciendo proselitismo por la Comuna 8, se topó con los dos pares de vías con catenarias aéreas por las que “de tanto en tanto” pasa un tranvía, la cosa es que el gobierno porteño decidió anunciar obras en el Premetro por primera vez en siete años.
La postergación en inversiones que sufrió este sistema podría incluirse en la clara priorización que hizo la Ciudad en el transporte público de gestión privada –obras del Metrobús para las empresas de colectivos, y la construcción de la terminal Obelisco para las empresas charters y combis– por sobre el transporte público masivo de gestión estatal –como los subtes y premetros–, la desidia con que fue tratado el Premetro excede las conceptualizaciones con que uno podría enmarcar las políticas de obra pública del macrismo.
Uno no suele atribuirles intereses maléficos o perversos a los funcionarios que adoptan decisiones políticas que uno no comparte. Pero interpela mi inteligencia y capacidad de interpretación que la misma gestión que aduce basar sus políticas en los lineamientos del Plan Urbano Ambiental incumpla una de sus instrucciones taxativas, como su artículo 7º “...inc b: La maximización del uso del transporte subterráneo y Premetro mediante la continuidad y extensión de la red con sentido de malla y enlace de los centros de trasbordo.” Es que no se concretó la extensión desde su actual terminal del Barrio Savio (Lugano I y II) hasta el centro de trasbordo del Puente la Noria, pero se invirtió una buena cantidad de dinero en un polémico Metrobús del Sur, que conecta con esa misma centralidad geográfica.
Este original transporte público porteño implementado a mediados de los ochenta por Julio César Saguier –ese buen Intendente de la época pre autonómica designado por el presidente Raúl Alfonsín–, que sería la adaptación empírica ideal que señala la teoría para las zonas de densificación media y media baja, también tiene la particularidad de no haber sido la copia de otro implementado en otras ciudades o regiones. Es probable que en estos tiempos donde el marketing forma parte sustancial del diseño y promoción de las obras públicas, invertir en este tipo de medios de locomoción que no vienen “palanqueados” por consultoras internacionales y se emplazan en un lugar alejado del área central no resulte atractivo a la hora de definir las prioridades de inversión.
Algún lector podrá plantear con razón que el Premetro no resultó tan eficaz en su rol de transporte público masivo conectando el área sudoeste de la Ciudad con la línea E de subtes. Pero esta ineficiencia no sólo se puede corregir realizando la extensión pendiente hasta La Noria, sino incrementando la actualmente desalentadora frecuencia con la que circula y planificando la onda verde de las arterias por las cuales se desplaza. Eso posibilitaría aumentar la velocidad reduciendo sustancialmente los tiempos de viaje.
Un amigo, con sorna, planteó que el problema que tenía el Premetro es que circula por lugares que no suelen frecuentar la mayoría de los políticos y funcionarios. Pero incluso este argumento es rebatible, por cuanto desde hace al menos una década vecinos de Lugano, usuarios y urbanistas vienen alertando sobre esta situación. El tema tuvo recepción legislativa en 2010, cuando el entonces diputado porteño Sergio Abrevaya se hizo eco de los reclamos vecinales y presentó un pedido de informes por las deficiencias en las frecuencias del servicio. Y la propia Defensoría del Pueblo, a través del adjunto Claudio Presman, solicitó la extensión del horario nocturno, que actualmente se corta a las ¡21!
La apelación que hacemos desde estas líneas y en este suplemento por la implementación de políticas públicas sustentables y de largo plazo no tiene como únicos destinatarios a los actuales funcionarios porteños, sino también a todos los que desde distintas posiciones ideológicas terminan haciéndose eco de que la única obra que sirve es aquella que se pueda “marketinear”. Vaya entonces este recordatorio: el Premetro existe y necesita ser re-impulsado.
* Secretario Ejecutivo del Consejo Social Económico, ex defensor adjunto del Pueblo de la CABA.
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