Jue 08.07.2004
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SE MULTIPLICAN LOS CASOS DE VIOLENCIA POLICIAL

La muerte, una cuestión de suerte

Según un relevamiento de la Coordinadora contra la Represión Policial, por mes se registran más de 11 muertes de personas que no representan peligro para terceros ni para el homicida. Esto es: más de 11 inocentes que mueren por golpes y/o disparos de las fuerzas policiales. Asusta...

POR CRISTIAN VITALE

- Gatillazo 1. Rodrigo Corzo, luego de trabajar y jugar al fútbol con sus amigos, decide ir a la casa de la novia con el auto de su padre. Cuando llega a la subida del Puente Santa Rosa (Acceso Oeste), comienza a perseguirlo un patrullero. Uno de los policías dispara dos veces por la ventanilla. Una de las balas atraviesa el baúl, el asiento y se incrusta en la espalda de Rodrigo, que muere en el acto. La versión “oficial” es que había otra persona en el auto –y que se arrojó del coche en movimiento–, y que el conductor disparó primero. Dos testigos, conocidos de la policía, lo avalan. Pero la investigación prueba otra cosa: el auto conducido por Corzo tenía las 4 ventanillas cerradas, con lo cual se cae la hipótesis del primer disparo.
Estado de situación. El oficial subinspector Cristian Solana está detenido por homicidio simple. Fue exonerado a 11 meses del hecho, ocurrido el 28 de junio de 2003. Ariel Núñez, el conductor del móvil, sigue trabajando.
- Gatillazo 2. Cristian Bogado trabajaba limpiando vidrios en la avenida Vergara, cerca del Showcenter de Haedo. La noche del 26 de mayo subió a un auto con 4 conocidos y fueron a jugar al pool. A otro día, los padres recibieron la noticia: “Murió en un enfrentamiento con la policía”. Cristian terminó con un tiro detrás de la oreja. “Hasta que no me demuestren que alguien dispara con el culo, una bala en la nuca es gatillo fácil”, sostiene María del Carmen Verdú, abogada de Correpi. “La versión policial es que hubo un forcejeo, el arma ‘se disparó’, rebotó en el piso, se partió y le ingresó un pedazo del proyectil, que se volvió a partir adentro de su cabeza cuando el hueso occipital no tiene dureza en esa zona como para quebrar una bala. El caso está pañales.”
Estado de situación. Al mes de ocurrido el hecho, se hizo un escrache a la comisaría 2ª de Villa Tesei y, por efecto de la cobertura mediática, separaron del cargo al policía acusado, que seguía trabajando.
- Paliza 1. El 14 de noviembre de 2003, tres policías recorrían las calles de Villa Fiorito con una bicicleta en la camioneta. Vieron pasar a Jorge “Chaco”, se bajaron del móvil, le propinaron una golpiza brutal y lo detuvieron. Querían que se hiciese cargo del robo de la bicicleta. “No sabemos si porque era robada y a su autor no lo podían meter en cana por algún arreglo, o si necesitaban un hecho esclarecido para estadística”, plantea Verdú. En la comisaría 5ª de Fiorito lo volvieron a golpear y le dieron “bolsa” (asfixiar con una bolsa de nylon): González tenía tuberculosis. Le pidieron 2 mil pesos a su madre “para no pasarlo a juzgado”. La mujer pagó en dos veces, y se lo entregaron. El chico pasó dos días en cama, lo llevaron al Hospital de Fiorito donde le dieron de alta. Como seguía escupiendo sangre, lo internaron en un hospital de Buenos aires. Murió en enero.
Estado de situación. Isidoro Segundo Concha, acusado por apremios, permaneció detenido dos semanas. Lo liberaron, pasó a disponibilidad y hoy trabaja en una agencia de seguridad privada. Julio Gómez, el que pidió el dinero, fue detenido y luego liberado.

“Los muertos bien muertos, y los asesinos probados, pero sueltos”. Siempre tan funcional aquella sentencia de Rodolfo Walsh. Desde que volvió la democracia, la Correpi (Coordinadora contra la represión policial), mediante un relevamiento ordenado y sistemático, constató la muerte de 1508 personas que no revestían peligrosidad alguna respecto de terceros o del homicida, a manos de las fuerzas armadas y de seguridad. La cifra, entre las que se encuentran los casos citados, fue ascendiendo año tras año y en los últimos 12 meses se registraron 144 (más de 11 por mes). “En Fiorito, los agentes de seguridad están matando pibes a mansalva, legitimados por la opinión pública. Los pibes, muy pobres, mueren arrodillados o de espaldas. Creemos que las causas son que no comparten elbotín o no quieren trabajar para ellos”, testimonia Leonardo Fernández, otro abogado. Entre los casos que la Coordinadora toma como parámetro no sólo aparecen gatillos fáciles; también existen fusilamientos enmascarados, desapariciones (recordar Miguel Bru, Pablo Guardatti y Andrés Núñez), y torturas seguidas de muerte. “Me tocó fuerte la muerte de Cristian en Mar del Plata. Iba a comprar pañales para su hermanito cuando lo cargaron en un auto, lo llevaron a un monte, lo torturaron, le pegaron un itacazo y, estando vivo, le tiraron dos cubiertas, querosén y lo prendieron fuego”, describe Fernández sobre el caso que más lo impactó. “A mí –prosigue Verdú– me movilizó la muerte de un pibe de 16 años llamado Guillermo Giannini. Un día, el niño vio un auto abierto con un regalo de juguetería. Se lo robó. El auto era del hermano de un policía, que lo vio desde la ventana de la cocina de su casa. Salió y lo mató. Fue en Polvorines.” La Coordinadora está investigando la existencia de escuadrones de la muerte en Villa Lugano y algunos sectores del norte del conurbano bonaerense. Son bandas con fines de limpieza social (fusilamiento metódico) de adolescentes en conflicto real –o no– con el sistema penal. “En Lugano hay ‘negocios’ que maneja la policía, con red de buches, punteros de merca, revendedores de cosas robadas... no podés afanar si no laburás para ellos”, testimonia Verdú. El 67,38 por ciento de las muertes pertenece a jóvenes de entre 15 y 25 años, mientras que el 39,71 por ciento liga con la figura de “fusilamiento de presunto ladrón”. En el resto de las provincias también se mata. Y mucho. Según la estadística, Santa Fe es la más peligrosa con 62 casos por millón de habitantes. Le siguen Catamarca, La Pampa, Buenos Aires y Córdoba. Aquí no hay centralismo porteño que valga. Ante semejante cuadro, se recomienda a los jóvenes ingresar a la página de Correpi (www.correpi.lahaine.org) y bajar el “Manual del pequeño detenido”.

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