El delicado sonido de la cacerola
Por Roque Casciero
¿Se imaginan un disco de pura percusión noise, ejecutada por decenas de miles de intérpretes al mismo tiempo y sin partitura ni director? Bueno, ese álbum ya fue grabado y será publicado próximamente por un exclusivo sello europeo con el título de The Sound of the Argentinian Cooking Pot Revolution. Por si todavía no se dieron cuenta, el CD contiene un registro sonoro del primer cacerolazo, el que echó a Fernando de la Rúa. Y quienes lo grabaron y procesaron (apenas) fueron los Reynols, el grupo de terroristas sonoros argentinos del que son fanáticos Eddie Veeder (Pearl Jam), Beck y los Sonic Youth. “El del cacerolazo es el primer disco explícitamente político de Reynols”, afirma Alan Courtis, uno de los miembros del trío. “Lo hicimos porque queremos que el resto del mundo sepa la verdadera dimensión de lo que pasó acá. Después de que salieron las imágenes por CNN, músicos de otros países del mundo nos escribían mails preguntándonos si queríamos que nos mandaran latas de comida. O sea que les llegó todo distorsionado.” Su compañero Roberto Conlazo completa la idea: “Queremos que sea un disco concientizador para la gente de afuera, necesitamos hacerlo porque creemos que el cacerolazo fue un evento histórico para toda la humanidad. Y hay que prestar atención, porque la clase media argentina va a darle un ejemplo al mundo”.
No deja de ser una sorpresa –esta es una banda acostumbrada a sorprender– que nihilistas extremos como los Reynols hayan decidido sacar un disco con “el sonido de la revolución argentina de las cacerolas”. Sin embargo, el énfasis que Courtis y Conlazo ponen para contar la historia es más que convincente. “La noche del cacerolazo salimos a la calle por separado, sin ponernos de acuerdo, y nos pusimos a grabar lo que pasaba”, recuerdan. El círculo terminó de cerrar cuando se enteraron de que Miguel Tomasín, el líder del grupo, había salido al balcón de su casa a golpear una cacerola: Reynols debía publicar “la primera obra compuesta por nadie”.
¿Quién más podía hacerlo sino la misma banda que sacó el primer disco desmaterializado de la historia? Ese disco sin disco (o sea: cajita, librito y... nada más), Gordura Vegetal Hidrogenada (1995), es a esta altura objeto de fetiche en todo el mundo. Fue el único ¿trabajo? que el trío publicó en la Argentina: desde entonces, sacaron más de ochenta discos en los formatos más diversos, todos publicados por sellos estadounidenses, europeos o japoneses. Algunos de los más conocidos (ya que no escuchados) son Bolas tristes, 10.000 Chickens Symphony (procesaron los sonidos de un criadero de pollos), Pauline Oliveros in the Arms of Reynols (remixaron a Oliveros, una eminencia de la música experimental) y Blank Tapes (diversas capas de soplido de casetes vírgenes de varias marcas, algunas extinguidas). El nihilismo de la banda se expresó en los conciertos que hicieron ante un público compuesto exclusivamente por plantas o por barras de hielo seco (“fue el público más cálido que hemos tenido”, dijo entonces Conlazo), o en las bizarrísimas apariciones televisivas del trío. Cada vez que la producción de un programa los llamaba para una “nota de hondo contenido humano” en virtud de la participación de Tomasín (con síndrome de down), llenaban de sarcasmo y desconcierto el aire. Los Reynols llegaron, incluso, a atronar las tardes desde “La salud de nuestros hijos”: el doctor Socolinsky los convirtió en banda estable de su programa y tocó teclados con ellos varias veces.
Durante los últimos dos años, el grupo ha tenido una insólita proyección internacional. Sus trabajos con Pauline Oliveros produjeron que varios reconocidos experimentadores se convirtieran en seguidores de Reynols: es el caso de Thurston Moore, guitarrista de Sonic Youth, quien aprovechó la visita de su banda a Buenos Aires para intentar (vanamente) hacerse de discos del trío. Sin embargo, el año pasado Moore se dio el gusto de ver en vivo al grupo durante el No Music Festival neoyorquino (foto). Según Conlazo, Tomasín no viajó porque asegura que Estados Unidos no existe, que en esa parte del planeta hay sólo agua. En realidad, el baterista no participa delas giras porque sería necesario que viaje una persona para cuidarlo. La estrategia es, entonces, llevar grabaciones en las que Miguel canta y toca, y un poster amarillo con su perturbadora figura.
En el No Music Festival, realizado en The Tonic, Reynols se cruzó sobre el escenario con Lee Ranaldo (Sonic Youth), la Nihilistic Spasm Band y John Oswald. Después, la banda siguió viaje para presentarse en varias ciudades de Estados Unidos y dar clínicas musicales en el Oberlin College de Ohio. En uno de los shows, Moore volvió a aparecer entre el público y más tarde en el backstage, donde aseguró que tenía más de cuarenta discos de Reynols. Pronto deberá comprar más: entre las ediciones que planea la banda están Roniles Dasa Selebro (CD y video a editarse en Japón), Live in Bloomington (un ¡magazine!), Air Amplification Mogal (una obra hecha exclusivamente con “aire amplificado”) y Live at the NASA/Tributo a Al Jolson (cuya primera parte fue grabada en la puerta del edificio de la NASA en Houston, hasta que llegó la policía). Además del disco del cacerolazo, por supuesto.
Durante la gira, Conlazo y Courtis no tocaron guitarras sino unos arcos de madera, como los que se usan para tirar flechas, con un alambre como cuerda y un micrófono en la base. Con eso y las grabaciones de Tomasín, lograron que el organizador de No Music Festival los destacara como la revelación y que les encargara colaborar en la producción de la caja con las grabaciones del evento. Una noche, la dupla se olvidó de sus particulares instrumentos. “Entonces tomamos dos bolsas y les pusimos un micrófono: hicimos música con eso”, recuerda Conlazo. “Esa es una típica solución Tomasín.”
Para sus compañeros, Miguel Tomasín es más que un líder: es un gurú y un ejemplo, por eso proclaman que ellos también son Down. “Somos los únicos seres en el mundo que pueden hacer todo esto, porque nos lo enseñó Miguel”, asegura Courtis. “Miguel es como una lija de la mente: gracias a él nos sacamos todos los prejuicios. Por eso Reynols es como James Brown en estado gaseoso.”