Sáb 26.07.2003
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Telas de casa

Siguiendo fielmente las tendencias de la moda, las ropas de casa también siguen texturas y colores, materiales y formas novedosos.

Por Luján Cambariere

Desde las pasarelas internacionales dan piedra libre a ciertos colores, detalles o texturas, y es claro que la ropa para la casa los replica. Claro que adaptado a la blanquería: muy pocos dormirían gustosos en sábanas de vinilo o se abrigaría con tachas. En líneas generales, todas las etiquetas toman la paleta de colores que eligieron los grandes popes del diseño de indumentaria. El marrón es religión, en todas sus variantes (ocres, beige, terracota y camel). También los verdes, los rojos y el bordó. Para toques vibrantes, el violeta (bric, berenjena y obispo), el amarillo y el naranja.
Lucía Indart, de Serena Tais, explica que “este invierno incorporamos mucha gamuza y cuero, dos elementos no tradicionales en mantas, manteles o almohadones. También pana y terciopelo. Se usan sobre todo en detalles de apliques, como flores de cuero, y en tiras, cintas o flecos de gamuza. Las opciones también suman trabajos bordados a mano, con muchas piedras de cerámica, telar y combinaciones de diferentes texturas”.
“También reaparece con fuerza el corderoy de bastón fino para colchas, fundas y pies de cama, sobre todo en marrón, piedra y camel. Se incorpora el polar. Y mucha lana”, suma Martha Olaso, de Ramos Generales. “Y a no olvidarse de las pieles ecológicas”, remata Luz Muro, de Arredo Casa. “Los pies de cama y almohadones de piel de conejo son sin duda las vedettes de la temporada. También los símil visón y el corderito. Además, nosotros, incorporamos una amplia línea de panamá en colores saturados como mandarina, frambuesa o limón, y para contrarrestar, otra de corderoy en pasteles rosa viejo, lavanda y tierra.”
Los estampados de flores ya no suman tantos adeptos. Más bien hay un resurgir de las rayas en todos los anchos y combinaciones posibles. “Sobre todo mucha copia símil código de barras o cruces, una tendencia que llega de Inglaterra”, suma Muro.
En cuanto a las formas, se modernizan los almohadones. “Se alargan o agrandan y, sobre todo, se combinan con otras géneros poco usuales para la blanquería, como las sedas, creando juegos de contrastes. Por ejemplo: franjas de lana y shantung de seda”, cuenta Olaso. “También toman formas de estrella, corazón, lunas y otros, imitando a los antiguos cotín, vienen con fuelles capitoneados en el medio, para usarlos como respaldos de cama”, cuenta Muro.
Por último, otro de los estandartes indiscutidos de la temporada son los tejidos. En la cima, todos los que llegan de manos artesanas realizados allá lejos y hace tiempo, como los de lana de oveja o llama teñidos con tintes naturales –hojas, cáscaras de nuez, tierra, sales– por comunidades indígenas del norte argentino. Más accesibles, las prendas de punto en hilo o lana que se tejen en casa. “Se puso de moda un telúrico moderno que los extranjeros consumen desesperadamente y el mercado local empezó a incorporar. Llama, oveja, chaguar y barracán”, suma Olaso.
En líneas generales, todas coinciden en que el consumidor local de blanquería es muy conservador. Celebra la llegada de nuevos géneros, texturas y estampas, pero a la hora de comprar suele inclinarse por los clásicos. En ropa para la cama, los clásicos pasan por el blanco. Sábanas ciento por ciento algodón –si es con vainillas o bordados mucho mejor– o piqué y mantas de gabardina o lana. A lo sumo un beige u ocre claro.
Los manteles son rectangulares o cuadrados –el redondo hace tiempo se dejó de lado– en distintos algodones bordados a mano o con apliques combinados. Y sobre todo, para las mesas más vanguardistas, los dúos de caminos largos con apliques de piedras y bordados que se ubican a lo ancho de la mesa reemplazando a los individuales.
Versión niños y adolescentes
Para chicos, las etiquetas optan por incorporar jean, corderoy, mucho peluche y sobre todo apliques de polar de flores, bichitos como vaquitas de San Antonio, avioncitos, autitos, trenes y motivos emblemáticos como dinosaurios. En Serena Tais barrieron con las chichoneras para las cunas de los bebés, y las reemplazan por almohadones varios. Mientras que en Christine’s, donde ostentan un segmento especial para adolescentes, abrevan de gabardinas, gasa, terciopelo y corderoy, al que le aplican todo tipo de piedras, cintas, canutillos y bordados en hilo en tonos que pasan por el violeta, naranja, verde y turquesa.
Para obtener un diez en el armado de una cama, todas señalan que se necesita un buen juego de sábanas, cuatro almohadones grandes –no va más el chiquitaje– un cover o cubreedredón y, fundamental en la temporada invernal, un pie de cama de lana, piel o polar que aporta el color, calidez y es sumamente práctico, ya que permite abrigarse sin desarmar toda la cama.

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