Como para dar una idea de en qué nos metieron Ibarra-Telerman y sus funcionarias culturales, la Unesco acaba de amenazar con sanciones nada menos que a Francia por no cuidar una pieza invaluable de patrimonio. No es que los franceses descuiden las cosas sino que la Unesco, a la que estos ejemplares de viveza criolla le quisieron vender la ribera porteña como Paisaje Cultural de la Humanidad, tiene standards realmente serios.
La pieza cuestionada es el conjunto de cavernas de Lascaux, que contiene la más formidable colección de pinturas rupestres jamás encontradas. Las 600 pinturas tienen 17.000 años y cuando fueron encontradas en 1940 cambiaron completamente nuestra concepción de la cultura prehistórica, además de influir en las corrientes de arte moderno con su espectacular síntesis formal. Resultó que, vestidos de pieles y sin poder construir, esos hombres tenían un ojo de pintores envidiable...
La colección de pinturas es tan frágil que las cavernas fueron cerradas al público en 1963, por temor a que el trajín de turistas la afectara. Sólo los expertos pueden entrar a estas sierras de la Dordogne y fueron algunos de estos expertos que detectaron en 2001 un hongo que estaba tapando algunos de los bisontes, caballos y cazadores que hicieron famoso al conjunto. Los franceses crearon un comité científico que estudió el tema y creó un fungicida que eliminó el problema por un tiempo. El año pasado, sin embargo, los hongos volvieron a aparecer y peor: esta vez son grises y negros, y tapan sin piedad las figuras.
El comité de la Unesco que vigila los 31 sitios que forman el Patrimonio de la Humanidad pidió informes al gobierno francés, que tuvo que admitir que en enero probaron otro fungicida, sin resultados. La Unesco le dio a París hasta fin de año para solucionar el problema. Si no hay resultados, la sanción será temible: Lascaux será oficialmente considerado “Sitio en Peligro”, que para un país civilizado es un papelón espeluznante. Para entender esto, baste decir que el gobierno alemán frenó en seco una autopista en su lado oriental cuando la Unesco le puso esta etiqueta al conjunto de arquitecturas tradicionales del valle del Dresden-Elba. Este valle de postales, con sus casas inmemorialmente alemanas, había sobrevivido hasta al mariscal Zhukov y sus miles de tanques, pero iba a ser “alterado” por una autopista. Berlín sigue estudiando dónde poner una autopista sin enojar a la Unesco, para dejar de ser el único país europeo con un sitio patrimonial en peligro.
El inminente papelón despertó duras críticas en Francia. Las más repetidas se centran en que se cambió el sistema de aire acondicionado de las cavernas y se permitieron demasiadas “visitas VIP” al lugar. Las autoridades francesas están particularmente enojadas con una ONG, el Comité internacional para la Protección de Lascaux, que denunció el peligro a la Unesco en septiembre de 2007. Al principio, París negó todo y desmintió que las pinturas hubieran sido afectadas. Pero no pudieron frenar una inspección de la Unesco y resultó que las denuncias eran ciertas.
¿Alguien se imagina a Ibarra o Telerman preocupados por algo así?
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