Sáb 07.10.2006
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CON NOMBRE PROPIO › CON NOMBRE PROPIO

Contenedores de luz

› Por Luján Cambariere

Cuenta la historia que los Selknam, pueblo originario que habitaba Tierra del Fuego, eran muy fuertes y aguerridos pero le temían profundamente a la oscuridad. Las fogatas y hogueras que los acompañaban invariablemente en su inhóspito clima deben haber ayudado en recelo a la falta de luz. A la vez, eran un pueblo sumamente artístico y una de sus características principales era su pintura corporal. Negro, blanco o rojo, para motivos simples que reflejaban su coyuntura o estado de ánimo. En ellos se inspiró el colectivo de diseñadores chilenos de Kra –Antonia Moreno, Cristian Sanhueza and Mauricio Leniz– cuando se embarcaron en la idea de crear objetos lumínicos para aquietar miedos modernos, que presentaron en sociedad nada menos que en el Salón Satélite de Milán.

DE HOY Y DE AYER

Originalmente, el encargo surgió de una agencia de publicidad chilena que se preguntaba por la poca producción de diseño –mobiliario y objetos– de su país. Frente al encargo, que desde el comienzo contó con la participación de Pedro Comparini, ingeniero comercial, y la potencia de la gráfica y marketing de la agencia, se decidieron a trabajar en luminarias pero explorando técnicas y materiales a su alcance.

Así, cuenta Moreno, fue como llegaron a la comunidad de Pomaire, un pueblo de artesanos alfareros pertenecientes a la comuna de Melipilla, a 50 kilómetros al oeste de Santiago, con tradición alfarera en greda (arcilla) que se remonta desde antes de la llegada de los españoles. “En esto de dar respuesta a la aparente poca producción nacional apostamos a un producto realizado con tecnología posible por estas latitudes. Así dimos con un producto viejo y nuevo a la vez que sin dudas da cuenta de nuestra identidad”, suma Moreno, quien por otra parte fue la principal encargada de meter las manos en la masa, descubrir la magia del torno y de un material como la arcilla, que en sus manos empezaba a manifestarse a su modo. “El manejo del torno nos abrió paso a un mundo de piezas únicas e irrepetibles que llevan la impronta de quien las hace”, señala.

Así fueron llegando a sus “contenedores de luz” inspirados en la naturaleza y las raíces étnicas chilenas. Objetos luminosos-escultóricos, ciento por ciento de arcilla, hechos a mano por artesanos nativos, cocidos en hornos de piedra. Las primeras –de una colección que promete ampliarse– son tres lámparas: Samanta y Alvar (de mesa) y Roxanne (de pie) de formas diversas, simples, orgánicas, esenciales, casi primitivas, donde la luz tiene la particularidad de proyectarse. “Ese fue otro valor agregado que obtuvimos de unir la tecnología con lo rústico del material”, detalla.

“En Kra trabajamos con los mismos materiales que la mayoría de los grupos étnicos americanos utilizaban para fabricar sus artefactos, continúa Moreno. Nuestro trabajo se inspira en los aborígenes, la naturaleza y los materiales de nuestro país. Teniendo en cuenta procesos puros y sostenibles que respetan la naturaleza y el medio ambiente. Es así que los procesos pueden resultar aparentemente más lentos, ya que ciertamente están a los vaivenes del clima y de la mano del artesano, pero también eso es lo que les da otro valor.”

Así, por último, cuentan que los Selknam adoraban a dos dioses: la luna y el sol. Kra era la luna, que también simbolizaba a la mujer como fuente de vida. “Kra hoy es una nueva fuente de luz, de rescate y foco puesto en lo nuestro. Pasado, raíces, historia, técnica, materiales desde una visión contemporánea”, remata Moreno.

* KRA:www.kra.cl

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