Como se sabe, el amigo presidencial Nicolás Caputo ocupó un regio terreno en la calle García Lorca 202 para el obrador de la torre que está construyendo en esa zona de Caballito. Los terrenos son ferroviarios y serán parte del parque lineal que se planea para el oeste porteño, pero la constructora privilegiada por la ciudad y la nación se tomó la libertad de instalarse. A esta denuncia de los vecinos le agregó una dimensión extra Gustavo Desplatz, el coordinador de la Proto Comuna Caballito. Lo que contó es que “cuando hablo con el representante de Caputo, primero dice que los terrenos son de ellos. Cuando le muestro los planos que marcan lo contrario, dice que en realidad los dueños anteriores tenían un acuerdo para usar el terreno. Cuando le comento el fin y caída del Uso Ferroviario, me comenta la verdad: que lo ocuparon ellos para evitar que otros lo ocuparan. Impresentables”.
Es una lógica realmente interesante, en la que es grave que algunos necesitados ocupen un terreno justo enfrente de una torre a vender a buen precio, con ammenities y todo, pero es bueno que la ocupe una empresa de porte. Es que lo uno puede afectar la venta de la torre, lo otro no... Los Caputo se instalaron tan cómodamente que están talando algunos árboles y plantando enredaderas y jazmines, y empezaron a desguazar la rueda de giro de locomotoras que quedaba en el terreno. Todo como si efectivamente fueran a crear un jardín privado para su edificio.
Ciento sesenta vecinos de San Telmo ya firmaron una carta protestando por el anuncio, este miércoles, del nuevo bodrio que amenaza la avenida Caseros. Los vecinos ya lograron sacarse de encima al famoso ovni de la esquina de Piedras, verde y tan feo que se transformó en uno de los primeros casos de cierre de obra por cuestiones estéticas. Esta vez la cosa es aun peor, porque se trata de un terrenote enorme entre Perú y Bolívar -el viejo galpón verde- y se trata de un edificio Astor, inspirados en un freezer en cuanto a masividad de diseño.
Para los vecinos, un bodrio de semejante escala es “una invasión a uno de los sectores más tradicionales de nuestra ciudad, un tremendo descuido de su riquísima historia patrimonial que nos llena de angustia y desesperanza”. La carta no es de un grupo de luditas que odia el progreso, sino un texto bastante más lúcido que los que diseñaron el Astor y los que lo financian. Así, los vecinos explican que su carta “no significa que estemos en contra de que se construyan nuevos edificios, sino que no justificamos la desidia con que se encara la ‘amistad’ que estos debieran tener para no perder la identidad edilicia, cultural y social del Casco Histórico”.
Esto es básico, pero raramente es observado por una profesión que vive copiando revistas norteamericanas y no mira el entorno, si lo mira no lo respeta y si lo quiere respetar arruga ante el comitente. Los vecinos hasta mencionan el otro bodrio desubicado, la Torre Quartier de Garay y Chacabuco, de noventa metros de altura, y se permiten sugerir alturas y volúmenes menos prepotentes en su avenida. Es que este Astor va a medir sobre Caseros 97,47 metros, sobre Bolívar 73,66 y sobre Perú 36,49, todo con casi treinta metros de altura. Va a ser una muralla, lo más grande y masivo de lejos en la zona.
Es interesante ver cómo fue que se autorizó semejante mazacote en la zona de amortiguación del Casco Histórico. Si se construye, va también ser interesante la comparación entre este diseño masivo y desangelado, tan carente de gracia, con el “edificio de los ingleses” que toma toda la cuadra de Caseros entre Bolívar y Defensa. Ambos edificios comerciales sin ninguna pretensión de arte, separados por un siglo y por la completa decadencia de una disciplina.
El próximo viernes se realiza el cuarto encuentro del Centro Estudios Ribera Buenos Aires “Celebrar el río: los ríos de Buenos Aires”. Nuestra ciudad abunda en ríos, desde el enorme Plata al conflictivo Riachuelo, más una cuenca escondida bajo las calles. El uso, el mal uso y el no-uso de este capital es el tema del encuentro, que incluye rarezas como el Colectivo Expediciones a Puerto Piojo, que va a hablar de la última playa porteña, en la costa del Dock Sud, la corrida por el patrimonio de la cuenca, la geografía hídrica de la ciudad, la tradición del remo en el sur bonaerense, por qué ignoramos nuestros ríos, su presencia en la cultura y los medios y, para cerrar, la pregunta sobre para qué sirve el río de la Plata. Es en el auditorio del CPAU, 25 de Mayo 486, a partir de las 17. Más informes en www.riberaba.org.ar.
La horrenda obra en la Villa Roccatagliata volvió a la vida, luego que la Ciudad corrigiera el enredo burocrático de origen y por lo tanto cesara el amparo que la tuvo frenada por años. Como se sabe, la linda quinta italiana de la esquina de Balbín y Roosevelt, en Saavedra, va a quedar enanizada y encajonada por dos muros de hormigón y vidrio de 28 y 13 pisos de altura, uno a cada lado. Todo muy rentable para los especuladores, pero fatídico para el barrio y para la casona.
La casona está catalogada por pedido de los vecinos, pero los legisladores sólo protegieron la casa y no el parque, no sea que alguien se enoje. El abogado Jonatan Baldiviezo está preparando un amparo urgente, diciendo que se ocupa el pulmón de manzana y se supera la altura máxima permitida, todas cosas que el gobierno porteño niega. De hecho, los voceros del larretismo se permitieron avisar que antes de fin de año mandan a la Legislatura el nuevo Código “para evitar estos problemas”. Como para el PRO “evitar problemas” es callar a los vecinos, va a resultar interesante ver qué contiene este código.