La ONG Defendamos La Plata acaba de conmemorar una tristeza, los cinco años desde que se aprobó el Código de Ordenamiento Urbano que permitió desfigurar la capital bonaerense hasta un grado realmente chocante. Según DLP, “un día como hoy los hermanos Bruera, Valeria Amendolara, Javier Pacharotti, el resto de los concejalas brueristas, Juan Lotúmolo, el moyanista Daniel Forte y los felipistas Jacinta Tritten y Juan Pedro Cháves, reunidos en el Concejo Deliberante con la excusa de nombrar a dos ciudadanos ilustres, vendían de manera mafiosa nuestra ciudad a los especuladores de la construcción y el empresariado inmobiliario, firmando de contrabando una sentencia de muerte. A no olvidar”.
La sesión del 29 de abril de 2010 fue de hecho el origen de Defendamos La Plata, la organización que se terminaron dando los tantos vecinos rebelados ante el nuevo Código. En estos años, la ONG logró un alto grado de difusión y movilización, colocó a su ciudad en la lista de lugares en peligro del World Monument Fund y presentó un recurso de inconstitucionalidad del Código ante la Corte Suprema bonaerense. Sus actividades pueden seguirse en Facebook en defendamoslaplata, en Twitter en @defenderlaplata y en el blog defendamoslaplata.blogspot.com.
El órgano oficial de las grandes constructoras y grandes estudios, el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo, CPAU, acaba de lamentar el duro parate de la industria. Según sus propios “especialistas”, el problema es la inflación, el cepo cambiario y la timidez de un año electoral. Es notable que las tres “explicaciones” apunten al carácter especulativo del sector, ya que el principal problema según el CPAU es la obligación de hacer las operaciones en pesos y de declarar el origen de los fondos. Es casi doloso subrayas la dificultad de comprar dólares como una razón para la recesión inmobiliaria, ya que las operaciones se pueden hacer en pesos.
Hace cuatro años, antes del “cepo”, se pidieron 201 permisos de construcción en la ciudad. Este año, se pidieron apenas 23. La caída en el número de permisos es de más del ochenta por ciento, pero la caída en metros cuadrados totales es del 75 por ciento, lo que indica que los edificios que se siguen planificando son grandotes. Esto se explicaría por el aumento del precio de los materiales y, curiosamente, porque los terrenos en la ciudad aumentaron un 2,35 por ciento. En el último item no se aclara si se habla de un aumento en dólares o en pesos, lo que llevaría a conclusiones muy diferentes.
Como el déficit habitacional de los porteños sigue intacto y la población de Buenos Aires sigue estancada desde hace décadas. ya está instalada la metáfora de que buena parte de la construcción –sobre todo de torres y de lugares como Puerto Madero– consiste en cajas de seguridad de hormigón. Pedir explicaciones sobre el dinero que financia este peculiar mercado no es algo para quejarse, es simplemente combatir un tipo de evasión fiscal que ya parecía un derecho adquirido. Que una institución pública que supuestamente representa a los profesionales se queje en estos términos de la situación es una ceguera selectiva y una falta de imaginación: ¿No se les ocurre otra manera de trabajar que no sea blanqueando capitales?
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