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POR JAVIER AGUIRRE
A diferencia de los cultores bonaerenses del hip hop, Pat Agónico nunca se bajó de Internet obras de artistas estadounidenses del género, nunca usó gorritos ni musculosas de la NBA y hasta presume de ignorar que Spinetta tiene hijos. Si bien en uno de sus versos más reconocidos define a la Norteamérica negra como “la pachamama del rap / del blues y la Seven Up”, la inspiración del rapper con más proyección del Cono Sur no proviene de los Estados Unidos sino de su propia tierra, la Patagonia. Nacido como Patricio Agonikoff en Rawson –”Róson”, como él pronuncia, haciendo gala de sus ancestros galeses por vía materna–, y luego de una infancia con poca contención paterna (su padre regenteaba mesas de dinero y asesoraba a petroleros vinculados con el poder político de Santa Cruz), Pat descubrió el poder de la palabra (rapeada) gracias a la cruda soledad de los inviernos chubutenses: hablaba solo hasta entrar en calor y evitaba así al usual flagelo patagónico del congelamiento labial.
Desde su debut escénico, en el 2001, cautivó a la escena under-hip hopera de Chubut; que es under de verdad. “Soy Raw-son, ‘hijo del crudo’ / petróleo que me parió. / Si el rap es para boludos / tremendo boludo soy”, dice, apelando a lo que él llama la “falsa aceptación de la boludez”, en un pasaje de la genial El blues es peor que el pus. La originalidad de la obra de este MC austral no yace sólo en sus feroces versos: no los espeta sobre bases ni scratches convencionales sino encima de unas grabaciones artesanales que mezclan sonidos del viento del Atlántico con desgarradores balidos de cordero patagónico.
Su primer gran golpe fue Tehuelcheto, composición que saca a la luz la aparición de un nuevo grupo social en Chubut, el de los aborígenes que gozan de bienestar económico y cambian los ponchos y las reservas por las camionetas 4x4 y los countries. A pesar de ser ignorado por la prensa (“Pat Agónico es un rapper del que poco se sabe”, informa el diario Río Negro en su último balance anual sobre hip hop patagónico), la mínima rotación radial que consiguió con Tehuelcheto le brindó cierto prestigio entre artistas consagrados del hip hop chileno, como Tiro de Gracia, Eminencia y Vainilla Huevón. Al cierre de esta edición, Buenos Aires aún no tenía oídos para él. ¡Transgresor!