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Jueves, 30 de septiembre de 2004

VIDA Y OBRA DE LOS “EMPLEADOS DEL MES”

En un cuadrito

Un fin de semana junto a “empleados del mes” de casas de comida rápida, sirve para ver de cerca el martirio de un héroe urbano moderno: trabajo, silencio y más trabajo. ¿La recompensa? Bolso, lapicera y porta-CD ¿Qué más se puede pedir?

 Por Julián Gorodischer

La sonrisa será lo último que se pierda. La tarde comienza con la amabilísima Carmen González detrás de la caja del McDonald’s de Corrientes y 9 de Julio (N. de la R.: apellidos y sucursales han sido alterados para evitar “castigos”). Ella recuerda su noviazgo con el “de cocina”, reviviendo ese flechazo que se produjo entre big macs y papas fritas. “Pero si fuera un gerente no podría enamorarme –confiesa–, eso no está bien visto.” El último mártir urbano se entrega a su horario full time con el orgullo de pertenecer y con la obsesión de figurar en el cuadrito. Sólo que los 50 pesos que lo recompensaban, hasta el 2003, ya son cosa del pasado. Ahora se conforma, apenas, con lo que le tocará si lo consigue: bolso, lapicera y porta-CD. Al orgullo, sin embargo, no se lo quitan. “¿El mejor día? –se pregunta en voz alta Ariel Giménez, de Paseo La Plaza–. Cuando anunciaron en la cocina: ‘El empleado del mes es Ariel... por su constancia’.”
El empleado del mes saluda dentro de un marquito rojo, sonriente y con gorrita. Para llegar, tuvo que cumplir con el decálogo del mérito, que siempre se encabeza con un NO: “No seas pesado/ no trates de levantarte a una clienta/ no te niegues a limpiar el baño...”. En el sitio de Internet Laboralia Infernalis, Nani Maritegui descarga su calvario en el Burger King, donde nunca llegó a ser empleada del mes. “Estuve una semana haciendo hamburguesas; eran como 11 horas de trabajo y una paga de miseria. Y el olor... Ese olor... Me causó abstención a la carne roja por 2 años... Esos empleos dejan cicatrices psicológicas.” Los rebeldes de esta página describen con gracia la pesadilla del cajero de McDonald’s: “Padres de familia con sobrepeso en ropa deportiva... Niños gritones alterados por consumo excesivo de azúcar... Gerentes con granitos que se toman en serio... Todo en un universo plástico de comida asquerosa. ¡De postal!”.

El poder
¿Requisitos para ser el chico del cuadrito? Según Gonzalo Paredes, de una sucursal de Villa Crespo, no es necesario caer en el juego sucio. Muchos de sus compañeros son pusilánimes que dicen “sí” a cualquier cosa, retiran de las mesas vacías a los chicos de la calle y regalan flores a la gerenta para su cumple. “El gerente de acá es pelado, y yo le digo: ‘¡Qué hacés pelado!’. No hay que ser olfa.” El, que fue “empleado del mes” el año pasado, da sus consejos para llegar. “No te enganches con una gerenta: yo tuve un problema con una que se confundió conmigo. Yo soy operario, pero podría haber ascendido a encargado de área si ella no se lo hubiera cobrado: me retaba por pasar mal el trapito.”
La actriz Laura Mantel, la chica de la foto, fue la “empleada del mes” más famosa del cine argentino, en la película Tan de repente de Diego Lerman. Allí se la vio con la sonrisa clavada virando al gesto adusto cuando la norma se quebró. Tres consumidoras se negaban a apagar un cigarrillo, y Laura, de gorrita, camisa y autocontrol envidiable, veía caer, de pronto, todo su mundo de certezas. “Yo había laburado, a los 16, en un Pumper Nic –recuerda–. Con Tan de repente recuperé esa sensación de estar uniformada. Me divertí con algo heavy que había vivido... Si el arquetipo indica que el empleado del mes tiene alma de buchón.” La actriz que actualmente dirige la obra Jockey Club, en El Camarín de las Musas, intentó humanizarlo. “Ella no es el Poder –argumenta–. La norma está por encima. Por un lado pensás: ‘Qué densa’, cada vez que te pide que hagas una sobremesa corta. Y, sin embargo, después la podés comprender.”

Héroes
Nuestro héroe en McDonald’s se queda lavando hasta el cierre, a las tres de la mañana del sábado, y después saca la basura en una enorme bolsa queentremezcla hamburguesas con los restos del baño. Y, en la avenida, piensa: “La gente de afuera se tira encima de la bolsa... entonces sería mejor si pudiéramos juntar lo comestible y separarlo del resto, en una bolsa aparte sólo de hamburguesas sobrantes, para ayudarlos. O darles paquetitos con comida”. Ariel no tendría problema en quedarse un rato más para hacerlo. “Pero no se puede –dice este ex chico Junio–. Una vez lo hicimos y el supervisor suspendió al encargado y a la crew de ese local.”
Más ambicioso, y para destacarse entre otros, Gonzalo Paredes decidió que tendría una especialización. Y domina todos los secretos de una buena papa frita: “Yo compito en papa en los Juegos internos de la compañía -informa, orgulloso–. Me destaco en Procedimiento, Seguridad de la Papa y Calidad de la Papa. Logro niveles de aceite óptimos, vigilo que no estén vencidas, que estén bien saladas, que al partirlas sean crujientes, que haya separación entre corteza e interior. Te doy un ejemplo: en Constitución, la papa es dura y escurrida porque la muestran y la devuelven al bin. ¿Mi talento? Yo no aprieto el cartoncito así entra más cantidad. Y nunca, pero nunca, entrego una papa rota”.

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