Jue 15.04.2004
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MANCHA DE ROLANDO: LAS CANCIONES, EL FUTURO Y SU PROPIA TEORIA DE LA RELATIVIDAD

“No hay que ser Einstein para formar una banda de rock”

Es el grupo señalado para liderar el recambio en la poderosa y masiva corriente “nacional y popular” del rock argentino, pero ellos prefieren otra explicación. “Lo que le llega a la gente es la destilación de la transpiración de tipos que hacen lo que les gusta y que son felices en un proyecto colectivo”, define Manuel Quieto, compositor, cantante e ilustrador de la Mancha.

POR ROQUE CASCIERO

En el rock argentino se vio pocas veces un caso como el de Manuel Negro Quieto, de Mancha de Rolando: compone casi todas las canciones, toca la guitarra, canta (por lo tanto, es la imagen del grupo), y hasta se encargó de los dibujos que ilustran el disco Viaje. Sin embargo, este treintañero de pelo largo y risa fácil hace todo lo posible por negar ese lugar de protagonismo. Desde Avellaneda, el cuarteto (que completan Franchie en guitarra, Carlitos en bajo y el Tano en batería) viene dando pasos firmes en un crecimiento progresivo. Doce años, una decena de discos, innumerables giras en colectivos de línea, la búsqueda de una guía en sus referentes musicales y una “cabezona” persistencia de trabajo llevaron a la Mancha a estar a punto de... pegar el salto y entrar a jugar en las grandes ligas de la escena rock local.
La situación es ideal para que cualquiera se desboque. Sin embargo, Quieto no sólo minimiza su aporte en el seno del grupo sino que también le da casi nula importancia a sus opiniones sobre cualquier tema, incluida su propia obra. Por eso es que no le gustan mucho las entrevistas, aunque se muestre cordial. “Es lindo conversar cuando tenés cosas para decir, pero sobre muchas cosas no sabemos nada”, admite. Y agrega, escueto hasta lo posible: “Están las canciones. Salen así”. Su método es no cuestionar demasiado esas canciones que le salen así, “porque son cosas mágicas”. “Las canciones son ideas que vienen de repente y hay que escribirlas. Si te ponés a pensar bien qué estás haciendo, se te corta el chorro. Entonces, hay que dejarse fluir”, afirma.
–¿Pero no le explicás al resto del grupo de dónde vienen las canciones o por qué son así?
Manuel Quieto: –No mucho. Mi receta para componer es no poner nada de mi persona. No hago nada, salvo estar atento. Tengo la portaestudio siempre prendida, siempre una guitarra a mano, y tengo el oficio de escribir. Cuando la canción sale hasta el final sin que yo haya hecho nada, considero que está bien. En cambio, si me pongo a pensar en hacer determinada cosa en un tema, la cagué. Después, algunos grandes que se han tomado unos minutos en aconsejarnos, me han dicho que estaba bien.
–¿A quién te referís?
M.Q.: –Y, los grandes... (Gustavo) Cordera, (Chizzo) Nápoli, Alfredo Toth (productor de Viaje). Los que saben. Y hay que aprender de los que saben. Cuando ellos hablan, uno tiene que callarse y aprender.
Quieto termina muchas de sus frases sin palabras, con gestos que dan por sobreentendido lo que quiere decir. Así funciona, sobre todo en el seno del grupo. Pero si se quiere hurgar un poco más, hay que intentar otro camino. Esto es, preguntarle al Tano. Entonces...
–Si Manuel no les explica de dónde viene una canción, ¿ustedes saben qué es lo que están tocando?
Tano: –Hay una cuestión de confianza y de años de estar juntos. Sabemos que no va a venir a cantarnos Dónde está el petiso... (risas). Es una cuestión de confianza, de admiración y respeto. El tiene mucho talento para eso, como otro lo tiene para manejar a la monada o para organizar shows. Y nadie discute nada de lo que le corresponde al otro. Cuando Manuel cae con un tema, no estamos pendientes de analizar la letra porque tal vez ni siquiera él lo hizo en profundidad. Con el tiempo, cada uno le encuentra su explicación o su lógica.
Otra vez tercia Quieto para insistir en la importancia de lo que no hace falta mencionar, pero que se sobreentiende: “Es un aparato bien aceitado. Uno tiene que percibir la energía positiva. Tenemos una química muy buena. Y ése es nuestro capital más grande: los años que hace que nos conocemos y la confianza que nos tenemos. Eso es el grupo, lo demás –incluidos los temas– son detalles. Ese es el mensaje, también: hay que buscar compañeros. La gente tiende a separar, pero hay que unir. Nosotros somos cuatro tipos que hacen una canción, ponemos play y rec, y sacamos un disco. Hasta ahí podemos ver; más allá de eso, no somos conscientes. Poreso decimos que tienen razón a todo lo que nos digan los críticos. Nosotros no sabemos nada. Además, no tenemos tiempo para ponernos a pensar en eso.
–Pero te estás rebajando...
M.Q.: –Es que no hay que ser Einstein para armar una banda de rock. Vos has visto a varios, no me jodas... (risas).
T.: –No somos boludos, pero lo que hacemos es plasmar un sentimiento. Tal vez lo que resulta raro es que digamos que todo es re simple porque quizás vos venías con todo un análisis.
–Uno de los momentos en que se reflexiona sobre un disco es cuando se le pone título. ¿Por qué eligieron Viaje?
M.Q.: –Es una buena idea de Franchie, que trae los conceptos perfectamente pulidos. Elegimos las canciones que cerraban con ese concepto, porque hace más de un año que nos lo pasamos dando vueltas por todos lados. Aparte está toda la cosa psicodélica que tiene el arte de tapa. Y la vida es un viaje: un viaje a ninguna parte, porque estás en el mismo lugar aunque estés en movimiento. El concepto cerró en torno a eso, una palabra simple, cinco letras. ¿Viste cuando una palabra tiene vibraciones positivas? Bueno, dijimos: “Vamo’ ahí”.
T.: –Además, están los posibles viajes que pueda generar este disco. En ese sentido, también es una expresión de deseos.
–Otro punto es pensar por qué sus canciones le llegan a la gente.
M.Q.: Lo que le llega a la gente es la destilación de la transpiración de tipos que hacen lo que les gusta y que son felices en un proyecto colectivo, sin tratar de eliminar al de al lado para aparecer más. Cuando uno logra domar esas miserias –o cuando se nace sin ellas–, eso se destila y la gente lo ve. No es que nosotros seamos modelo de nada, pero la gente también quiere intentar ser así, por más que le metan tantas ideas erróneas.
–¿Es cierto que le pusieron nombre a la banda cuando todavía no sabían tocar?
M.Q.: –Casi. Teníamos dos guitarras nacionales y un tecladito. Y más que eso no se necesita, ¿eh? Si está la actitud, aprende cualquiera. Aprendimos nosotros, imaginate... (risas).
T.: –No lo decimos por falsa modestia. Hay muchos chabones con un talento impresionante, pero no tienen el costado cabezón, de ir para adelante. Entonces son músicos excelentes, pero dentro de sus cuatro paredes.
M.Q.: –A veces es más fácil no saber tocar. Nosotros arrancamos sabiendo poco y eso fue mejor, porque teníamos un universo por aprender y entonces no mirábamos de arriba ni nos dormíamos en los laureles. Siempre pusimos muchas ganas. Es que éste es el mejor oficio del mundo. Estamos entre amigos todo el tiempo, creamos, hacemos cosas trascendentes, dejamos algo. Y eso es importante. Pero las hacemos sin solemnidad, cagándonos de risa, sin poder explicarlo muy bien.
–Aunque en sus primeros discos se los relacionaba mucho con el rock barrial, en Viaje hay más canciones acústicas y se percibe la influencia de Andrés Calamaro.
T.: –Como el disco es más cancionero, tal vez se lo relaciona por ese lado. Muchos temas de la Mancha de Rolando pueden ser linkeados con muchas bandas. Y a la mayoría, si los despojás de las guitarras distorsionadas, los podés fogonear. Esa es una característica nuestra. Tal vez en Viaje pudimos lograr que en un disco eléctrico quedara más presente, más evidente el espíritu cancionero que tal vez en otros estaba más atrás.
M.Q.: –A nosotros nos gusta el rock. Cuando nos salió hacerlo, nos salió más nacional, no tan sajón.
–¿Cómo es eso?
M.Q.: –Y, vestir la canción con lo que tenés a mano, más que cultivar un estilo. T.: –Y hablar desde una sensibilidad nacional, de cosas que pasan en nuestro país.
–En una entrevista dijeron que hay bandas argentinas que hacen rock nacional y otras que no...
M.Q.: –Andá a saber, puede ser... ¡OoOoootro tema!
–No, en serio, hay una vieja dicotomía sobre esto y sería bueno conocer su opinión. ¿Otra vez “que se muera Cerati porque a mí me gustan los Redondos”?
M.Q.: –No, ojalá algún día nos sentemos todos en la misma mesa. Son todos grandes artistas, cada uno sintió algo y lo dijo con lo que sentía a mano: una computadora, una guitarra criolla, un Marshall... Lo que distingo es la energía positiva que obtengo de las canciones y las ganas de vivir que me transmite un disco. Si me hace salir con más fuerza de la que tenía o si me hace salir más bajoneado de lo que estaba, está bueno. El estilo no me importa. O si es nacional o no... No tengo el foco puesto en eso.
T.: –Nacional, sí, pero, ¿de qué nación?
M.Q.: –De la nación del rock, cuyo presidente es Pappo... (risas). Y ministro de Educación, Charly García.
–¿Se imaginan un futuro en el que Manuel se haga solista?
M.Q.: –No, eso no va a ocurrir. Eso es típico de los garcas, no del rock argentino. A la gente le gusta mucho la guita y es al pedo, porque después termina peor. No sé, en quince años nos vamos a encontrar, pero yo no quiero ese futuro. La soledad, ¿para qué? ¿Para llevarte todo el mérito? Al pedo. ¿Toda la guita? Al pedo. Vamos a darle así, si así está buenísimo.

¿Quién? ¿Lou?

“Ey, man, calavera, dices que esto se parece a Lou Reed/ no man, no te quedes en silencio si te digo que sí”, canta Manuel Quieto en Calavera, el hit de Viaje que suena con insistencia en las radios, incluso en las no-rockeras. La canción es una relectura de los inmortales tres tonos de Sweet Jane (a propósito, en su nuevo disco en vivo Animal Serenade, el prócer rockero admite que construyó su carrera en base a esos pocos acordes). “¿Es un tema muy conocido? Es que yo nunca escuché a Lou Reed -el primer disco suyo me lo regaló un periodista hace poco–. Pero estaba ahí, tres tonos... Tiene algo de comicidad admitir el parecido, ¿no?”, pregunta Quieto. “En realidad, cuando compuse esa canción me acordé de que hay un tema de los Guasones que arranca igual y que los críticos dijeron que se parece a Lou Reed. Por eso lo cité.”

LOS OTROS QUE ESTAN POR ASCENDER

Preparados, listos...

–¿Mancha de Rolando forma parte de un recambio del rock argentino?
Manuel: –Recambio significa que entran unos y salen otros, pero nosotros no queremos sacar a nadie. Que se queden los que están y nosotros entramos... Pero eso es parte de lo que nosotros no sabemos. Podemos opinar, pero me parece que nuestra opinión no vale nada. ¿Qué sé yo sobre el recambio del rock argentino? Hay bandas a las que les está yendo muy bien, como Zumbadores, Jóvenes Pordioseros, La Covacha, La 25... ¿Nosotros nos sentimos parte de eso? Puede ser, puede ser...
La respuesta da pie a un repaso por la segunda línea del actual rock argentino, con cinco bandas que –como la Mancha– están a punto de...
La 25. Los quilmeños son los que tomaron la posta de la ortodoxia rockera stone (más atrás vienen los Jóvenes Pordioseros). Tienen, además, un aceitado aparato de punteros que moviliza gente desde el sur del conurbano para llegar a los shows de la banda. Sostienen su carrera fabricando ropa que su público jamás usaría, pero le funcionó: llenaron dos Obras y editaron dos discos de “género”, Rocanrol y Así es el rocanrol. Para llegar a la masividad del mejor momento de los Ratones Paranoicos sólo les falta un hit que traspase las radios rockeras.
Arbol. Llenaron El Teatro en fechas consecutivas y el paso lógico sería Obras (en la segunda mitad del año, cuando salga su nuevo EP con el cover coral de Ji ji ji, de los Redondos). Son los que tienen mayor proyección internacional: ya han girado por América latina y Estados Unidos con su mezcla de ritmos que van del punk al folklore. Sus ediciones a través del sello Surco de Gustavo Santaolalla y la distribución a cargo de una multinacional como Universal, les asegura un buen poder de difusión. Que luego, canciones mediante, debería transformarse en popularidad.
Cabezones. La historia de los santafesinos es diferente de la de la mayoría, porque primero hicieron base en el interior a fuerza de giras constantes. Cuando llegaron a Buenos Aires, Zeta Bosio los llevó a Sony, que publicó el disco Alas. El trabajo de hormiga también les dio frutos en Buenos aires, aunque durante un año se radicaron en México (volvieron hace poco) para desarrollar su carrera internacional. Eclipse salió el año pasado y tendrá presentación oficial el 7 de mayo en El Teatro. Para esa fecha aparecerá un EP con tres versiones acústicas y dos videos.
Karamelo Santo. La primera mudanza grande de Goy y compañía fue desde Mendoza al barrio porteño de La Boca, para vivir en comunidad y publicar sus discos a través del sello de Todos Tus Muertos. Siempre dicen presente para actuaciones en shows solidarios o en actos por los derechos humanos. Ya hicieron dos extensas y productivas giras por Europa. Están grabando su cuarto trabajo, Haciendo bulla, que saldrá el mes próximo.

 

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