LA HISTORIA DE WALTER “ÑOQUI” LEMA, CANTANTE DE PLACER
“Siempre brillé por lo bardo”
Se dice punk-pop. A mediados de los ’90 se internó porque se drogaba mucho, y en el internado lo drogaron todavía más. Se escapó por una ventana. Terminó preso. En la cárcel escribió canciones junto a sus amigos que estaban en libertad. Finalmente, en febrero va a entrar a grabar.
› Por Santiago Rial Ungaro
Walter Lema, más conocido como “el Ñoqui”, es una estrella. Basta verlo en escena, cantando con Placer (Matu Naso en guitarra, Fer Isely en el bajo y Fernando Ordóñez en la batería) para verlo brillar. El problema es que el brillo a veces enceguece. “La verdad es que canto sobre lo que me pasó, lo que me pasa todo el tiempo”, cuenta Ñoqui (de lentes en la foto). Su historia está llena de caídas, por más que sea un tipo muy querible. “En mi vida, si brillé por algo era por lo desprolijo que era. Así que cuando me enteré sobre la existencia del punk rock, de los Sex Pistols y Los Violadores, me dije: ésta es la mía. Siempre brillé por lo bardo. El punk me salvó. Vos me podés decir que es la música, pero en un principio era esa música.” A mediados de los ‘80, con sólo 14 años armó su primer grupo: A.A. (sigla de Averiguación de Antecedentes). Hacía punk rock influenciado por Sex Pistols, The Buzzcocks, The Clash.
The Damned fue un triste presagio de lo que vendría después: durante los ‘90, mientras tocaba con grupos como Desesperación (más post-punk) o Teleúnicos (ya cerca del punk-pop de Placer), los problemas del Ñoqui fueron extramusicales: “En el ‘95 me interné por mi cuenta. Después estuve un tiempo afuera, pero en esa época andaba mal: me picaba todo el tiempo. Tenía la guitarra ahí, pero no podía tocar con nadie. En el ‘96, los peritos resolvieron que yo era enfermo, que no estaba sano. Y me mandaron a una comunidad terapéutica”. Como suele suceder en estos casos, fue peor el remedio que la enfermedad. “Es una pesadilla: vos tenés que estar diciendo que estás mejor, mientras te drogan a full. Primero me llevaron al San Jorge, en Adrogué. Ahí, las psicólogas y las psiquiatras me decían: ‘Nene, ¿qué hacés vos acá?’. Y yo les decía: ‘No sé, preguntale al juez’. Por eso siempre que pude me escapé. Una de las veces, mientras me perseguía la policía, me terminé tirando de una ventana: me fracturé tres vértebras. Y cuando me agarraron de vuelta, ahí sí me empezaron a medicar mal. Cuarto de contención, todas esas cosas. Dicen que es una comunidad terapéutica, pero en realidad tienen una onda medio nazi.”
En el ‘97, Ñoqui estuvo sin consumir. “Ese año empezamos con Teleúnicos. Hasta que paré de tocar y bueno... volvió a pasar lo mismo.” Al final, Walter (otra víctima de un sistema judicial infame que en vez de ayudarlo a curarse deterioró su salud, atiborrándolo de drogas mientras lo acusaba de drogadicto) terminó preso en Dolores. “Yo no se si tuve suerte o qué. Pero no es Olmos. Es un penal chiquito, tranquilo. A mí me respetaban porque, siempre que podía, ayudaba a los demás. Adentro me dijeron: el respeto se paga con respeto. Y la verdad que fue así.” En Dolores, sólo tenía una guitarra que había conseguido ahí adentro. “Los primeros días estaba incómodo con la pared. Pero después me empecé a acostumbrar y empecé a componer: uno, dos, tres, cuatro temas. Hice como 200 canciones.”
Sus amigos le ayudaron. Se las ingeniaron para desarrollar un curioso método compositivo: “Con Matu (Naso) hacíamos temas por correo: él me mandaba un sobre con la música. Yo cantaba arriba de la música. Y después con dos grabadores hacía sonar la música del casete que me habían mandado y con el otro cantaba la melodía. Así hicimos como cinco temas que ahora tocamos”. Porque, más allá de esta simpática historia de amistad, lo cierto es que, entre tantas canciones, algunas son buenas, hits potenciales que además Walter canta de una forma que, por la rara conjunción de furia punk a lo Johnny Rotten y su pericia melódica (digna de un verdadero fan de The Buzzcocks), nos traen a la mente a los mejores momentos de Oasis. Placer es un grupo de músicos talentosos y experimentados, que pasaron por grupos importantes de la zona, como fueron Chiquero, Copiloto Pilato, La Nueva Flor o los Serenos de tu Tumba.
Ñoqui: “Antes de tener 20 años ya nos decían que teníamos suerte de ser de zona sur, por la cantidad de bandas que había. Y aunque conozco gente de un montón de lugares, mis amigos que hacen música la mayoría son deAdrogué”. Si para muchos la cárcel es una experiencia totalmente negativa, para Walter Lema fue en algunos aspectos formativa. “Cuando era más chico no escuchaba nada. Mis hermanos escuchaban Pescado Rabioso y yo, de puro pendejo boludo, por ponerme en contra, decía que era un porquería. Y después, internado, gente grande, cuarentones, me hicieron escuchar y no lo podía creer. Lo mismo que Pastoral o Vox Dei. O ese tema de José María Cantilo, que en realidad es un tema de Bob Dylan, El huracán.”
Es como un himno intramuros. “Los temas buenos los empecé a componer adentro. En una época me resultaba imposible hacerlo. Y cuando componía, hacía unos temas horribles. Eran temas que tenían un montón de acordes, que para peor después cuando los tocaba, totalmente borracho, pifiaba todo el tiempo.” Ahora, cuando Ñoqui se siente bien, Placer le hace honor a su nombre. Claro que cuando los viejos fantasmas regresan, las cosas se complican. “Beber cerveza arriba del escenario es como un escudo. Ahora que solamente canto, necesito cubrirme con algo. Porque me siento desnudo. Me lo dicen bastante: no queda bien. No todo tiene que ser no fun necesariamente. Pero también es cierto que me empiezo a divertir cuando canto que no me estoy divirtiendo.”
Entre los cientos de temas que Ñoqui mandó a sus amigos, uno se llamaba El placer de esconderse. “En ciertas situaciones, el placer de esconderse pasa porque no te vea nadie, porque estás tan mal que preferís esperar hasta que pase la tormenta y te escondés abajo de la cama. Yo siempre me autoboicoteé. Pero ahora me tengo fe. Bah, hago lo que me gusta y por primera vez voy a grabar un disco en serio (en febrero el grupo va a ser producido por Marcelo Belén). A la experiencia de Belén se le sumará el aporte de Leo Ramella (de Emisor) y Julián Della Paolera (de Victoria Mil). Así, con una ayudita de sus amigos, el disco se va a llamar Sólo se trata de negocios. El último casete que mandó Ñoqui a sus amigos, semanas antes de salir en libertad, tenía por título una sola palabra, de seis letras. Empieza con p y termina con r.