Jue 03.03.2005
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POSTALES DE NORBERTO “PAPPO” NAPOLITANO

“Eh, boludo... ¡Escuchen! Me rompí el orto para hacer este tema”

¿Qué más se puede decir sobre Pappo, después de todo lo dicho en estos días? El músico más visceral del rock nacional dejó una historia plagada de increíbles aventuras que perdurarán en el tiempo. Para homenajearlo, el No preparó un especial con anécdotas (conocidas e inéditas) de un hombre franco de sórdidas palabras, que se estaba viniendo viejo, pero no perdía vigencia. Fue preso por comer panchos, se peleó con Spinetta por una guitarra, alumbró un show con las luces de un fitito, se hizo el muerto, rompió todo, obligó a Botafogo hacer de él, trompeó a un músico y le tiró dos pesos: “Tomá, para que te compres una cara nueva”, le dijo. También gritó la frase de este título. ¿Qué más?

Una tarde muy calurosa del verano del ‘68, al finalizar el ensayo del incipiente trío Manal en casa de Alejandro Medina, Javier Martínez llevó a Claudio Gabis a otro ensayo en un teatro “independiente” en el centro de la ciudad. Allí se reunían varios músicos conocidos para preparar lo que sería Alma y Vida. Iban a escuchar a un joven guitarrista que “prometía mucho”. Cuando llegaron, Claudio Gabis vio por primera vez a Pappo, un flacucho arrodillado en el escenario, golpeando e insultando a un pedal que sostenía en las manos y amenazaba con arrojar lejos. El Carpo estaba en cueros (la sala era un infierno) y parecía contrariado. Cuenta Claudio Gabis: “Nos presentaron mutuamente como guitarristas de blues y entonces él preguntó: ‘¿Sabés algo de distorsionadores? Compré éste, anduvo fenómeno una semana y ya no funciona más’. Lo tomé y busqué cómo abrir el portapilas. ‘¿Le cambiaste las pilas? –pregunté yo–. Puede ser que se hayan gastado’”. Pappo miró atónico a Gabis y, con su típica carcajada carpiana, esa que asustaba pero nunca mordía, contestó: “Qué delirio... No tenía ni idea de que este relajo funcionara con pilas”.

Rock & pancho
Un día de 1970, Pappo y Black Amaya estaban comiendo panchos en Chacarita, cerca de la estación. Tenían el pelo largo y la vestimenta desentonaba con esa época de Buenos Aires. La Federal los detuvo, en la comisaría 26ª, por averiguación de antecedentes. “Tuvimos que pagar lo que no comimos y nos dejaron 48 horas adentro del calabozo por el pelo largo”, cuenta Black Amaya al No. En una pared del calabozo, Pappo talló la frase que sería un clásico de su primer disco: ¿Adónde está la libertad?
Su primera banda fue Los Buitres y estaba compuesta por un tapicero, un médico y un psicólogo de La Paternal. A Miguel Abuelo y a Litto Nebbia les taladró el cerebro para rockerizar a él y a Los Gatos. Según Pappo, Miguel Abuelo lo terminó echando. Litto Nebbia pasó de sus furiosos riffs (Mamá Rock, Mujer de carbón, Rock de la mujer perdida) a distanciarse del Carpo cuando machacó con el R&B. Pappo se fue en 1970. “Litto quería seguir con su línea. Me voy de este barco, está todo bien. Seguimos siendo amigos”, sostuvo en Rolling Stone del 2000. Entró en Manal: pero el piano –¿cómo reemplazar a Claudio Gabis, su primer ídolo argentino?– no era lo suyo.
Billy Bond y Jorge Alvarez vieron su futuro en el blues. Siguió un fugaz paso por La Pesada del Rock and Roll, zapadas con Luis Alberto Spinetta y una duradera amistad con el baterista Black Amaya. Con Pappo's Blues su primer bajista fue Vitico, aunque quedó pegado a David Lebón, recién llegado de Estados Unidos. “Me decían ‘el Yanqui’, nadie me conocía. Una noche toqué en Manzana, un boliche de Billy Bond, me escuchó Pappo y me dijo: ‘¿Querés tocar conmigo?’. Dije: ‘Bueno, conseguí laburo’”, cuenta Lebón.
Con Amaya y Lebón, Pappo grabó Volumen I (El viejo, El hombre suburbano y Algo ha cambiado). Debutó en un cine Metro colmado de firestones. Uno de esos fieles, un tal Cacique, oriundo de una villa de Quilmes, fue el primer plomo del grupo. A mediados de 1971, el trío dio un recital en el Teatro Astral, cuyo telón era de un bellísimo terciopelo verde. Cacique pasó el show con un ojo en la guitarra de Pappo y el otro en el telón verde, pero cuando terminó el recital nadie advirtió lo que sucedía: “A los 20 días, Cacique nos invitó a un boliche cerca de su casa y, cuando llegamos, tenía un pantalón tipo Oxford ¡de terciopelo verde! Con Pappo y David nos reímos tres horas sin parar”, cuenta Amaya.

La guitarra de Spinetta
En 1970, Spinetta se hizo amigo de Pappo. Un tiempo, el Flaco tocó el bajo en zapadas caseras, pero el Carpo desistió de incorporarlo a su proyecto porque Spinetta tenía “otra idea” musical. “Era cultivado y le gustaba la poesía de Rimbaud, aunque con el Carpo leíamos Patoruzito o El Tony”, cuenta Amaya. Pero Spinetta y Pappo no se pelearon por música. A diferencia de Sui Generis, Pappo aceptó a Almendra. Con el ‘Flaco Mamadera’ vagaban por la calle y compartían zapadas”, dice Amaya. De ahí surgió El parque, que Spinetta grabó con Pappo, Pomo y Black Amaya para el primer disco de La Pesada.
También incluyó en su disco Spinettalandia y sus amigos (1971) dos temas del Carpo: Era de tontos y Castillo de piedra. Los había unido una guitarra y eso los distanció. En busca de nuevos horizontes, Spinetta se fue a Francia y, como gesto de amistad, le regaló su guitarra a Pappo. El Carpo la dio como parte de pago por una Les Paul con la que se había calentado en Madrid, durante su primer viaje a Europa. “Con un regalo podés hacer lo que quieras”, respondió. Treinta y tres años después, en junio del 2004, dijo a Página/12: “Spinetta hizo rock cuando empezó. Pero ahora tiene su propia música. Solamente lo hizo con Black y David. El siempre fue así: lo conozco desde que nació”.

El fitito de Las Flores
En 1972, luego de editar el genial Volumen II (Desconfío, Llegará la paz, Tren de las 16 y Solitario Juan), Pappo viajó fugazmente a Europa y, además de vender la guitarra de Spinetta, perdió a Lebón y a Amaya en el camino. Amaya y después David se integraron a Pescado Rabioso. Al regreso, Pappo no dijo nada. Convocó a un viejo amigo de sobrenombre Pomo, que había conocido en los primeros Abuelos de la Nada, y a Machi Rufino, con quienes grabó Volumen III, que pasó a la historia con Sucio y desprolijo, Sandwiches de miga y Pájaro metálico. “Cuando terminábamos los shows, nos juntábamos a comer con los de Pescado Rabioso y Aquelarre, en un restaurante tipo bodegón en Belgrano. Pappo hacía un personaje que llamaba ‘Sospechoso’ y era muy gracioso”, cuenta Machi.
La formación fue tan intensa como efímera. Cuando Pomo y Machi se fueron, Pappo debió improvisar formaciones para cumplir con los shows pactados: una fue con Pablo Fernández en batería y un plomo jovencito que tuvo que trocar guitarra por bajo para salvar al Carpo: Miguel Botafogo. Debutó en mayo de 1973 en Las Flores de Lanús, un cine de barrio muy cerca de Valentín Alsina, que en los ‘90 sería devorado por los shoppings. “El cine se quedó sin luz en medio de un solo de batería interminable y, para no cortar la onda, alguien entró un Fitito a la sala para iluminar el escenario. Pappo dijo ‘sigamos’ y el solo duró hasta que la luz volvió”, contó Botafogo, en Página/12. Poco después, Lebón y Amaya, Alejandro Medina e Isa Portugheis –ex La Pesada– grabaron, en Volumen IV, Con Elvira es otra cosa y Fiesta cervezal.

Cuando Botafogo fue Pappo
En 1975, después de Triángulo (Malas compañías, Hubo distancias en un curioso baile matinal), Napolitano se fue a Suiza, Italia, Alemania, Inglaterra, España y Holanda. Zapó en pubs lúgubres de Londres con Peter Green, fundador de Fleetwood Mac que estaba de regreso de un viaje místico con Jeff Beck, y con Lemmy Kilmister y Fast Eddie Clark, en los albores de Motorhead. Cuando volvió, quiso aplicar un plan pesado, pero no salió: ni en Pappo’s Blues VI, ni en Aeroblus (zafan Sofisticuatro o Completamente nervioso) pudo tornar su música más pesada. “Mi expectativa era sudar alegremente.

Lamento decir que escuchar este disco de Aeroblus me dejó terriblemente deprimido”, dijo Pappo al Expreso Imaginario en 1977.
Luego de editar Volumen VII protagonizó en Europa dos situaciones insólitas. Un día, en el baño de un pub inglés, vio venir a Miguel Abuelo –en su largo exilio– y se desparramó en el suelo como si estuviera muerto. Miguel lo reconoció, rodeado de personas que intentaban socorrerlo. Empezó a gritar desesperado: “Es Pappo, se está muriendo. ¡Es Pappo!”, sin que nadie entendiera. A los cinco minutos, Pappo se levantó y le pegó un abrazo tremendo. Miguel permaneció blanco unas cuantas horas.
Tiempo después, Pappo giró por varios pueblos de España, pero se cansó y se aprovechó de Botafogo. El Carpo “se escapó” a Barcelona y Botafogo... ¡tuvo que hacer de Pappo para cumplir con el contrato! “Tenía un terror enorme de que algún argentino me descubriese. Medio de coté puse la jeta, porque era el único que sabía tocar la guitarra y los españoles, por suerte, me gritaban ‘grande Pappo’”, cuenta Botafogo.

“Me voy. Chau loco”
A fines de los ‘70, la compañía de los últimos discos de Pappo’s Blues lo intimó a grabar otro, pero el guitarrista lo rechazó con un telegrama definitivo: “Me voy. Chau loco”. Partió a Inglaterra donde escuchó AC/DC y retornó con furia. El 14 de noviembre de 1980 debutó Riff en el IFT de Once y pronunció una frase famosa: “Adiós Pappo’s Blues, bienvenido Riff”. La gente insultó a Juan García Haymmes, el vocalista. Pero nada sería igual después de Riff. “Todo estaba descontrolado. Los milicos desaparecían gente. Riff salió para darles caño a los militares. Yo tenía un amigo en el barrio que desapareció y nunca se supo más de él. Por eso las letras hablan del apocalipsis y las máscaras de gas. Riff fue una patada en los huevos para muchos”, contó Pappo a P�gina/12.
El primer disco fue Ruedas de metal (Mucho por hacer, No detenga su motor), el segundo Macadam 3’2’1’0 (La dama del lago, Profanador de tumbas) y, previa internación de Pappo, hizo Contenidos (Pantalla del mundo nuevo y Suzy Cadillac). “Creo en el más allá, y en el más allá está el Dios del rock pesado. El emisario para toda América latina soy yo: Pappo, el mesías del rock, (pero) acá a los únicos que les dan premios y que salen en todas las revistas son los melódicos. ¿Y los de rock qué? ¿Somos los tarados? Yo soy un profesional. No hago otras cosas y lo que gano me da para comprarme unas pilchitas, unos disquitos y algún equipo, pero nada más”, dijo Pappo a la Pelo en 1982.

“No deje que su hijo vaya a ver a Riff”
Riff era un grupo de rock popular, enfrentado a Seru Giran. Las diferencias se vieron en el B.A. Rock IV de 1982. Pero la bronca contenida de sus fans, tras años de represión, la convirtieron en una banda de las páginas policiales. En invierno (apenas terminada la guerra de Malvinas) tocaron en Unión de Santa Fe con un foso en el medio, bomberos y policía con perros; en La Falda –según Boff– había francotiradores en los alrededores “por si las hordas metálicas bajaban de las montañas”, y en Jujuy una asociación de padres hizo rodar folletos que decían: “Señora, no deje que su hijo vaya a ver a Riff”. “Si seríamos un grupo de folklore hablaríamos de la baguala, de la salamanca (sic), del diablo, de mandinga, de los ríos, de la luz mala; pero no somos un grupo de folklore sino de rock, y por eso hablamos del apocalipsis y de mujeres, pero no avalamos la violencia”, contó Pappo. Riff se disolvió por primera vez en 1984, según Pappo, porque le tocaron el culo a la mujer del manager.

Con el traje del rey (desnudo)
Hasta 1991, la carrera de Pappo fluctuó entre reapariciones espontáneas de Riff (Riff VII con Vitico, Oscar Moro y JAF), detenciones por desórdenes en la calle –patear tachos de basura, por ejemplo– y algunas formaciones como Hoy es Hoy, que editó Pacto diabólico en 1986 o The Widows Makers, que formó en Los Angeles en 1989 y presentó aquí en el boliche Satisfaction. Reapareció en 1991, cuando BB King lo invitó a tocar en el Luna Park. King lo conocía de cuando Pappo le regaló la horma de queso en Buenos Aires y alguna vez, hacia fines de los ‘70, lo había invitado a Las Vegas. Al final de su show, Pappo, muerto de calor, se tiró a la pileta de Obras y alguien le avisó que King lo estaba llamando. Salió de la pileta, se quiso poner los pantalones de cuero, pero como estaban mojados no le subieron. Se puso una camisa larga y fue a tocar ¡en culo!, pero contento.

Nadie se atreva
El ‘92 fue un gran año para Pappo. Pegó el hit Mi vieja (de Sebastián Borensztein), compuso Blues local y resucitó al Riff original con Zona de nadie (El forastero, Sube a mi voiturette). Al año siguiente se subió al Madison Square Garden con BB King, llenó dos Obras, formó la Juanse Pappo Roll Band, cuando un camión de soja lo detuvo en Ruta 9. Manejaba rumbo a Villa María con el baterista Gustavo “Bolsa” González, Roxana Santorelli y el bajista Sebastián Link, cuando se tragó un camión “sin luces” que frenó delante suyo. Un reflejo milagroso le salvó la vida al pegar el volantazo. El coche se incrustó en las gomas del camión y no debajo. Terminó en el hospital con la nariz fisurada y la pelvis fracturada. “De pedo no me metí abajo. A mí no me gusta hacer juicios, pero a éste se lo voy a hacer”, dijo a la revista Under Stone. Recuperado, tocó con Edgar Winter en elGran Rex y fue invitado por Carmine Appice y Tim Bogart para reemplazar a Jeff Beck en el trío formado en Los Angeles.

Algunos deslices
“Yo no puedo ser fashion nunca. ¡Si soy una bestia! Hasta me quisieron dar el Martín Fierro por Carola Cassini. ¡Una payasada!” A poco más de un año de Caso cerrado (Algunos deslices, Tomé demasiado) y de regresar con Riff para ser telonero de Motörhead en el Rock & Horses del Hipódromo de La Plata, Pappo intentó ser actor. Tentado por Adrián Suar, hizo de músico y fierrero en Carola Cassini, pero se pudrió. “¿Cómo me van a premiar por hacer de mí mismo?”, dijo. Nunca más se lo vio en un set.
Pero la farándula y la política lo engolosinaron: no sólo el ex de Susana Giménez (Corcho Rodríguez) le bancó Buscando un amor (su último disco); también coqueteó con el Tata Yofre, director de la SIDE durante el menemismo. Pappo contó a la Rolling Stone en el 2000 que lo había conocido por Tito (viejo plomo de Pappo’s Blues) y que le interesó trabar relación porque tenía una gran colección de blues. Cuando visitó por primera vez su casa, Pappo se encontró con paredes cubiertas por CDs de blues y dijo: “A éste lo voy a cagar”. Pidió un disco raro de Muddy Waters. Yofre agarró una escalera, subió unos metros y lo encontró enseguida, sin dudar. “Qué hijo de puta”, dijo. “Después salieron a decir que me había juntado con el poder; un montón de boludeces hablaron”, dijo Pappo.

Pappo y DJ Deró
La mejor intervención televisiva de Pappo fue en el 2000 en Sábado Bus, conducido por Nicolás Repetto. En un rincón él, en el otro DJ Deró. En el medio, Repetto. Deró brindó: “Por toda la gente que sale los fines de semana a bailar y porque la escena dance siga triunfando en el mundo”. Pappo: “Yo brindo porque la música tocada en vivo por seres humanos triunfe”. Repetto: “Bueno, Pappo, los DJ’s también tocan”. Pappo: “¿Ah, sí? Ahora resulta que uno se pasó toda la vida estudiando un instrumento, viene otro, enchufa todo y te quiere hacer creer que toca”. Deró (a Repetto): “Así como yo respeto que él toque la guitarra, yo toco los discos”. Pappo: “Conseguite un trabajo honesto. Vos tocás lo que otro grabó. Ojalá que pierdas el auto”. Días después, cuando en la desaparecida FM Supernova le preguntaron por qué había ido, Pappo respondió: “Porque quería ganarme el auto y porque las minas que bailan están bárbaras”.

Trompadas, Spinetta y Charly
“Me pasó a mí como le pudo haber pasado a cualquiera. Ni estábamos hablando, fue una cosa de matoneo. No le hice nada, fue una jugada del destino. Típico: estás en un bar, mirás a un tipo, él te mira, vos lo volvés a mirar, y ya estás en problemas. Así matoneó. No le perdí aprecio en lo artístico, pero se mandó una re-cagada.” Lucas Martí relató al No hace tiempo la noche en que Pappo le pegó una trompada en el bar Concepto de Palermo Viejo, en septiembre del 2002. Cuando efectuó la denuncia, el entonces líder de A Tirador Láser agregó que, después de la trompada, Pappo le dio dos pesos. “Tomá, para que te compres una cara nueva”, le dijo.
Pappo lo negó, después lo aceptó. Pero se llevó el enojo de Spinetta –padrino de Lucas–, cuando lo de la guitarra había quedado en el tiempo. Hubo tensión entre ambos en La Falda ese año: Spinetta tenía que cerrar la última jornada, pero hubo un cambio de horarios para evitar que se cruzaran y terminó cerrando Pappo. Una paradoja del destino hizo que Charly García –a quien Pappo había tildado siempre de blando– terminara más cerca no sólo por haber compartido un set de antología en el Cosquín Rock sino por el sentido testimonio de Charly aparecido en este medio días atrás, más cerca que del Flaco, aquel viejo amigo que había estado a un paso de tocar el bajo en el primer Pappo’s Blues, cuando las cosas eran distintas.

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