Su mejor diseño: “Valoro los que tienen que ver con una deuda pendiente mía que es el tema del arte, de la escultura. De ahí nacen mis Donnas, piezas de un riguroso tratamiento geométrico en una piedra sintética que yo mismo fabrico pero que da vida a piezas sumamente sensuales. Siempre trato de conceptualizar los productos, de darles un alma. Contar esa historia que siempre hay detrás de su concepción”.
Una preocupación: “La cantidad de material que se usa en los productos. Mi pregunta es cómo sería el mundo si los productos pesaran la mitad”.
Una herramienta: “Un buen programa. Una estructura en la que me monto para hacer cualquier diseño y donde estudio a priori los requerimientos, cosas objetivas y subjetivas, que quiero que estén en esa pieza. Esa es la única manera de diseñar”.
Un golazo: “La línea Bus que creé en el ‘84 para Buró. Pocos creían en ella, e hizo furor. Soy fanático de los sistemas de muchos componentes. En ese entonces percibimos que se venían los paneles más horizontales que verticales y los muebles metálicos, la reivindicación de la chapa, e hicimos una línea muy original, sin ferretería (enganches a la vista) y tapizada por dentro. Privilegiamos, como hace la carrocería, un segundo confort interior. Hicimos los prototipos y los pusimos en el showroom. La varita mágica de un asesor en mobiliario del New York Bank que llegó de Estados Unidos los elige para todo su equipamiento y a partir de ahí a todo el mundo le pareció fantástica”.