Antes que nada
Por Cristian Vitale
La autogestión sostuvo al rock argentino durante los ‘90. Con las compañías multinacionales replegadas, los sellos independientes siguieron funcionando como el pulmotor de una industria en ruinas. Aun hoy. Aunque en la mayoría de los casos se trate de proyectos poco rentables o deficitarios, la escena indie considera imposible dejar de producir. Frente a la pregunta “¿por qué es que siguen sacando discos, si pierden plata?”, el razonamiento de los editores independientes suele ser el siguiente: alguien tiene que hacerlo.
En diciembre del 2001, la venta de discos en la Argentina había caído un 32 por ciento con respecto al mismo mes del 2000. Hoy, el porcentaje es mucho mayor. Musimundo, tiempo atrás dueño del 50 por ciento del mercado discográfico, cerró varios locales y dejó de comprar discos a algunas compañías. Tower Records bajó sus ventas en más del 30 por ciento, por efecto de la piratería y el bajo consumo: por cada dos discos truchos, se vende uno oficial. Grandes sellos rescindieron contratos con grupos populares –caso testigo: Los Pericos se fueron de EMI–. Estos datos configuran una realidad totalmente distinta en la industria de la música en la Argentina. Una industria que, tras la debacle económica, inevitablemente tiende a reorientarse –”a refundarse”, dicen algunos– acorde a los nuevos tiempos. Como efecto del nuevo mercado paralelo generado por el auge de las copiadoras de CDs, la posibilidad de bajar Mp3 y la crisis de las bocas de expendio concentradas, las grandes compañías les están dando la espalda a los grupos de rock nacional. Además se estima que, en los próximos meses, varias bandas convocantes se verán en la obligación de romper sus contratos. La situación, entonces, sería también un gran desafío para la gestión independiente. En teoría.
De persistir este ambiente, se abriría un cuadro alentador para los sellos chicos, los independientes, aquellos que pueden afrontar la crisis con ¿menos? riesgos y recibir bandas grandes con pase libre. Claro que, en plena depresión económica, las visiones al respecto varían. Veamos. “Como sello chico tenemos chances de trabajo mucho más artesanales que las multinacionales. Estamos hablando con grandes grupos de rock que quedaron desvinculados de esas compañías para establecer un vínculo laboral. Ellos te dicen que quieren trabajar con sellos chicos porque creen que, en el contexto actual, tienen muchas más posibilidades de crecimiento. Volvemos a pensar en ese espíritu de trabajo pequeño que las multinacionales no contemplan por una cuestión de estructura. Hay menos ambiciones, pero más futuro”, opina Carolina Terenci, representante del flamante sello FEB, que debutó con la reedición de Por el mismo camino, de La Covacha. Sin embargo, Gustavo de Ultrapop –uno de los sellos más fuertes en el rubro y responsable de la edición de bandas como Cuarteto de Nos, Reincidentes, Exilio Psíquico y Panza– agrega un dato menos alentador: “Es cierto que se nos acercaron bandas importantes, muchas de las que se desvincularon de las multinacionales, pero en este momento el problema es más estructural, porque ninguna compañía puede vender discos en nuestro país. Musimundo y Tower están fundidos”. Sebastián Carreras, de Indice Virgen, todavía no le encuentra el lado positivo a la devaluación, que en un principio –con el encarecimiento de las importaciones– sugería la revalorización de los productos argentinos. “La paradoja, hoy, es que los costos de producción argentinos siguen dolarizados. El disco que le editamos a Francisco Bochatón (ver aparte) está a la venta por debajo del costo. Eso hace que ni siquiera puedas pensar en producir. De todos modos, es algo que se va a definir en los próximos meses. Por ahora, los precios de manufactura están por sobre los precios de venta. Es algo que anula cualquier acción. La alternativa es exportar. Para nosotros es un desafío artístico, porque la música nacional tiene que encontrar una forma para tener algo nuevo que ofrecer, algo original que no exista en otras partes.” La nueva realidad de la industria del disco en la Argentina plantea contradicciones. El ánimo no es el mismo en todos aquellos que trabajan al frente de sellos chicos. Besótico Records, la discográfica de El Otro Yo a la que Cristian Aldana definió semanas atrás como “una pyme de las pequeñas”, logra mantenerse económicamente sólo con la edición de los discos de la banda. El resto de los lanzamientos tiene un carácter más bien vocacional. Otros, como Ultrapop, se mantienen gracias a que producen eventos o distribuyen material de bandas independientes. “Estamos laburando en malas condiciones. No hay créditos, cosa que no pasaba antes, y no hay precios en los insumos. La cadena está cortada. Nosotros zafamos porque vendemos algunos discos en Uruguay y en Chile. Y, si bien acá también vendemos, el margen de ganancia es mucho menor. Si estuviésemos sólo en el mercado argentino, ya hubiésemos cerrado. O estaríamos en casa esperando vender 40 discos para editar otro tanto”, define Gustavo quien, sin embargo, deja una puerta entreabierta al optimismo en el futuro: “Esta crisis se va a notar más dentro de un par de meses, porque las disquerías no están aumentando los precios, y cuando tengan que reponer no van a hacerlo. Toda la industria se va a refundar cuando se acabe el stock en las disquerías y en las grandes compañías. Pienso que los sellos indie van a estar mejor parados, si es que se establece una política cultural adecuada por parte del Estado”.
Rodrigo Ibáñez fue durante 5 años dueño de uno de los sellos indie más relevantes de los ‘90: Frost Bite Records, que editó discos de Fun People y Cadena Perpetua, entre otros. De vuelta en el rubro –ahora como socio de LabelRecords.com– aporta una visión algo más neutral. Cree que la nueva situación de la industria musical quizás favorezca la proliferación de sellos independientes, pero duda de lo beneficioso que pueda resultar para “el bien de la música”. “Cuando comencé con el sello independiente tenía una visión distinta. Pero ahora pienso que no importa por dónde salga el disco. Alcanza con que sea bueno, con que la banda pegue. Si una multinacional edita un disco bueno, que se vende y pega, mueve muchas cosas. En cambio si ellos no editan, como está pasando ahora, y empezamos a editar nosotros, nos vamos a encontrar con los problemas de siempre: publicidad, distribución, etcétera. En este sentido, nosotros podemos editar mucho, pero si las multinacionales no se ocupan en brindar un apoyo logístico o una asociación comercial con los sellos independientes, estamos en la misma de siempre. En cualquier país medianamente desarrollado, sucede al revés: la multinacionales agarran a los sellos independientes que mueven millones de discos y les facilitan la estructura. ¿Cuántos discos podés vender saliendo con el material en la mochila?”
Otra de las variantes tiene que ver con el proceso de fabricación de discos. ¿Es el momento del “hacelo vos mismo...” y en la Argentina? Algunos sostienen que ya no es rentable tercerizar parte del proceso de producción mandando hacer determinadas “partes” al exterior, por lo que podría verse beneficiada la industria nacional. Carolina, de FEB, apunta que son muchos los productores y los dueños de estudios argentinos que están contentos, porque están volviendo a tener mucho trabajo y esto se debe a que, precisamente, mandar hacer un CD a Estados Unidos antes costaba 2 pesos y ahora cuesta 6. Además, como indica Rodrigo Ibáñez, es una gran desventaja tener que hacerse cargo de la importación. “Mandar a fabricar una gran tirada en Brasil te puede salir, por ahora, un poco más barato, pero perdés por el lado de la importación, a no ser que lo hagas por contrabando y evites trabajar en blanco. Y así corrés con la desventaja de que no podés venderles el material a las disquerías grandes”, explica Ibáñez, que está a punto de editar por LabelRecords.com un disco homenaje a Los Violadores. Calcula que para hacer mil copias gastará unos 5 mil dólares. Volviendo a la debacle de las grandes cadenas, reaparece una alternativa que también favorece a los sellos indie: la llegada directa a las cuevas (disquerías chicas o especializadas). “Esta posibilidad, en el medio de esta crisis, configura un gran momento para los sellos chicos. Esto te remite al año ‘89, cuando compraba los discos de Los Auténticos Decadentes o Los Ratones Paranoicos, que editaban sellos independientes. Se está repitiendo eso: los sellos indie tienen más éxito a nivel difusión”, opina Carolina. También se está haciendo costumbre ofrecer los discos vía mail, una iniciativa que reconoce como pionero al sello de Fernando Kabusacki y Santiago Vázquez –Houses Record– y que también implementó la gente de Ultrapop. “Estamos desarrollando alternativas de venta directa al público vía mail y también en nuestras oficinas en Unione y Benevolenza. Son métodos rápidos y eficaces para conseguir dinero fresco, teniendo en cuenta que hay que pagar todo el proceso de fabricación al contado y en dólares, con lo cual el proceso se hace más lento y encima los discos los cobramos tarde”, sostiene Gustavo.
NEMS y Sum Records reflejan otro costado de la producción discográfica en menor escala. Ambos sellos se beneficiaron en los últimos años porque adquirieron los derechos de edición de discos extranjeros y dejaron de apostar a la edición de grupos locales. En el caso de Sum, todo el material a editar se importa desde Brasil. “Hace dos años que el sello no fabrica nada en la Argentina, porque sencillamente no nos conviene”, dice Matías Serra, ejecutivo de la compañía. “Si vos fabricás en la Argentina, tenés que hacer como mínimo 300 unidades. Nosotros, por haber conseguido los derechos de edición, podemos traer de Brasil 25 o 50 unidades de productos chicos o no conocidos de heavy metal u otro género afín, y reponer según la cantidad que se venda.” Gabriela Fisti, de NEMS –sello cuyo catálogo llega a los 300 títulos– agrega: “El mayor negocio nuestro hoy es comprar los derechos de grupos europeos –Blind Guardian, Rhapsody, etc.– para editar y vender sus discos en América. Nosotros vendemos los discos a los mayoristas de afuera a 8 dólares. Si no vendiésemos a Latinoamérica, no estaríamos tranquilos. No podríamos seguir existiendo. Sin embargo, algo distinto está pasando en el país porque, debido a la devaluación, ya no llegan CDs importados y, por lo tanto, la gente está empezando a comprar discos de fabricación nacional, cosa que no ocurre desde hace muchos años”. NEMS, además, edita a algunas pocas bandas de heavy metal nacionales, como Azherot y Beto Vázquez Infinity. “La edición de estos grupos nos cuesta 4 mil dólares por una tirada de 1500 CDs”, sostiene Gabriela. “Los discos se graban acá, pero se mezclan en Alemania, por eso nos sale más caro. De hecho, se nos cayó el contrato que teníamos con Horcas, porque la banda nos pedía 5 mil dólares para editar sus discos y la realidad es que nos conviene comprar los derechos de una banda de afuera por menos de la mitad.”