LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR
HOY:
Sekas de Vientre, de Jujuy
› Por Javier Aguirre
El noroeste del país no es un territorio fértil para el rock porteño. Tanto los fenómenos de convocatoria en Buenos Aires como los favoritos de la prensa especializada encuentran sólo frías recepciones en sus pasos por Jujuy o Salta. Sin embargo, la indiferencia se convierte en descomunal fervor rockero cuando quien se presenta es Sekas de Vientre, la banda emblema del punk jujeño. “Toda axila del sargento/ huele a chivo expiatorio./ Todo chango va contento/ si hay fiesta en el dormitorio”, reza la irresistible Ojete de llama, acaso el máximo hit del punk-rock norandino. Formadas en la localidad de Perico, las Sekas de Vientre combinan como nadie las texturas étnicas, la distorsión de guitarras y las letras filosas; todo con una actitud punk-colla que desafía y conmueve.
Su álbum debut Salteño puto, de 1999, fue criticado por su supuesto “provincianismo” y por “fomentar las divisiones intestinas del norte argentino” (reseña de Diego W. Manrique en el diario El Pregón, de San Salvador). Nada más errado: Manrique compra el sentido literal del título de la placa y malinterpreta el mensaje de las Sekas, que en realidad ironizan, implacables, sobre la absurda rivalidad entre salteños y jujeños. Y hasta impulsan la conformación de una “transversalidad juvenil rockera norargentina”, como expresan textualmente en la muy pegadiza Me operaron del punkreas, todo un manifiesto de sólo un minuto con seis segundos de duración. Charango por popa del 2001; y La mano que mece la Puna, del 2004, completan la obra de la banda argentina más promisoria de Rosario para el norte. ¡Imperdible!!