La casa en detalle
Radiografía de un joven estudio de arquitectura: Le Monnier/Preiti/Zanada.
Por Matías Gigli
lEn el Bajo Belgrano, una construcción casi hermética sirve de refugio
para albergar el estudio de los arquitectos Cristián Le Monnier, Paula
Preiti y Francisco Zanada. Desde fines de la etapa de la facultad, hace menos
de diez años, estos arquitectos han podido llevar adelante la difícil
tarea de trabajar en equipo y producir buena arquitectura.
La conversación gira en torno a sus proyectos: casas, desarrollos urbanísticos,
industrias. A través de imágenes y con gran entusiasmo, surgen los
trabajos ya materializados. Las viviendas suburbanas ocupan un lugar especial:
sin duda, la casa es el más obvio, difícil y el que más compromisos
requiere. Describir el largo proceso del trabajo, hasta el fin de la encomienda
es complicado. ¿Quién define el programa? ¿Cómo trabajan
la etapa de proyecto? ¿Hasta dónde llegan con la dirección
de obra y la terminación de una casa?
Es ahí donde el trabajo en equipo entre el cliente y los arquitectos aseguran
llegar a un proyecto bien estudiado. El mantenerse en un presupuesto fijado previamente
requiere del difícil arte del equilibrio.
Para afrontar esta difícil y variada tarea de proyectistas y administradores
se requiere de por lo menos tres componentes básicos por parte de los arquitectos:
entusiasmo, perseverancia y más perseverancia; por parte del comitente:
entusiasmo, confianza y más confianza. Es posible que ése sea el
secreto del buen resultado de este estudio.
Lograr que se establezca esa extraña química, producto de la transferencia
entre los profesionales y el comitente, es el primer paso para que una obra comience
a gestarse. Sin una valoración mutua, ninguna decisión es sustentable.
Con una arquitectura desarrollada en base a necesidades funcionales claras, las
casas que han proyectado en estos años muestran una marcada intención
de no dejar nada en manos del azar y la decoración. Logran convivir en
sus proyectos ideas arquitectónicas con esos lógicos deseos de los
usuarios por tener una casa vivible.
Los proyectos están dotados de una fresca diversidad. Volúmenes
de variados tamaños conviven con largos muros. Una firme necesidad por
definir hasta el más mínimo detalle les da el encanto a los espacios
proyectados. Los materiales que utilizan están firmemente valorados, el
hormigón con sus cambiantes texturas convive con maderas, aceros y cristales.
Así y todo, el lenguaje es claramente moderno. No hay lugar para soluciones
eclécticas ni apliques ornamentales.
La relación con los exteriores es el gran tema: hacia dónde abrirse,
por dónde mirar, cómo una casa debe compactarse para no perder exteriores.
Las preguntas emergen rápidamente, y son ellos mismos los encargados de
contestarlas. Ese es el camino y el esfuerzo es fructífero: una arquitectura
tan dinámica como la reflexión misma.