El proyecto de urbanización del Parque de la Ciudad va a costar 51 hectáreas de verde para crear un proceso de gentrificación violento y un estupendo negocio inmobiliario.
› Por Sergio Kiernan
El larretismo, variante actual del macrismo en funciones, está logrando una síntesis verdaderamente notable entre la pulsión básica del PRO, que es el negocio inmobiliario, y sus muy difíciles de definir ideas políticas. El macrismo es más una serie de reacciones a la realidad, un reflejo más de señora gorda, que una visión ideológica. Pero los recientes anuncios sobre el Parque de la Ciudad reúnen pulsión e ideas: un hermoso negocio inmobiliario y el mayor proyecto de gentrificación jamás visto en esta ciudad tan maltratada. De paso sea dicho, el costo son 50 hectáreas de verde que nunca más vamos a recuperar.
El Parque de la Ciudad es un campo chuzo de cien hectáreas que ningún gobierno, municipal o autónomo, entendió jamás. El desarrollo de Buenos Aires dejó esta zona del sur porteño con grandes descampados que se fueron llenando medio a la bartola, medio con planes. Jamás se supo de una idea urbanizadora que realmente tomara esta zona como lo que es, el pobrerío de nuestra ciudad. El parque sólo servía para mantener un poco la cuenta de metros verdes por habitante, y poco más. Nadie iba especialmente a ese parque.
Los militares y el PRO presentaron la misma idea: que había que hacer algo con ese espacio, y ese algo era construir. La ramplonería de esta idea es absoluta, es una confesión de que no se sabe realmente qué hacer. La dictadura creó el Interama, un negociado espectacular, sólo comparable a las autopistas, y el macrismo presentó la idea de la Villa Olímpica, que implica demoler todo el parque de diversiones castrense y dejar sólo la famosa torre, que se gana la vida como antena de comunicaciones.
En el lugar sólo hay un edificio, fuera de las ruinas del Interama, el incompleto hospital Cecilia Grierson. La primera propuesta del macrismo fue la Villa Olímpica, cuatro manzanas extra large más viviendas para los deportistas que el sucesor de Daniel Chain en el ministerio de Desarrollo Urbano, Franco Moccia, definió como un préstamo. Esto es porque luego de su uso olímpico serán vendidas como “vivienda social” pero de clase media, ya que hay que calificar para un crédito, por blando y conveniente que sea.
Si esto fuera todo, no sería motivo de tanta alarma, ya que se perderían algunas hectáreas de verde pero tal vez el parque ganaría usos nuevos y el barrio una pequeña colonia de clase media, que muchas veces mejora los servicios. Pero el macrismo raramente sabe parar y el larretismo hasta ahora no tiene frenos, con lo que se acaba de votar en la Legislatura la idea de cargarse medio parque, mantener los tres edificios existentes, hacer la Villa Olímpica con sus viviendas, y vender y asfaltar bastante más. De las 100 hectáreas del lugar, 31 se van a construir y veinte a asfaltar. Apenas 49 seguirán siendo verdes.
El proyecto es absolutamente privado, pero con la habitual manito amiga en materia de infraestructura. Habrá calles, veredas, servicios, bulevares y dos escuelas para el nuevo barrio. Los terrenos serán subastados y apenas el treinta por ciento de cada desarrollo debe ser para viviendas, con el resto habilitado para oficinas y locales. Casi lo único bueno del proyecto es la obligación de hacer pulmones de manzana -chocolate por la noticia- y una altura máxima de siete pisos.
Lo realmente interesante es ecuación social del emprendimiento. En Villa Soldati viven unas 40.000 personas y en el nuevo barrio pueden caber unas 20.000, aunque no se sabe si tomando sólo el treinta por ciento obligatorio de viviendas o el cien por ciento de lo construible. En el peor de los casos, significa una suba en la población del 50 por ciento. Como este barrio nuevo es de clase media o más, su creación significa una enorme suba en los autos y en la demanda de transporte y servicios, que el proyecto ni siquiera menciona al pasar.
La ley indica que la mitad de lo que se recaude en la subasta de los terrenos se debe gastar para urbanizar la villa 20. Esta generosidad se explica porque la villa está enfrente del parque, un muy mal argumento de venta para viviendas de clase media u oficinas, ni hablar de los locales. Para el mes que viene está anunciado el comienzo de obra de 500 viviendas sociales, de un total de 1500, que en teoría podrían alojar a la villa entera. Según la ley, el resto del dinero va a la Comuna 8 (Soldati, Riachuelo y Lugano) para obras indeterminadas.
Si este barrio nuevo se hace y si “prende” como un Puerto Madero tierra adentro, Soldati va a recibir una suerte de bomba neutrónica social. No hace falta mucha imaginación para verse venir los desalojos, las demoliciones en el entorno del parque, el reemplazo de casas por edificios, el desplazamiento masivo de gente de su propio barrio porque su barrio ahora tiene otra clase social. Ese va a ser el costo del proyecto, el de la expulsión “a la provincia” de gente que no puede costearse vivir más en la ciudad.
Y esa es la agenda de fondo.
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