El hombre low-fi
› Por Roque Casciero
“¿Quién carajo es Stephen Malkmus?” (la palabra clave era fuck), se podía leer en las remeras que promocionaban la salida del epónimo debut solista de Stephen Malkmus. El interrogante, sin necesidad de internarse en cuestiones psicológicas ni metafísicas, puede encontrar respuesta bastante rápido: Malkmus fue el fundador de Pavement, la banda indie de los ‘90 en Estados Unidos. O sea, el líder de un quinteto que dejó como legado canciones raras y pegadizas, por momentos lacónicas, en otros súbitas explosiones de feedback guitarrero. Slanted and enchanted, el primer álbum de Pavement, y especialmente Crooked rain, crooked rain (el único editado en Argentina en su momento, 1994) demostraron que se podía concebir pequeñas obras maestras sin necesidad de estudios con tecnología de punta ni productores de renombre: la buena nueva se diseminó en el under estadounidense, que abrazó la baja fidelidad como premisa estética. La historia de la banda terminó precisamente después de haber intentado emprolijar su música –con un resultado algo decepcionante– de la mano del manosanta Nigel Goldrich (responsable de Ok Computer de Radiohead, y Mutations de Beck) en el póstumo Terror twilight.
La noticia de la separación del grupo llegó al mismo tiempo que Malkmus presentaba su debut solista, una colección de canciones que retienen el brillo del mejor Pavement pero que se internan por caminos menos tortuosos. En conversación telefónica con el No, Malkmus da cuenta de diferencias y similitudes entre su vieja banda y su presente: “La base tiene un feeling diferente, el ritmo no es tan suelto como el de Pavement. En general, la sección rítmica es mucho más ajustada y eso es un gran cambio. Pero todavía soy yo quien escribe las canciones, canto relativamente igual que siempre lo he hecho y toco las guitarras como en Pavement, así que eso no ha cambiado”.
–Una crítica decía que tu disco solista era como los de Pavement, sólo que con las guitarras afinadas.
–(Se ríe.) Eso puede ser, sí. Ahora trabajamos de modo más preciso y elijo un poco más qué clase de guitarra tocar, pero seguimos sin usar pro tools ni computadoras. Pero sí, estamos mejorando... O empeorando, si llegamos a pasarnos de ajustados.
–Otra diferencia con Pavement es que ahora hacés solos de guitarra.
–Es verdad. En Pavement hacía solos, pero eran una especie de antisolos. Siempre sentí que podía tocar la guitarra, que tenía talento para hacerlo. Supongo que ahora hay un poco más de eso en mi música, pero siempre me han gustado guitarristas como Hendrix.
–Se dice que tu intención con el disco no era que fuera solista sino de una nueva banda, The Jicks. ¿Por qué te interesaba volver a armar un grupo?
–Bueno, me gusta tocar con una banda real, hacer jams... La verdad, al final siempre es más divertido compartir, entonces decidí hacer eso. Supongo que cuando comenzamos el disco era más un proyecto solista, porque los llamé y les expliqué qué tocar mucho más que en una banda normal. Pero ahora tenemos mayor sentimiento grupal, sobre todo después de haber salido tanto tiempo de gira durante el año pasado.
Stephen Malkmus apareció hace un año en el primer mundo, pero fue publicado aquí a fines de 2001. Dólar-Duhalde mediante, el cantante y los Jicks podrán presentarlo en Buenos Aires el 28 de abril (¡sí!) y, de paso, adelantar algunas de las nuevas canciones en las que están trabajando. “Ya tenemos suficientes como para otro disco, es sólo cuestión de decidir cuáles vamos a grabar”, se envalentona Malkmus. Pero, después de un bostezo –por algo le dicen “el príncipe slacker del indie rock”–, recapitula: “También tengo que escribir las letras, que todavía están llegando. Necesito trabajar más en eso”.
–En tus canciones, especialmente en las del disco solista, las historias que contás nunca tienen moraleja ni te comprometés con los personajes, simplemente narrás los hechos. ¿Por qué escribís de ese modo?
–No sé, supongo que ese año estaba de ánimo para eso. No hay una razón real, escribo lo que me suena bien en el momento. Pero podría decir que percibí que eso sería cool para el 2001 (se ríe).
–Alguna vez dijiste que Pavement nunca había tenido un hit porque no escribís estribillos. Habitualmente, las moralejas de las historias vienen en los estribillos.
–Es verdad. Nunca desarrollé la escritura de estribillos. Hay algunos en mis canciones, pero no son esos grandes estribillos para que todos canten a coro.
–¿Quiénes te influyeron como letrista?
–Supongo que Bob Dylan, que me gusta mucho, y gente como Mark E. Smith, de The Fall. Cuando era chico escuchaba mucho a los Butthole Surfers y a bandas punk como los Dead Kennedys, así que es probable que ellos también hayan ejercido alguna influencia.
–En la canción “Pink India” escribiste que “la tensión crece en Afganistán”. Debés haber vuelto a pensar en esa frase durante los bombardeos.
–Sí, fue mala suerte. Escribí esa canción pensando en el imperialismo inglés, que la gente de la Argentina debe conocer bien por las Islas Malvinas... Esa también fue una guerra muy mala. “Pink India” trataba de los ingleses peleando contra los rusos porque querían controlar el norte de la India y Afganistán a principios del siglo XX.
–Viajaste a Medio Oriente. ¿Estuviste en Afganistán?
–No. Fui a Irak antes de la guerra, en 1988, lo que es bastante extraño. Pero en esa época éramos amigos, porque Estados Unidos ayudaba a Irak para pelear contra Irán. Siempre estamos cambiando, no somos muy leales (se ríe). Pero eso es lo normal en la política.
–Generalmente en las entrevistas hablás de política internacional. ¿Ese interés proviene de tus estudios de historia?
–Sí, un poco. Aunque, a veces, cuando hablo de esto sólo estoy intentando parecer inteligente (risas). Trato de leer diarios y revistas para mantenerme informado, no es que sé todo. Suceden tantas cosas todo el tiempo...
–¿Estás al tanto de lo que pasa en la Argentina?
–Sólo leí sobre la devaluación del peso, porque fue una noticia muy importante. La verdad, lo siento por ustedes. Espero que igual podamos ir a tocar en abril.
–¿Harán alguna canción de Pavement?
–Bueno, con los músicos con los que estoy ahora queremos comenzar algo nuevo y es muy probable que eso no suceda si nos ponemos a tocar canciones viejas de Pavement. Estamos orgullosos de lo que estamos haciendo. A todos en la banda nos gusta Pavement y también estamos contentos de tener un público gracias a Pavement (se ríe), pero queremos intentar algo nuevo. Es más divertido juntarnos a experimentar cosas nuevas en el sótano de casa. Pero, ¿quién sabe? Si seguimos saliendo tanto de gira, quizá más adelante toquemos alguna canción de Pavement porque... ¿por qué no? Si yo las compuse... Pero comenzar con eso hubiera sido un error, por respeto a los miembros de Pavement.
–¿Cómo quedaron las relaciones con tus ex compañeros?
–Todavía somos bastante buenos amigos, aunque no los veo tanto porque vivimos en diferentes ciudades.
–Scott Kannberg sacó un álbum con su nueva banda, Preston School of Industry (All this sound gas, también publicado aquí). ¿Lo escuchaste?
–Sí, y me gustó. Scott hizo un muy buen trabajo con todos los músicos de su ciudad que participaron del disco. Estoy muy contento de que haya hecho el esfuerzo de armar el disco en lugar de parar o dedicarse a otra cosa.
–En una entrevista dijiste que quizá dentro de diez años reunirías Pavement para tocar en un supuesto “Monsters of the Indie Rock”. Más allá de la humorada, ¿considerás posible volver a tocar con Pavement?
–Sí. Quiero decir, cualquier cosa es posible. Sé que no va a aparecer más música nueva de Pavement, que no habrá un nuevo CD... Sabía que eso no iba a suceder, así que debíamos parar, pero eso no significa que no podamos tocar juntos algún día. Hay gente que estaría muy feliz de volver a escuchar las viejas canciones. No estoy en contra de eso, sería divertido para todos.
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