POR C.V.
Alejandro Kurz, cantante y guitarrista de El Bordo, una vez estuvo en la misma seccional de policía que Walter Bulacio, pero tuvo mejor suerte: no lo mataron y “la experiencia” lo llevó a componer una de las canciones más significantes de Un grito en el viento, el segundo disco de la banda: Chapita. “Es un oficial de la policía que tuve la desgracia de conocer en una comisaría de Núñez. Se la pasó amenazándome durante todo el tiempo. Lo curioso fue que en vez de sentir bronca, me dio lástima. Entendí que a él le enseñaron a portarse así, que estaba obedeciendo las órdenes de la institución a la que pertenecía. Si hubiese elegido otra profesión, probablemente nuestro encuentro hubiera sido más afortunado”, piensa. Pero el sucesor de Carnaval de las heridas no se explica sólo por enredos policiales y reflexiones al respecto, muestra más bien a una banda que se inserta sin problemas en el marco del rock popular hecho de patear calles, matar desengaños con alcohol (Con el cuerpo a la mitad), y mamar mucha realidad para luego tratar de escapar un rato de ella. “Las canciones buscan llevarte a otro lado, te ayudan a escapar del mundo de todos los días”, reafirma Kurz. Es muy nítida en esta línea, la influencia de Los Piojos en Quiero ver, por ejemplo. “Refleja muy bien el sonido de la banda... como otros, Los Piojos son otro de los grupos de los que tomamos influencia”, admite el cantante. Tampoco desentona el coqueteo con el tango que deviene de Te devoran (“Estamos en el medio / buscando algún lugar”). “El rock y el tango están muy ligados –dice Kurz–, nos identificamos con ambos y por eso nos sentimos en el medio de los dos. La letra cita al tango Como dos extraños de Laurenz y Contursi y a No tan distintos de Sumo para mostrar que se puede unir estas dos formas de escribir canciones.”