La arquitecta Ana María Carrio acaba de bajar los andamios de Bolívar 365, completando la primera etapa de la restauración de ese lindísimo pasaje urbano. Lo primero es la fachada, que originalmente fue en el estilo italianizante de 1890 y luego fue alterada, como todo el edificio, a un seco Art Déco muy años ‘20. Es este estilo el que fue restaurado ahora, marcando el primer paso del renacimiento del edificio histórico.
Resulta que el pasaje fue el hogar del primer cine argentino y de buena parte de la historia del tango, porque fue sede de la primera empresa multimedia nacional. Luego fue vivienda, pequeñas oficinas y talleres, inquilinato y rejunte de bares de mayor o menor suerte. Andaba perdido en su destino y mutilado, ya que originalmente llega a la avenida Belgrano. Pero como esa mitad de la propiedad tenía título independiente, fue demolida y ocupada por un edificio en torre nefasto, horrible.
La parte sobreviviente es un tesoro histórico, con sótanos enladrillados, muros gruesos, toneladas de carpinterías originales y una privacidad notable. Como nunca fue remodelado –destruir el patrimonio cuesta dinero y esfuerzo–, las obras son de consolidación y reciclado, pero sin necesidad de revertir daños graves. El lugar será un original hotel, donde cada pasajero tendrá su “departamento” con llave propia y contará con comercios en el pasaje, restaurante, tanguería y bodega.
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