SE ESTRENA “LAS TRILLIZAS DE BELLEVILLE”
Carrera de bicicletas
Una rareza entre las novedades de la cartelera cinematográfica: una película francesa, para chicos y no tanto, que cuenta una historia de pasión por el ciclismo. De ahí en más, todo es posible.
Por Mariano Blejman
Dudosamente pueda verse en el cine de animación una escena inicial tan bien lograda como la que ofrece el film franco-canadiense Las trillizas de Belleville, de Sylvain Chomet, que se estrena hoy en Buenos Aires. De coordinadísima sincronía visual, con una elasticidad envidiable para cualquier dibujante, tres bailarinas se mueven al ritmo del music-hall con tal fruición que hasta el más desatento de los espectadores quedará atrapado.
Esta película fue nominada al Oscar, se emitió en una muestra paralela en Cannes, también en el Bafici porteño y ganó el premio de la crítica de Boston, Los Angeles, Copenhague, el César francés y Seattle, entre otros. Pero el comienzo brillante se irá oscureciendo a medida que la historia de Las trillizas... adquiere un tono cada vez más sombrío. El corazón de la extraña animación –ya es rareza el estreno de una animación que no sea de Hollywood– está en la historia del obsesivo ciclista Champión, entrenado durante años por su abuela Madame Souza para que corra el Tour de France, la famosa vuelta ciclística que conmociona a Europa (a Francia en particular) cada verano.
Hay dos ideas interesantes en la animación. Una es la del movimiento circular del ciclismo: el Tour de France comienza y termina en el mismo lugar. Mientras pedalean, sufren para no ir a ninguna parte. Además, los que pedalean parecen tímidos y simpáticos, pero no disfrutan nada. Son ideas que funcionan como trasfondo. La animación parece influenciada por Jacques Tati, o por las estrellas de cine mudo como Charles Chaplin o Buster Keaton. Y el manejo del tiempo es crucial. “Me gusta la animación de Richard Williams y Tex Avery”, contó Sylvain Chomet en una entrevista.
La abuela Madame Souza entrena a su nieto Champión desde chico para que corra en bicicleta. Cuando los años pasan, el ciclista está preparado para competir en el Tour, aunque durante la carrera dos hombres vestidos de negro lo secuestran. Madame Souza y su fiel perro Bruno se largan a su rescate. Su búsqueda los lleva por el océano hacia una gran ciudad llamada Belleville, donde conocen a las renombradas “Trillizas de Belleville”, tres excéntricas mujeres estrellas del music-hall de los años ‘30. Los films animados raramente vienen tan estilizados como Las trillizas..., cuya duración es de apenas 78 minutos.
El director Sylvain Chomet vino a debutar a los 40 años, para romper con la animación clásica. “Es un medio rígido donde la gente sabe lo que debe suceder. Siempre se piensa en animación para niños, con gente de buenos sentimientos, con personajes buenos, hombres malos y una moralina al final. Pero hay varios asuntos que no se pueden mostrar, como alguien fumando un cigarrillo.” La intención principal de Chomet era ir contra los estereotipos, algo no esperado por los chicos, ni por los grandes. “Es genial que los pibes puedan ver el film, pero el formato de ese dibujo animado no había sido probado todavía”, se animó a decir. La tecnología digital le sirvió a Las trillizas... para evitar lo “aburrido” de la animación. Los autos, las bicicletas, los botes y los trenes se hicieron digitalmente. “Así, los animadores tuvieron más tiempo para retratar las actuaciones”, cuenta.
Chomet nació en Maisons-Lafitte, Francia, en 1963. En 1987 recibió un diploma del prestigioso estudio de comics Angouleme (Francia). En 1986 publicó Secrets of the Dragonfly (Futuropolis) e hizo una adaptación de la novela de Victor Hugo, Bug-Jargal. Después se mudó a Londres para trabajar en animación en el Richard Purdum Studio; trabajó en comerciales para Swissair, Principality, Swinton, Renault. Desde 1993 reside en Canadá. Entre 1995 y 1996 terminó su film The Old Lady and the Pigeons, que ganó el premio Cartoon d’Or, el premio Grand en el Festival de Annecy, un Bafta y el premio Jury en el Festival de Angers.
De algún modo, Las trillizas... nació en el prestigioso Festival de animación de Annecy, Francia. El proyecto fue un desprendimiento de The Old Lady and the Pigeons, un dibujo de 26 minutos que costó más de 800 mileuros. Las trillizas... estuvo cinco años en desarrollo y es, en verdad, una versión mejorada de The Old Lady... Porque Chomet comenzó a desarrollar el proyecto como una segunda parte, pero tuvo suficiente material como para un film completo. Allí, la vieja Old Lady se convirtió en el personaje de Madame Souza: una señora portuguesa con un pie deformado incapaz de pedalear, pero sí de obligar a su nieto a ser tan bueno que hasta podría perderlo. Podría decirse que Chomet usó la tecnología para enaltecer a los personajes que dibujó o hizo dibujar. Y que Madame Souza parece frágil, pero también puede ser violenta y desconcertante. O como dijo el director: “Por eso amo la animación, es capaz de tener dos conceptos en una sola vez”.