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POR JAVIER AGUIRRE
Caprichos de la vida laboral: uno convive horas y horas de cada día con quien ocupa el escritorio de al lado, una persona que cae en nuestra vida por culpa del azar y del departamento de “recursos humanos”. Un compañero de emociones que uno no eligió, y que muchas veces no elegiría ni con un revólver entre las muelas. Pero es lo que hay, y los cónyuges-laborales-a–la-fuerza terminan compartiendo miserias, colaciones apuradas, internas con la oficina de al lado, empleados de corbata que les miran el culo y malos humores; o sea, más de lo que quisieran. La certera y muy divertida obra teatral Colores verdaderos plantea este escenario, y encima con reglas femeninas. “Son dos minas que están todo el día ahí metidas, y pasan más tiempo con la compañera de laburo que con su propia familia”, detalla Valeria Correa, directora y además coautora de la obra, junto a las dos protagonistas, Elisa Carricajo y Pilar Gamboa. “En ese cuadro brota la amistad femenina, que es un tipo de relación muy complicada en la que cabe de todo, desde la intimidad al patetismo”, agrega. El espectáculo, que va por su segundo año, alcanza el clímax cuando, a partir de la opresión oficinística y Cyndi Lauper mediante, llega la liberación: “Son –somos– chicas de 25 años, la edad que tenían nuestras madres cuando nacimos nosotras”, explica Valeria. “Nos encontramos con experiencias laborales así, hasta que en un momento surge la oportunidad de explotar y soñar, de soltarte como cuando tenías 15 años y cantabas sola, en tu habitación, frente al espejo, aunque estuvieras re-angustiada. Ese sueño berreta, pero emocionante; tilingo, pero muy sensible. Como cuando vas en el bondi lleno, pero vos estás en tu mundo imaginando cosas hermosas.”
La segunda temporada de Colores verdaderos se presenta en el Teatro del Pueblo, Av. Roque Sáenz Peña 943 (4326-3606), todos los viernes a las 22. Entrada: 10 pesos (estudiantes, 5 pesos)