Este martes, el Cedodal, que dirigen Ramón Gutiérrez y Graciela Viñuales, inaugura este martes una exposición sobre un tema realmente llamativo, la Arquitectura y Poblamiento en Malvinas entre 1764 y 1850. El interés es doble, porque por un lado se estudia y describe visualmente la improvisada arquitectura de uno de los lugares, todavía, más remotos del planeta, y por el otro se comprueba que las islas nunca fueron abandonadas antes de la invasión británica de 1833. Lo que se ve es que en 1764 Bougainville funda Port Louis bajo bandera francesa, asentamiento continuado por los españoles como Puerto Soledad, un breve interregno inglés en Puerto Egmont y la efectiva presencia argentina a partir de 1811, que sólo termina por la fuerza.
La muestra, organizada junto a la Organización de los Estados Iberoamericanos, es un homenaje a los trabajos pioneros en esta materia del arquitecto Alberto de Paula, complementados y muy bien ilustrados por Rafael Saiegh en su libro de 2005 “Francia en las islas Malvinas”. La invitación es para las 19 horas en Paraná 866, y la muestra puede verse de lunes a viernes, de 10 a 20, hasta el 29 de agosto.
Hace cincuenta años, el olvidado y olvidable dictador Juan Carlos Onganía se cargó algo llamado autonomía universitaria, en nombre del anticomunismo y de la religión. La UBA fue por primera vez definida como un nido de subversivos, ateos y otros indeseables porque enseñaba cosas como psicoanálisis, matemática moderna y lingüística estructural. Después de nuestros siniestros Videla, Massera y compañía, parece mentira que hubiera una primera vez en este tipo de acusaciones infundadas y reaccionarias, pero la hubo y fue en el invierno de 1966, cuando la infantería de la Policía Federal entró a palos a la Universidad porteña. Fue la noche de los bastones largos, el fin del respeto a los fueros universitarios, el arranque del exilio de tantos profesores y científicos, el momento de decadencia intelectual argentino. Onganía era un bruto pero no un tonto: en junio de 1966 derrocó a Arturo Illia, al mes casi exacto mandó a tomar por la fuerza el Rectorado y cinco facultades. En los días siguientes renunciaron 1300 profesores de la UBA, muchos de los cuales además se exiliaron, algo también novedoso.
Para marcar este triste aniversario, el Consejo Profesional de Ingeniería Civil le rindió homenaje a Hilario Fernández Long, que era rector de la Facultad de Ingeniería al momento de los palos. Long es recordado como un defensor de la autonomía universitaria y de los derechos humanos, y como miembro de la Conadep en 1983. Long falleció en 2002 pasados los ochenta años de edad, con lo que llegó a ver la democracia y a recibir distinciones académicas por sus desvelos.
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