CUATRO HISTORIAS DEL TIPO “YO VIVI MI PROPIA PELICULA”
El amor en los tiempos de Linklater
El No volvió a ver Antes del atardecer con algunos treintañeros célebres, quienes recordaron su propia anécdota amorosa de los 20 años. “Yo tuve mi propia experiencia de película”, coinciden más o menos los cuatro.
Por Julián Gorodischer
Antes del atardecer, de Richard Linklater, desató la ola melancólica. Y ahora muchos se preguntan si, de verdad, ¿es mejor el amor a los 20? Treintañeros célebres miran hacia atrás, inspirados en la historia de Jesse y Celine, que pasaron una noche en Viena a los 20 y se reencuentran nueve años después para imaginar lo que pudo haber sido. La saga Linklater, que empezó en 1995 con Antes del amanecer, es un tratado sobre la memoria selectiva, arbitraria y siempre aferrada a la imposibilidad antes que a lo que realmente ocurrió. Los neuróticos de la película siempre concluyen en que todo podría haber sido mejor. Mientras, en la Argentina, los de 30 –que fueron invitados al cine por el No– aseguran haber tenido su propia experiencia alla Linklater, identificados con los antihéroes Jesse y Celine (Ethan Hawke y Julie Delpy), prendidos a una relación que no prosperó, paladeando el gustito a fracaso. Como en la ficción, redescubren el ocio enamorado cuando la pauta es más estricta e invasiva. El yuppie se redime; la ex hippie vuelve a sentir.
Amor de playa
“Todo era idílico”, dice Lolo Fuentes (30), de Miranda!, cuando recuerda la experiencia amorosa perdida, aquélla a primera vista en San Bernardo, en la playa, cuando salió a caminar con una casi desconocida, como en la película, capaz de asegurar antes de conocer su nombre que “estaba enamorado”. “Ibamos por el mundo con la seguridad de haber encontrado el amor para siempre. Caminamos por la playa, nos besamos sin parar hasta las seis, vimos el amanecer... ¿Para qué me hiciste ilusionar?/ Yo sé que sabés/ Sé que es algo normal/ que el encantamiento del principio no durará.” Lolo cuenta su historia a través de la canción Hoy, del nuevo disco Sin restricciones, sabiendo que su deriva fue como la de Jesse y Celine, más zafados que a los treintipico, más idealistas, pero tan divagantes: encerrados en ellos mismos, eliminando paseantes o terceros, abstraídos en el más fantástico de los viajes: “Hacia una conexión verdadera con el otro”. “Y nos separamos –sigue Lolo–, y el reencuentro fue un ‘hola, ¿cómo andás?’, a los 30, cuando sabés que no es para siempre, que vas a tener un montón de compañeras en la vida. Cuando se perdió la magia de no hacer el amor, ese suspenso.”
–¿Después de concretar es
siempre peor?
–Y... después quedamos re amigos.
Algo improbable
Alejandro Chomsky (34), amigo de Julie Delpy (que actúa en su corto Un día en la vida de un artista), está convencido de que el mérito del film de Linklater es haber captado lo verosímil de una historia con pocas posibilidades de suceder. “La vida de los personas es más parecida a Ma nuit chez Maud, de Alain Resnais, donde una pareja se vuelve a encontrar y es un ‘hola, ¿qué tal?’. La película genera los sentimientos de algo improbable.” ¿Y su propia historia de amor vista nueve años después? “Las mujeres de entonces no se preguntaban, al conocerte, si serías un buen padre o no. Uno era existencialista, sin noción de futuro, y así recuerdo una gran experiencia de amor con una chica con la que no pasaba nada, que con un solo año más me parecía mucho más grande.” Como en la saga Linklater, el tiempo congeló a esos héroes tal como amaron y se amaron a sí mismos, apenas como la excusa para seguir mitificando el origen. El melancólico se extraña a sí mismo como se soñó: se atribuye un pasado ilusorio de esplendor. “Otras veces –dirá Julie Delpy sobre relaciones amorosas más tangibles–, uno saca lo peor de sí mismo.”
Taxi y cascotazo
La escena se recuerda “en tránsito”, como en la película, en una deriva sin destino calcada de los personajes más locuaces de la historia del cine. La condición del amor, según Linklater, es la caminata, con el tiempo liviano de los 20 o el apuro del viaje de negocios a los 30. Para José María Muscari (31), director teatral de Shangay, así era el tiempo de la intensidad perdida. “Caminamos, esa vez, juntos hacia el colectivo, y discutimos. El se subió a un taxi, bajamos y nos seguimos peleando, nos celamos a poco de conocernos, pensamos que el otro nos iba a cagar, nos subyugamos, perdimos el registro y vimos lo que uno necesitaba que el otro fuera. Todo terminó con un cascotazo...” El cuadrito dedicado a los 30 es menos conflictivo: “Esta época tiene más profundidad, podés proyectar. Ahora me dejo sorprender por cosas más reales”.
Los trucos
“Yo no entendía una frase de Julie Delpy: ‘Si conocés todas las anécdotas, trucos y mañas de tu pareja, te das cuenta de que lo amás’. A los 20 tenía miedo a comprometerme, a estar perdiéndome algo, a caer en la rutina -dice Isol (32), cantante de Entre Ríos–. Fue la época en que hice mis primeros viajes a Europa, y también me preguntaba cómo sería vivir en esos sitios, tener otras vidas. Creo que pensaba que había muchísimas opciones para elegir y que mi vida podría cambiar drásticamente según qué eligiera.”
–¿Y nueve años después?
–Sé que mi vida y mis elecciones seguirán parecidas esté con quien esté y viva donde viva, así que no me queda más que recorrer cualquier camino, que será el correcto. Conozco casi todas las anécdotas de mi hombre, y debo estar más sabia porque ahora entiendo aquella frase de Julie Delpy.