Una alegría argentina en una semana en que Rodríguez Larreta anunció que va a arruinar San Telmo.
› Por Sergio Kiernan
Estambul no fue el escenario primario del reciente intento de golpe militar en Turquía, que se desarrolló primariamente en Ankara. Pero los disturbios y la violencia no impidieron que la Unesco declarara patrimonio de la Humanidad una serie de obras de Le Corbusier. La declaratoria es excepcional y novedosa, porque por primera vez declara como tesoro cultural 17 piezas en siete países: el hilo conductor es conservar la obra de un autor y un muestrario esencial de su arte.
La lista nos incluye porque entre las piezas está la casa que el médico Pedro Curutchet le encargó al suizo, que envió los planos en 1949. Para mayor carga histórica, el director de la obra fue Amancio Williams, que Le Corbusier consideraba su discípulo local. Construir la casa tomó cuatro largos años y se la inauguró en 1953. Para dar una idea del calibre de la inclusión basta pensar que en la lista está el complejo del capitolio de Chandigarh, en la India, que Le Corbusier estaba diseñando cuando llegó el encargo argentino; la Casa Guiette de Amberes, las casas de Stuttgart, el Museo Nacional de Tokio, y los edificios de Marsella y de Ginebra. Como se puede ver, lo elegido toma treinta años de carrera, de mediados de la década del veinte a mediados de los cincuenta.
La idea de que Unesco protegiera este patrimonio surgió del gobierno francés en 2004 y fue apoyado por los gobiernos de varios países. Entre nosotros, la presencia de la Curutchet fue empujada con ganas por el Icomos Argentina, que envió una delegación a Turquía. La casa Curutchet es ahora un museo en La Plata, que abre los fines de semana y los feriados, con visitas guiadas. Es un gran atractor para la capital bonaerense, que tiene la única pieza del Cuervo en América del Sur para mostrar. Y quien no pueda hacerse una escapada a ver la casa en vivo, puede verla en las fotos del colectivo organizado por Icomos Argentina y la Fundación La Plata, que organiza safaris con cámara por la ciudad. Las fotos del edificio están en http://casacurutchet.icomos.org.ar. Dos de las fotos, de Andrea Hernández Mason y de Mario Volpi, ilustran esta nota.
Que la Unesco destaque una pieza patrimonial no significa que ayude materialmente a protegerla. En rigor, lo que hay que saludar de la declaratoria es la redoblada responsabilidad de preservar la pieza en cuestión y la presión moral que significa que el organismo cultural de las Naciones Unidas vigile el estado del edificio.
Haría falta un Marlon Brando en la piel del coronel Kurz para expresar el horror que causa el proyecto de “prioridad peatonal” para San Telmo que acaba de anunciar el gobierno porteño. La idea es extender ese estilo anodino, con farolitos chinos y arbolitos, al sur porteño y con la misma indiferencia al entorno que ya se ve en el Centro y la City. Esta barbarie va a avanzar por Perú y ya se está comiendo el pasaje 5 de Julio entre Belgrano y Venezuela.
Los renders que publicó la Ciudad y repitieron con elogios sus diarios oficialistas muestran que también se va excavar en esta zona francamente arqueológica, con lo que se va tirar a la basura todo resto de vías, empedrados y yacimientos que molesten. Se van a tirar al río los cordones de granito y se va a reemplazar todo con esos baldosones de calidad dudosa y esos ladrillos grises, más rejitas de metal para los desagües. El proyecto incluye plantar jacarandás y crear algo llamado “colchones verdes” (por qué no harán plazas...).
Como se ve, esto es retomar el viejo proyecto del ex ministro Daniel Chain para la calle Defensa, que acabó en papelón porque Chain no sabía que no se podían hacer peatonales sin una ley votada por la Legislatura. Antes de pasar al gobierno nacional, donde hace sus negocios con perfil más bajo, Chain pudo perfeccionar la “tecnología intelectual” inventando la “semipeatonalización” actual, que no necesita ley ni debate. Con lo que el nuevo capítulo del Plan de Ayuda a Jefas y Jefes de Empresas Constructoras puede avanzar tranquilo.
También se reactivó el proyecto del metrobus en Paseo Colón, que incluye cargarse un Sitio de la Memoria y dos edificios municipales históricos y recientemente restaurados. Y se tomaron cuatrocientos millones de dólares de la Corporación Andina de Fomento para crear el Paseo del Bajo, el nombrecito dulce de la conexión entre la autopista a La Plata y la del norte. Y se están haciendo desmanes en el Zoológico, como pasarle una hidrolavadora a la Fuente Anchorena, lo que augura un maltrato dañino a un conjunto de edificios muy, pero muy valiosos y literalmente únicos. Desde que cesó la concesión a los privados, que ni pagaban el canon, el gobierno municipal hizo tareas de mantenimiento mínimas, sacó algunos animales, aumentó la entrada y creó un sistema de cupos para que no haya demasiada gente a la vez. Muy bueno para los animales, pero no hay ni indicios de que esté pensando en qué hacer con los delicados edificios históricos.
Una buena semana en el planeta Rodríguez Larreta.
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