LA CIUDAD Y LA CRISIS, EN LA VISIóN DE CARLOS LEBRERO.
La recomposición de la figura
Por Matías Gigli
¿Hasta cuándo se sostendrán los sistemas de servicios públicos? ¿Qué porcentaje de desempleo aguanta una sociedad urbana? ¿Cómo podremos proseguir en un sistema donde la población no acumula capital o no hace disponible su excedente para la inversión y ataca a quien puede brindarle financiación para su desarrollo?
Son preguntas que se hace Carlos Lebrero, presidente de la Sociedad Central de Arquitectos, profesor titular en la FADU y codirector de su posgrado de Gestión Ambiental Metropolitana. Y en un esquema de la ciudad, realizado por el equipo multidisciplinario del Plan Urbano Ambiental, tiene parte de las propuestas para lo que le toca de la crisis a Buenos Aires.
En el esquema se expresa el programa de ordenamiento de las áreas de intervención, los mejoramientos de la conectividad, la consolidación de la identidad y la integración de espacios verdes. En él vemos cómo los proyectos expresan el análisis en función de las necesidades de la ciudad.
Lebrero rápidamente sugiere que para entender nuestro presente hace falta contraponerle el plano de Buenos Aires actual, en donde el frente de pobreza avanza día a día, y la franja de contaminación es una barrera que bordea el límite sur de nuestra ciudad.
Según el arquitecto, en los momentos de crisis como los que estamos viviendo, hay que cambiar el enfoque. No se puede continuar con las pautas propias del pasado, ya anacrónicas. Los proyectos hay que construirlos dentro de los procesos actuales.
El plano de la ciudad de Buenos Aires representa un ordenamiento de proyectos ligados a las necesidades de nuestra ciudad. No obstante, debido a las rupturas y los quiebres que sufrimos en la actualidad, es necesario fijar nuevas pautas. Desde diciembre en adelante todo ha cambiado y las estrategias deben ser rediseñadas.
Dentro del marco de la difícil situación económica y social, a nuestra ciudad se le suman los recientes cambios en la administración de Planeamiento Urbano que deja a la vista la creciente escasez de recursos que debemos afrontar, ahora como parte de la nueva Secretaría de Medio Ambiente y Planeamiento. Esto preocupa y deja sin un horizonte claro el futuro para las soluciones de conflictos urbanos. El Plan Urbano Ambiental por ahora se ve postergado hasta que sea aprobado por la Legislatura.
Vivimos dentro de un sistema de intereses sectoriales y pareciera que las visiones totalizadores no presentan interés. En estos momentos más que nunca, deben existir enfoques con variables más comunitarias, con conductas que permitan revertir el sinsentido suicida de una sociedad que exporta su capital, para lo que debe ser realizado el esfuerzo de sostener el patrimonio urbano con los proyectos más rentables socialmente, valorizando el esfuerzo realizado y aportando nuestra capacidad para esta difícil etapa.
La situación requiere de concertación y el mayor esfuerzo para regenerar círculos virtuosos que apoyen tendencias positivas. Sin planificación, que es la forma en que los países plantean su desarrollo, no tendremos futuro.
Ante la fragmentación, la convulsión y el azar es imprescindible contraponer el trabajo y la participación.