Falta menos de un mes para que se repita esa buena idea que tuvo la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Arte Decorativo: el 3 de septiembre se inaugura la segunda Feria de Anticuarios. El año pasado, la Feria convocó a 20.000 personas al Palais de Glace a ver una suerte de museo aleatorio colmado de tesoros que raramente pueden verse y que cubría prácticamente todos los estilos conocidos por el hombre desde el siglo XVIII. Como de paso, la Feria comprobó la solidez y calidad de ese patrimonio flotante en manos privadas que son las antigüedades. El nivel general de calidad de lo exhibido era muy alto y hubo piezas inolvidables, que no harían un feo papel en las más prestigiosas ferias europeas o norteamericanas. Y también se pudo comprobar una vez más que la vida civilizada no termina al salir de la capital, con sorpresas como la elegante muestra del museo municipal de Tandil.

Para este año, el invitado institucional es el museo de Luján –legalmente, el Complejo Museográfico Provincial que recuerda a ese patriota de las colecciones que fue Enrique Udaondo– y el MNAD exhibirá piezas del dormitorio de Matías Errázuriz Ortúzar, de cuando vivía en el palacio que hoy aloja al Museo. Estos muebles –un juego de dormitorio portugués del siglo XVIII– estarán más adelante en la Sala Imperio que prepara el Museo. Además, se exhibirán donaciones recientes y tres suntuosos juegos de platería del siglo XIX.

Los privados reunirán las principales casas de antigüedades de la ciudad, tres joyeros, cuatro especialistas en textiles, dos libreros, un relojero, seis galerías de arte y el mobiliario étnico de Ricardo Paz. Y habrá una batería de conferencias sobre temas como coleccionismo, Figari, la loza de la Compañía de Indias, Villa Ocampo, tejidos y alfombras, y patrimonio artístico. Se destaca la visita del director de Museos y Bienes británico, Nigel Pittman, que irá directo al grano explicando las políticas de preservación patrimoniales y de casas históricas en su país.

Pero lo fundamental será darse un baño de belleza, que nunca sobra. Una feria de este tipo es un catálogo de estilos y soluciones de diseño acumulados a lo largo de los siglos. Para los que están en este tema, vale la pena llevar el lápiz. O la cámara.