EL OTRO YO, DE CARA A UN AÑO DE NOVEDADES
Cuatro personas, cuatro caminos
El cuarteto de Temperley rompió un autoimpuesto silencio de prensa para hablar de todo lo que pasó y lo que pasará. Hacia atrás: el miedo a la sobreexposición, la desconfianza frente al negocio discográfico, las ganas de conservar la libertad creativa pese a todo. Hacia adelante: un DVD en vivo, un disco multiplicado y una ¨nueva¨ formación, a puros guitarrazos.
› Por Roque Casciero
En los tres años que le siguieron a la salida de Abrecaminos (1999), El Otro Yo pasó de ser la gran promesa alternativa argentina a una realidad exitosa: tocaron dos veces en Obras, aquel disco se publicó en toda América a través del sello Surco de Gustavo Santaolalla, luego grabaron un muy buen álbum en vivo, y también salieron de gira por México y Estados Unidos. Eso pasó. Luego, El Otro Yo casi se borró de los medios y su disco Colmena, salido a fines de un convulsionado año 2002, apenas tuvo difusión. Ya no hubo estadio Obras: los shows de la banda retornaron a lugares más chicos, como Cemento o El Teatro. Y la retracción se notó más porque 2003 tal vez fue el mejor año para el rock argentino en mucho tiempo. Entonces la pregunta surge con naturalidad: ¿qué pasó?
Sentados alrededor de la mesa en la casa de la familia Aldana (donde ahora viven María Fernanda y Ezequiel Araujo), en una zona de Temperley donde lo único que altera la calma de la siesta es el paso de los trenes, los cuatro integrantes de la banda ensayan respuestas y descubren otras a medida que transcurre la charla. Pero se atajan: “Puede que no hayamos estado tan mediáticos, pero hicimos un montón de cosas. Además fue el año que más gente vino a ver a El Otro Yo, por eso es relativo lo de hacer o no un Obras”. También hablaron del real significado del éxito, del valor de hacer lo que uno quiere, de la reconversión del grupo en cuarteto de guitarras y de un DVD que está en pleno proceso de elaboración. Y prometen muchas sorpresas para el 2004. Una pista: recordar el disco triple y pensar cuántos miembros tiene el grupo ahora. –¿Por qué desaparecieron de la mirada pública? ¿Se llamaron a silencio?
Ray Fajardo: –Durante el 2001 hicimos muchísimas notas y llegó un momento en el que la sobreexposición nos resultó ajena a nuestra forma de ser. Además, muchas veces es muy importante el apoyo que tengas detrás para estar en los medios. En el caso de las bandas independientes, el apoyo es sólo la propia música y lo que somos como personas. No generamos presión de ningún tipo, ni económica ni de poder: sólo tenemos el arte. Entonces, a veces no conseguimos un lugar.
Cristian Aldana: –En la televisión, por ejemplo, hay videos que están todo el día. Y uno se pregunta por qué el video de un grupo que no conoce nadie está en el primer puesto. El negocio de la música se maneja de una forma en la cual nosotros, al crecer, empezamos a sentir que chocábamos y quedábamos afuera. Chocamos con el negocio, con la idea de cómo hacer marketing con la música.
María Fernanda Aldana: –También tiene que ver con el perfil del grupo. Lo que queremos es hacer música, mejorar cada vez más en eso; nuestro objetivo no es conquistar el mundo. Salvando las diferencias, por ahí estamos más cerca de un grupo como Sonic Youth, que no es parte de la farándula. Te metés en su página y podés verlos todo el día en el estudio, laburando por la música, no por salir en las revistas. Por supuesto que se re-merecen que les hagan las notas que les hacen, pero no están en la carrera de “a ver quién es más top”. No son como un grupo ultramediático, tipo U2: “¡Guau! ¡Bono! ¡Número uno!”.
C.A.: –Cuando empieza el maratón para ver quién es el mejor, esa competencia infame... No quiero que eso sea la base de mi vida. No quiero volverme loco con tocar en lugares más grandes; prefiero sentir que estoy pisando en la realidad. Si tengo que tocar en Obras, quiero hacerlo contento, no con una presión de locura porque tengo que competir con el resto para llegar primero... ¿Adónde? Si lo que quiero es hacer buena música y sentirme feliz.
–Bueno, pero con Abrecaminos salieron en todos lados. Así que no se entiende bien eso de que chocaron y quedaron afuera...
C.A.: –Las grandes compañías mueven el negocio de la música de determinada forma y cuando una banda independiente empieza a crecer un poco, el espacio es más reducido. Y no te dejan entrar porque seas El Otro Yo sino que tenés que estar dentro de esa movida. Sentimos ese choque.Pero eso es todo, igual seguimos nuestro camino, creemos que tenemos un buen disco y nos preparamos para tener una carrera larga.
–¿Llegaron a un punto en el que dijeron: “No, pará, a mí me gustaba más otra cosa”?
C.A.: –Un poco sí, porque para llegar a determinados lugares hay que entregar cosas que no sé si estamos dispuestos a entregar. Y la más importante es la libertad. De hecho, por eso existen los reality shows, que encadenan a artistas con potencial. Hay gente que tiene talento, pero la encadenan a una idea artística basada sólo en vender, sin contenido. A nosotros no nos interesa llegar a ese lugar. Si hay que tener un status de forma de vida rockera como el que te muestra MTV de los rockeros de allá, digo que no es la mía, porque soy de Temperley, ¿entendés? Eso no quiere decir que cierre puertas para el grupo, porque me gustaría que la música de El Otro Yo llegue a todo el mundo. Pero no sé si me sentiría cómodo con todo lo que rodea a eso. Hay artistas que llegan de diferente forma. Yo prefiero seguir grabando en mi casa, sin presiones y locuras de cómo hacer para que un disco tenga un éxito mortal...
Ezequiel Araujo: –Como si ése fuera el único camino.
C.A.: –Claro, prefiero que la música se maneje con su magia y que las canciones lleguen por su propio peso, no por el marketing.
R.F.: –Eso tiene que ver con nuestro concepto del éxito, que tenemos desde nuestros comienzos: ser exitosos es hacer lo que nos gusta. Si nos encontramos para compartir este proyecto es porque la música está en un lugar muy importante en nuestras vidas. Colmena es un éxito, por más que no esté todo empapelado con carteles que digan que lo fue. Personalmente, me siento más tranquilo y con menos problemas que antes. En una entrevista a veces te abrís, contás cosas de tu interior. Y después, de todos los aspectos de tu personalidad, sólo reflejan tu costado idiota. Cuando la agresión es continua, responde a un interés: debilitarte, sacarte del camino, ponerte a prueba, ponerte en contra de algo. Sentí que sucedía eso, cuando nosotros nunca nos metimos con nadie. Lo que queremos de los medios es contar lo que hacemos.
–Pero para eso existen las solicitadas, no las entrevistas.
R.F.: –Está bien, pero si vos me decís: “Che, se te murió un pariente, ¿no?”, estás tocando un tema delicado, profundo y personal. Si te abro la puerta para hablar de ese tema, tenés que respetar cierto código.
–Es raro que planteen todo esto, porque siempre fueron mimados del periodismo de rock.
R.F.: –Sí, pero eso es hasta que crecés. Si sos un grupo que genera algo nuevo, que sos simpático y que para ciertos intereses de este medio sos inofensivo, está todo bien. En cuanto dejás de ser inofensivo y alguien propone utilizar cosas que has logrado para beneficiar a otra gente, ahí es cuando todo el mundo deja de sonreírte.
M.F.A: –De todos modos, durante el año pasado hicimos un montón de cosas. En Chile tocamos en el estadio Víctor Jara, que es tipo Obras. Hicimos la Gira Interminable por el interior, estuvimos en el Quilmes Rock...
–A propósito, en ese show Ezequiel casi no tocó teclados...
R.F.: –¡Es la nueva formación de El Otro Yo!
E.A.: –Sí, se dio naturalmente.
R.F.: –No, no fue natural. Me acuerdo de que hace un año y medio, mientras salíamos de un subte, le dije a Eze: “Vos tenés que agarrar la segunda guitarra”.
E.A.: –Es que Ray es un visionario (risas).
R.F.: –Me imaginé al grupo con dos guitarras. Primero, porque al momento de componer en la sala, Ezequiel no podía participar porque los teclados son más de laboratorio. Además, el desarrollo de trío eléctrico había llegado a un límite, por eso estuvo bueno incorporar las texturas que aportó Ezequiel, pero había situaciones en las que hacía falta un apoyo más eléctrico que electrónico. Ahora pensamos lo electrónico desdeotro lugar: “Por ahí estaría bueno algo acá”, y entonces él lo hace. Aparte de eso, en un trío, cuando el guitarrista hace un punteo desaparece de la base la frecuencia de la guitarra. Por eso, en aquel momento le dije a Ezequiel que tocara la segunda guitarra. En Colmena se dio una situación de cambiar de instrumentos, de que María tocara la guitarra y Eze el bajo, de buscarle la vuelta a las canciones por otro lugar. Además, cuando tocamos con guitarristas invitados, el sonido del grupo ganaba mucho.
–Entonces, ¿las nuevas canciones vienen con esa formación de dos guitarras?
E.A.: –Sí, ya están compuestos con esa formación. Está buenísimo lo que pasa con las dos guitarras. Al principio, medio que me entrometía con algunas cositas, pero cuando empezás a generar química entre las dos guitarras hay un movimiento, un ida y vuelta. Vamos a terminar como Ron Wood y Keith Richards, que se apuntan con el dedito, tipo “ahora vos”. Igual, el teclado está ahí, puedo tocar en las partes que haga falta.
–Y con las programaciones no necesitás tocar.
E.A.: –Es que lo de antes era todo mentira, no tocaba un carajo. Ahora por lo menos toco... (risas). Por ahí durante el año pasado trabajamos más puertas adentro. Hay momentos que son para concentrar y crear, y otros para presentar todo eso. En los últimos tiempos casi no salgo de acá porque estamos casi siempre en el estudio. Y eso me da mucha satisfacción, me encanta estar generando cosas.
–Eso que están generando, ¿saldrá rápido a la luz?
C.A.: –Este año cumplimos quince años y queremos editar un DVD con el show del primer Obras que hicimos. Estamos trabajando en eso, aprendiendo a desarrollar ese formato nuevo que nunca usamos y que tiene otras vueltas que hacer un CD. Por otro lado, estamos componiendo canciones para el disco nuevo como para editar durante este año y queremos hacer otra Gira Interminable, explorar lugares que no conocemos.
R.F.: –Va a ser un año con mucha música, porque volvimos a nuestra regularidad de ensayos y del trabajo compositivo, a respetar las horas que ensayábamos antes. Y eso se va a notar en los discos y en los shows nuevos, hay muchas ideas para desarrollar los conceptos de ambas cosas. En cierta manera, haber organizado el año de otra forma nos permitió tener más de treinta canciones nuevas y estar pensando en grabar otro disco. Queremos terminar el proceso de Colmena con todos los videos que faltan, porque queremos usar la imagen para cerrar el concepto de cada canción.
E.A.: –Vivimos un presente inmejorable: hacemos música, estamos unidos, tenemos planes para el futuro... El éxito va por ese lado.