Escuela Atico de Diseño y el Mercado Don Toto, vecinos del
Distrito Boulevard Sáenz Peña, en Tigre, inauguran hoy su muestra de diseño nacida de un original taller de reúso.
A contracorriente de lo descartable y lo virtual, los coleccionistas atesoran piezas del mundo material de connotaciones inmateriales: cosas que recuerdan una época, tradiciones familiares, gustos personales, valores, aficiones, y sobre todo su infancia. Como se entiende, esto incluye muchas piezas que no son “antiguas”, pero sí pueden ser de colección y por cierto son una materia prima gloriosa para los diseñadores.
Este es el tipo de cosas que pasan en el Mercado Don Toto, el paraíso material de una mujer que es coleccionista, restauradora, emprendedora, mentora de todo un distrito cultural en Tigre y guía de un viaje en el tiempo a través de productos. “Cuando la gente entra a Don Toto siempre se emociona. Recuerdan a sus padres, abuelos, tiempos vividos. Ya sea por los juguetes o piezas –desde latas hasta carameleras– o electrodomésticos que estaban en las casas o cocinas de su niñez. Un flashback material que siempre sorprende y conmueve”, adelanta Soledad Benvenuto. En el mercado hay preciosas estanterías, latas antiguas a cual más linda que cuelgan del piso al techo, desde las clásicas Canale hasta las gigantes de yerba o de té Ibarra, Tigre y La Morenita. Hay vajilla, electrodomésticos, vinilos, arañas, relojes, cámaras, revistas, libros, carteles, todo tipo de enlozados, radios, valijas, luncheras de cartón y cuero, sombrereras... la lista es interminable. Mención aparte las tulipas de cristal y vidrio en gran variedad de formas y colores y los juegos de loza inglesa, tazas de té, café y platos en blue. Y también sus colecciones personales de juguetes de chapa Matarazzo, el Topo Gigio y carameleras de vidrio, las Mu-Mu con formas de animales, soldados o temáticas de navidad.
“Desde que tengo el mercado, mi idea fue siempre abrir el juego porque hay lotes enormes de un mismo objeto que no son antigüedades, pero pueden ser el puntapié inicial de muchas transformaciones que pasan por re-significar objetos. Tulipas, latas, frascos, caireles, partes de lámparas”. Y continúa: “Para los coleccionistas que somos bastante acopiadores, vale reconocerlo, es muy difícil soltar. Igual soy una de las pocas coleccionistas que se desprenden y me obligo con eso a ejercitar el desapego. Y soy feliz de darle nueva vida a muchos objetos”.
Así se abrió la puerta para que 14 diseñadores salieran a jugar entre miles de objetos y para conformar nuevas piezas. Esto surgió de la confianza y sinergia que tiene con otro vecino del Boulevard, la escuela Atico de Diseño de nuestra periodista especializada Luján Cambariere. Fue ella quien eligió y convocó a Ana Wasserman, Sabina Tiemroth, Rosaura Flynn, Nacho Fabio, Eugenio Paz, Matías Pérez Fichera, Iván Lopez Prystajko, Fernando Pacheco, Ivana Crivos, Cristian Izurieta, Javier Gómez Dodero, Cecilia Sonzini, Leandro Leccese y Juan Pablo Cambariere. Hubo tres días de trabajo colectivo para crear Y se hizo la luz, una colección de casi doscientas piezas bajo la consigna de unir lo mejor del pasado y el presente, transformando cientos de partes cargadas de historia en todo tipo de luminarias y objetos.
En esos tres días nacieron la colección de lámparas Arabes realizadas con frascos y partes de otras lámpara, las Tulup de combinaciones de tulipas antiguas en los más increíbles tonos pastel, veladores realizados con linternas antiguas y las más increíbles pantallas de vidrio de antaño, otros con partes de candelabros y arañas desarmadas, los Trompos para colgar, la colección Mimbre de luminarias de colgar reciclando sifones antiguos y otras bellezas únicas como veladores con pantalla de globo terráqueo. Además de otro sin fin de objetos con familias de personajes que cobraron vida gracias a piezas, tuercas, cepillos, ralladores o partes de caireles.
“En el diseño ningún comienzo es de cero, obviamente vivimos, sentimos y recordamos. Y se hizo la luz fue la prueba más contundente. Al entrar en Don Toto comenzamos a ilustrar toda la información que acumulamos desde que nacimos y a ver objetos (discos, libros, cajas, botellas, relojes, taza) que nos rodearon mientras nos hacíamos. El workshop fue eso: la idea que creemos que nace de la nada pero lleva todo ese bagaje. Fue muy difícil no comportarse como un niño en una juguetería durante una madrugada y ahí está la dificultad que legítimo como diseño a todo el workshop y no sólo como una actividad recreativa. Buscamos, elegimos, modificamos, armamos y por último nos sorprendimos cuando cada una de nuestras creaciones comenzaron a iluminar”, cuenta el diseñador industrial Eugenio Paz.
Para Matías Pérez Fichera, “trabajar dentro de un ámbito como este, rodeados de objetos sin nombre ni destino, en compañía de personas ricas en imaginación, dispuestos a debatir ideas e intervenir en conjunto es una experiencia única. Abordar un proyecto de diseño con una sola mirada, personal, puede ser interesante, pero es mucho más enriquecedor que un mismo objeto cuente el diálogo entre dos o más partes. Las ideas nacen, recorren el taller, pasan ante la mira de todos y la opinión constructiva las hace crecer, eso genera que en poco tiempo puedan aparecer resultados ya que al compartir la idea frente a la experiencia de los demás los problemas encuentran múltiples soluciones en poco tiempo, haciendo fluir al proceso. A veces menos es más, otras dos o más son mejor que uno”.
“Proyectar, diseñar, producir, es algo que nos moviliza diariamente en nuestro estudio. Ahora, cuando te tomás un recreo de tu trabajo para tomarte unos días para ser convocados por una persona que admiramos para disfrutar de tres días de proceso e intercambio y sobre todo a experimentar lo que uno, por estar en un estadio laboral deja de lado como el juego que luego de cómo resultado un producto, fue genial. Fue meterse en un mundo de ficción”
“En nuestro caso después de dar vueltas y vueltas en el mercado, en un rincón divisamos muchas botellas de vino mistela que venía recubierto con mimbre y hacia ahí fuimos con Izu. Elegimos muchas, alguna damajuana y nos fuimos al Atico a meter las manos en la masa, que en nuestro caso fue el mimbre. El resultado son luminarias que resignifican el mimbre y continúan su trama pero traducida en un material mas plástico como la lycra, que nos resulta un material cotidiano en nuestro estudio. Estamos felices con semejante experiencia que nos vincula con lo mas esencial de nuestra profesión, el juego, el proyecto, el color”, detalla Ivana Crivos.
Por último para Sabina Tiemroth: “Haber participado de esta experiencia de workshop en Atico y en el Mercado Don Toto, fue muy enriquecedora, en lo personal, un gran desafío de trabajar y jugar con materiales que escapan a mi cotidianidad; y desde la vivencia colectiva, hermosa, siempre muy motivadora e inspiradora. Por otro lado, descubrir y encontrar esa magia del Mercado, con todo su ajuar e historias guardadas, fueron un buen motor de acción para dejarse llevar por esos materiales, colores y formas, que luego contarían nuevas e iluminadas historias”,
La muestra abre hoy desde las 18 en Mercado Don Toto, Albarellos y Pizarro, Distrito de Arte y Diseño Boulevard Sáenz Peña, Tigre.
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