INFORME ESPECIAL: ¿COMO SIGUE LA MANO DESPUES DE CROMAÑON?
El show continúa: va a ser difícil discernir entre la “caza de brujas” hacia las bandas y las medidas para disfrutar los espectáculos sin correr riesgos. En estas páginas, un panorama sobre el costado más independiente del movimiento que sufrirá en directo los efectos colaterales de la peor tragedia no natural de la historia argentina.
› Por Cristian Vitale
Todos los boliches
van a mandar a la mierda a las bandas porque ya no les convienen. Fabián
Ghía, cantante del grupo espacial Club Astrolabio, recibió este
comentario de un inspector de la Municipalidad y lo que Gustavo Cordera había
denunciado en el Gesell Rock: la caza de brujas. ¿Será así?
Fui al Podestá, para nosotros un lugar importante, y con tristeza
vi que el escenario está copado por sillas y mesas agrega Fabián.
Los dueños me dijeron que ya no se va a poder tocar más. Tocábamos
ahí una vez al mes, nos pagaban religiosamente y con eso financiábamos
nuestros discos, la sala y gastos. Ahora nos vemos complicados y sin saber qué
hacer. Sea o no caza de brujas, ese ánimo sobrevuela las bandas
de rock en la época post-Cromañón.
Por tomar números, sólo abrió un 10 por ciento de los 5
mil boliches que existían en Buenos Aires hasta el 30-D, y sólo
unos pocos como el Luna Park, Obras, La Trastienda y El Teatro abrirán
sus puertas nuevamente al rock. En Capital, este fin de semana se habilitaron
12 discos de las 200 existentes, aunque muchas no volverán a abrir sus
puertas a las bandas. La estadística confirma que la movida rockera no
existió en el verano porteño. Pero ya han corrido ríos
de tinta sobre eso. Va a ser un año durísimo y seguro que
una generación de bandas se va a perder. Si nosotros, que convocamos
2 mil personas,no podemos conseguir un lugar, no quiero imaginar donde irán
bandas como Satan Dealers o Mal Pasar, dice el Chino de Cadena Perpetua.
El panorama no sólo arrastra músicos sino también trabajadores
-sonidistas, asistentes, iluminadores que también están
pasando un momento aciago. Hay gente que la pasó mucho peor por
Cromañón. Lo nuestro es un detalle, aunque importante para nuestras
vidas, en un año que se perfila complicado, salvo para las grandes productoras,
opina Daniel, de Satélite Kingston.
Ello vendrá
Luego del letargo
veraniego, las bandas under comenzaron a agruparse y a tender estrategias para
contrarrestar la abstinencia rocker. Todos los locales habilitados con
músicos en vivo antes de la tragedia pueden reanudar su actividad, insistimos
en la gestión ante los empresarios para que devuelvan los puestos de
trabajo. El Sindicato Argentino de Músicos (Sadem) hizo circular
la novedad hace dos semanas, ubicando el foco en la actitud temerosa de los
empresarios del show business y en el celo de los inspectores municipales que
ahora, en un vuelco de 180 grados, no dejan el mínimo detalle librado
al azar. En efecto, muy pocos boliches reanudaron la actividad y se prevé
un año festivalero, movidas autogestionadas, zapadas clandestinas en
casas particulares o espacios alquilados, como la que emprendió Eduardo
Sempé ex manager de La Covacha en una quinta de Ranelagh
con cancha de fútbol y pileta.
Cuando llamemos a los dueños de Spell Café o Voodoo van
a empezar las complicaciones. Vamos a tener que generar nuestros espacios,
prevé Hernán Sforzini, percusionista de Holy Piby. Diego, bajista
de la banda punk-rock Smitten, anticipa que también les costará
volver. Lugares como El Teatro o La Trastienda son muy caros, y Cemento
fue. Se va a complicar. Hay dos problemas clave que se relacionan entre
sí. Por un lado, pocos inspectores se animan a firmar rehabilitaciones
y en los contadísimos casos fue a costa de resignar gran parte de la
capacidad de público. Sforzini informa que Petecos de Lomas
de Zamora pudo volver a funcionar sólo como disco y
para 350 personas en vez de 1500.
Ante el contexto, muchas bandas se están agrupando para sobrevivir. No
hay prejuicio artístico aporta Chary de Loquero porque cuando
empezamos también se nos cerraban las puertas. Y no nos asustamos sino
que generamos propuestas: shows al aire libre, juntadas entre bandas,cooperativas
musicales donde seplasmaban poniendo la imaginaciónen marcha. En
efecto, pese a las trabas, muchas bandas pusieron manos a la obra. En Lomas
de Zamora, el pasado domingo, se juntaron en la plaza varios grupos (La Citroneta,
La Pertuza, La Verdolaga, Rockmama) y definieron: pedir un lugar físico
para tocar libremente, ser informados claramente de los requisitos
que deben cumplir clubes, bares y teatros, y colaborar con los organismos del
Estado para que dichos lugares sean aptos y seguros. Esta
movida es sólo de bandas. No hay empresarios, ni dueños de boliches,
ni autoridades, ni partidos políticos: sólo músicos preocupados
por tocar, cuenta Roberto Arévalo, de La Citroneta.
La comisión de bandas under también tiende tácticas a futuro
para impedir que se sigan clausurando boliches por nimiedades. Nosotros
tomamos conciencia, pero la mayoría de los legisladores no. Parece que
ahora, por salvar las papas, la solución mágica para una súper
seguridad sería clausurar todos los boliches y pubs. ¿Y nosotros
dónde vamos a tocar?, reclama Sebastián Pandolfell de Los
Barriletes Cósmicos. Más concreta fue la iniciativa de otras bandas
independientes de Capital (Eterna Vigilia, Calles Suburbanas, La Lona, Frisdea,
Carcazones, Sin Destino) que se reunieron en el Parque Chacabuco, donde reclamaron
espacios públicos para realizar recitales sin terceros. No
queremos contar con empresarios que lucran a expensas de músicos y público;
y poco aportan al espectáculo. Estamos organizando un corte de calle
con festival de rock para que se conozca nuestro reclamo. Buscamos el modo de
terminar con el negocio detrás del rock y creemos que el mejor modo es
con recitales en lugares públicos y gratis. El Estado debe hacerse cargo
de la seguridad y de la financiación de los eventos, y el beneficio de
la banda será pasando la gorra y vendiendo CDs, dice Tomás
Laza, baterista de Eterna Vigilia.
Las bandas se pusieron de acuerdo para organizar festivales independientes y/o
consagrados, y juntar firmas para presentar un proyecto en la Legislatura porteña.
También entramos en contacto con asambleas barriales que se están
organizando por un reclamo más abarcativo de espacios públicos,
informa Laza. Otra de las movidas contracíclicas tuvo lugar en Road Bar,
donde gente ligada a la cultura under músicos, proveedores, dueños
de boliches, profesores, empleados, revistas under se reunieron para diseñar
estrategias tendientes a defender la libertad de trabajo. Bajo el slogan Muere
el under y violan la Constitución, repudiaron las clausuras. La
medida es arbitraria y afecta a miles de familias que se quedaron sin trabajo.
No podemos aceptar que ocurra, señala Sergio Fernández La
Cruz, uno de los convocantes.
Mea culpas
Algunos protagonistas
del mundo rocker acusaron el duro golpe de la tragedia y asumieron la parte
que les compete. Esteban Cavanna, manager y productor, se cansó de ver
lugares en condiciones extrañas, pero que nunca se le ocurrió
suspender un show. Uno espera con ansias llenar cualquier lugar para ganar
un mango y cubrir gastos. Esto sucede porque aun puñado de grupos musicales
les lleva diez años padecer el under para producir algún resultado.
La mayoría, en cambio, no llega nunca, manifiesta. Para Cavanna,
el problema de fondo se relaciona con las imperfecciones del mercado y enumera
cuestiones coligadas. El mercado permite que un CD cueste 30 pesos cuando
el artista gana menos de 1 peso. Es sabido que las condiciones de higiene y
técnicas de Cemento siempre fueron horribles, pero uno jamás imaginó
que podría producirse una catástrofe, y se contribuyó a
una omisión colectiva.
Entre los músicos también tiene lugar la reflexión. Ariel
Herrera, bajista de Blues Motel, privilegia el lado humano. Es hora de
exigir las condiciones de salubridad. Son pocos los lugares que se acomodan
a las reglamentaciones y podría nombrar más de uno donde por milagro
no seoriginó un incendio, dice Eduardo Grazieadei, bajista de Cadena
Perpetua que se siente culpable. Deberíamos fijarnos en el público,
muchas veces dormimos con eso. Javier Calamaro apela a la historia para
completar el mea culpa del rock: ¿Cuántos de nosotros tocamos
en salas no preparadas para una situación como la del 30/12? La respuesta
es alarmante. Víctor guitarrista de Los Estelares tiende
un camino de espinosas incógnitas, cuyas respuestas tienen olor a futuro.
¿Es el rock improvisación? ¿Cuántos miserables
tendremos que soportar? Deberemos esforzarnos al extremo para escucharla y aprenderla
para siempre, remata poniéndole un nudo de marinero a una cuestión,
cuya respuesta sopla en el viento.
LAS
BANDAS BENGALERAS PIENSAN SU FUTURO
Fiesta sin colores Por C.V. Con todos
los quilombos que tuvimos no queremos hablar, porque si tirás
una opinión enseguida la toman desde muchos puntos de vista.
Hay mucha gente dolida y preferimos decir nada en público. Es
delicado, se excusó ante el No Rodríguez, bajista
de La 25. Las bandas rolingas, barriales, bengaleras, de rock chabón,
o como se quieran llamar, están susceptibles, dolidas y muy esquivas
a declarar en público después de Cromañón.
Nos llamaron de Canal 11, del 13, qué sé yo, nunca
nos buscaron para hacer una nota sobre rock y ahora lo hacen para hablar
de la tragedia, se queja el hombre. Una postura parecida adoptaron
La Covacha, Los Piojos, La Renga o Mancha de Rolando. Distinta actitud
tomó, y con muy buena predisposición, Toti, voz de Jóvenes
Pordioseros. Tomamos una postura de hablar sobre lo que pensamos,
porque nos podría haber pasado a nosotros, pero no nos ponemos
en jueces de nadie. Desde un principio dijimos que nos hacemos cargo,
nosotros estábamos entre los que gustaban del color de la fiesta,
con todo incluido. |
TWEETY
GONZALEZ, Y EL PAIS DEL NORTE
Me pareció ver un lindo bolichito Tweety González, ex tecladista de Fito Páez y actual productor de Emmanuel Horvilleur y Adicta, vivió dos años y medio en Estados Unidos y aporta datos objetivos sobre cómo se maneja el negocio del rock en el país norteño: 1) Todos los lugares tienen en la puerta un cartelito que marca la capacidad máxima al detalle. Por ejemplo, en el famoso Viper Room de Los Angeles sólo entran 88 personas. 2) Todos tienen un tipo bastante grandote pero educado en la puerta con un contador que sabe exactamente cuánta gente hay dentro y no deja entrar a nadie si el cupo está al límite. 3) El público debe esperar haciendo cola en la puerta que alguien salga para entrar (si salís, no volvés a entrar). 4) Los bomberos habilitan hasta los pasillos, que deben tener el paso libre. 5) La puerta de emergencia se abre apenas te apoyás desde el lado de adentro y, para que nadie se cuele, ponen un tipo de seguridad. 6) Cuando el evento es de más de 400 personas, hay seguridad externa contratada adentro y afuera. Te palpan de armas y algo que no es un detalle: menores de 21 no pueden tomar alcohol. 7) Si algún dueño de boliche infringe alguna norma, pierde su licencia y le cierran el local para siempre. 8) Las bandas no usan a sus amigos para seguridad. 9) La policía sólo actúa en caso extremo. 10) En casi todas las ciudades la joda se corta a las 2 de la mañana, y los shows empiezan a horas normalitas tipo 9 o 10 pm. 11) Hay luces de emergencia que se prenden si se corta la luz. |
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