INTOXICADOS-DESINTOXICADOS, DOS CARAS DE LA MISMA BANDA
Pity Alvarez prepara su desembarco en Cosquín en un momento que él define como “re positivo”. Luego de un año de elogios a propósito de un muy buen disco, el muchacho de Piedrabuena pide que los pibes no hagan las cosas que él ya hizo. “No me cabe ni un poquitito”, afirma.
Por Roque Casciero
Se cortó (un poco) los rulos teñidos de rojo y sus compañeros de banda le dicen que se parece a Bob Patiño. “Era el que quiso matar tres veces a Bart Simpson”, informa para cualquier desconocedor. Se lo ve relajado, lejos de las historias de descontrol que circulan sobre él (y que él no desmiente). Pity Alvarez, líder de Intoxicados, asegura que aprendió y que no va a morir por, justamente, alguna intoxicación. Y que quiere mucha música, al punto que imagina que en cinco años su grupo se convertirá en big band. No es sólo rock and roll acumuló críticas positivas incluso de quienes se hubieran tapado la nariz antes de hablar bien de Viejas Locas. El, sin ponerse colorado, dice que ese consenso sobre la calidad del disco es acertado. “Siempre soy imparcial cuando opino, por más que sea parte de la banda”, se ataja. “No tengo problemas en decir qué discos feos hicimos. Pero No es sólo rock and roll es un disco que me re gusta. Cuando terminás de grabar, a las dos semanas te arrepentís de haber hecho unas cuantas cosas, pero en este caso no me arrepentí de nada. Es más, seguimos diciendo: ‘Qué bueno lo que hicimos’. Porque, la verdad, lo hicimos bastante inconscientes.”
–Varias de las canciones del álbum tienen un mensaje muy positivo, pero en varias notas se habló sobre tu adicción a las drogas. ¿Cómo se balancean esas dos cosas?
–¡Perfecto! Se balancean perfecto, como un buen yin-yang. Esto funciona así. De repente, nosotros estamos re intoxicados, pero vengo acá y tomamos la leche. Vamos viajando en la camioneta, con los pibes, y les compro bizcochitos y una chocolatada. No me olvido de ninguna etapa. Ojo, a la noche tampoco me olvido de nada, ¿eh? Pero a la tarde, la leche.
–En La guitarra se cuenta la historia de una chica que sueña con una guitarra, como un ejemplo de la sencillez en las aspiraciones de quienes están más puros, menos contaminados.
–Capaz que no me doy cuenta si hablo de cosas positivas o no. Quiere decir que ese día estábamos re positivos. Pero si tengo que hacer un tema re negativo, lo hago sin problemas, porque son cosas que ves todos los días. Siempre vamos a hacernos cargo de lo que somos. Y si somos Intoxicados, queremos ser los últimos intoxicados. No queremos que esto se expanda ni tirar un ejemplo negativo. En algún momento nuestros organismos estuvieron intoxicados, o lo están, pero nos gustaría que no salga de ahí. Una vez, en joda, decíamos: “Qué bueno sería ponerle al grupo Los Ultimos Intoxicados”. Es como decir Los Ultimos Infelices: de acá en adelante, felicidad, cosas positivas.
–¿Por qué no pueden dejar ustedes de ser los intoxicados o los infelices?
–No, ojo, los infelices pueden ser felices y los intoxicados se pueden desintoxicar: lo importante es que sean los últimos. Somos los últimos, y encima aprendemos y dejamos de serlo. No vamos a morir siéndolo. Pero haber sido los últimos... Yo no estoy a favor de que los pibes se falopeen, no me cabe ni un poquitito. ¿Por qué aprendemos del mal ejemplo? Uno tiene a mano las cosas malas para que no vuelvan a pasarle. Nosotros también las teníamos cerca cuando estábamos re locos y no nos reconocíamos, cuando pensábamos que el otro era un policía con una máscara. Porque en esta sala pasaron cosas muy graciosas: hemos llegado a pellizcarnos para ver si la cara del otro no era una máscara. No nos reconocíamos. Fue muy, muy lindo... ¡Y ojalá no se repita!
–¿Por qué?
–Porque ya lo hicimos. ¿Para qué vamos a vivirlo de nuevo? Eso dejó una marca. Es como si hubiéramos aprobado una materia: si ya la dimos, no tenemos que volver a cursarla. Pero fue hermoso. Como Historia de primer año: egipcios, mayas... Es una materia hermosa, pero no quiero verla más.
–Entonces, ¿te desintoxicaste?
–Sí, viajo todo el tiempo desintoxicándome. Funciono muy parecido a un yin-yang. A uno le gustaría que sólo le pasen cosas buenas, pero a mí mepasan tantas buenas como malas. Y no me quejo, porque me cabe la filosofía del yin-yang y vivo adentro de uno.
–En lo musical, ¿de qué lado estás ahora?
–En el positivo. Y no hablo del éxito, que es otra cosa. Hablo de la sala para adentro. Si no viniera nadie a nuestros recitales, esto sería igual. Tuvimos épocas en las que decía: “Loco, no quiero tocar más, esta banda es re cabeza, ninguno de nosotros quiere ser músico ni progresar”. Eso pasa cuando hay rachas de tres o cuatro ensayos en los que no se produce nada. Y ahora estamos llevándonos re bien. En los ensayos hay más gaseosas. O sea, menos drogas y más música. Antes, los ensayos se mezclaban demasiado con las drogas. Ojo, capaz que el próximo ensayo es droga pura y no ensayamos, como suele pasar. Pero creo que esta época tiene que ser de música, mucha música y agua con limón.
–¿Te bancarías en este momento estar en una banda “cabeza”?
–No, porque ya fui eso mucho tiempo. Y aprendí.
–¿Esa es otra materia que ya aprobaste?
–Claro. El rock lo tenemos en la sangre. El disco se llama No es sólo rock and roll, pero creo que somos un grupo de rock. Ni hablar, somos rocanrol puro, pero porque somos rock nosotros, individualmente, y entonces como grupo somos rock, por más que toquemos distintos estilos musicales.
–¿Cómo te metiste con el hip hop?
–Aprendí cuando me compré una batería electrónica. En mi casa, la dejaba seis horas sonando, agarraba el diario y me ponía a rapear con las noticias. Tenía que acomodar las palabras según venían, relataba las noticias que no sabía qué iban a decir más adelante.
–Una vela, lo mismo que las canciones de R.E.Y. Kaníbal, dan la sensación de la creación de un nuevo estilo de rap argentino, con historias que antes sólo contaba la cumbia villera.
–De la cumbia villera lo que no me gusta es la cumbia... (risas). Pero me siento un poco identificado con la cumbia villera, porque me pasan más cosas de las letras de Pablo Lescano que de las de Juanse. Ni hablar. Lo que no me gusta es cómo dicen las cosas algunos de la cumbia villera. No me gusta la apología de las drogas que hacen grupos como La Base. Me parece que tendrían que ponerse las pilas y ver que hay pibes que por no tener personalidad te quieren imitar. Entonces, aunque no quieras, tenés que sentirte un poco responsable de lo que hacés, tenés que pensar en cómo te ven los pibes.
–¿Te pasó de encontrarte con pibes que...?
–(Interrumpe) Sí, sí, un montón. Me quiero matar. Porque no quiero parecerme a nadie y no quiero que nadie se parezca a mí. Tengo una religión que no predico, soy el único de mi secta. Si querés parecerte a otro, cometés un error. O si pensás que por hacer lo mismo que hizo el otro, te va a salir todo igual. La vida no es matemática sino tener suerte, estar despierto, no meter la pata. Bah, en realidad, no sé nada de la vida.