VOLVIO DOS MINUTOS, CON MOSCA (SIN SMITH)
El terror de los bondis
La banda punk rock más entrañable de la escena vernácula acaba de terminar el flamante Superocho. El Mosca es el único que aún habita los recovecos de Valentín Alsina. Aunque el barrio cambió: “Hay pibes en la esquina, pero menos. La mayoría está navegando en Internet”.
Por Cristian Vitale
El barrio de Mosca, apenas a diez cuadras de Puente Alsina, está casi igual que hace 16 años, cuando nació Dos Minutos. A las seis de la tarde, la calle Senador Quindimil es un desfile de obreros que entran y salen de las famosas fábricas de Villa Castellino, también hay mamás que traen a sus hijos de la escuela, y se enganchan en alguna conversación de ventana sobre las novedades del barrio. En la esquina, una barra de pibes minimiza el contexto y hace nada entre vasos de birra y tabaco. “No es lo mismo ser adolescentes en los ‘80 que ahora. Está bien, hay pibes en la esquina, pero menos. La mayoría está navegando en Internet”, reflexiona Mosca. Casi pegado a la casa del fundador y único miembro original de la banda, hay un quiosco que vende cerveza en cantidad, presta envases por si faltan, y tal vez fía alguna. Por una serie de razones, entonces, sigue siendo el barrio ideal para el pibe. ¿El pibe? “Bueno, te ponés un poco más viejo –admite Mosca, menos conocido como Walter Velázquez–, pero igual salimos a petardear. El nivel de bardo baja cuando estamos con nuestras familias y sube cuando salimos de gira, que son como un viaje de egresados permanente. Somos el terror de los bondis de línea.”
–¿Todavía?
–Y, sí. Viajamos pegando en el travesaño. Una vez fuimos a Córdoba y sólo zafamos Pedro y yo de caer en cana. Los demás quedaron detenidos en Rosario. Me desperté en Córdoba y pregunté: “¿Los pibes dónde están?”. Estaban todos en cana. Y bueh: te tomás un par de copetines, te querés fumar un pucho, están todos durmiendo y vos estás rompiendo las pelotas y, ¿qué vamos a hacer?, se arma quilombo. Se pone tenso el clima.
“Tampoco es que vamos disparando por la ventanilla, pero son muy tediosos los bondis de línea”, agrega Pablo. Como el barrio, entonces, el grupo no perdió viejas costumbres. Quedó lejos en el tiempo aquel boom comercial que los llevó a vender 50 mil copias con Valentín Alsina, el disco debut. “Todavía no sé cómo carajo hicimos para vender tantos discos”, admite Mosca. Además, de los cinco miembros originales, todos oriundos de Alsina, sólo persistió don Mosca, y cuatro de los cinco actuales (el resto son Pedro, Monti, Pablo y Papa) tienen hijos, no viven en Alsina y bordean (cuando no pasan) los 30 años. Pero, al parecer, lo esencial resistió, aunque no es invisible. “Lo que cambió es que estamos más viejos y hechos mierda, yo tengo un nene –el Súper Mosca, de 14 meses– y estoy más responsable, pero como músicos seguimos haciendo lo mismo. La esencia es el viejo y querido punk rock”, insiste.
–¿Cuánto le quita en identidad al grupo que ninguno de los que lo integran, salvo vos, vivan en Alsina?
–Pienso que por más que nazcas y vivas en Las Heras y Salguero, podés tener alma de barrio también. No importa si sos del supercentro, de González Catán o de La Plata. Es cierto que fuimos los primeros punk rockers de la zona, y que eso nos daba una identidad, porque la tradición barrial era rolinga o rockera. Cuando yo era pibe, acá la gente escuchaba Deep Purple, Stones, Zeppelin o Floyd a full... eran unos loquillos volados. Pero ahora está lleno de pibes chorros, de esos del “se te ve la tanga”, y eso da lugar a identificarnos como los viejos rockers punk de Valentín Alsina. Cuando nacimos éramos los bichos raros, pero hoy ya somos clásicos. Acá tenés otro cambio. A mis amigos les ponía discos de Ramones o Clash y me decían: “Eh, Mosca tomatelaaá”; ahora ya no.
Exceptuando Mosca, el más antiguo de los actuales Dos Minutos es el bajista Papa. El resto se fue integrando después del momento cumbre de la banda –entre Valentín Alsina y Postal ‘97–: Pedro vive en Once, Monti en el Abasto y Pablo en Palermo. No es muy preciso, pero desde que la banda fue mutando de integrantes, algún aire es distinto. Dos Minutos de advertencia (1999) marcó un quiebre en las letras y Superocho –flamante octavo disco– ratifica esa senda. “Ya dejamos la temática de la esquina, la birrita y la policía, pero no porque pensemos distinto sino porque ya quedó re-claro en los primeros cuatro discos. Nos seguimos inspirando en la vida misma, en algunas cosas personales o cercanas”, confirma Mosca.
“Yo creo que la banda hace lo mismo de siempre, pero de otra manera -interviene Pablo–. No sé si peor o mejor, pero distinto. También cambiaron las historias de las canciones, ya no es tanto ‘ey, policía y pelear y pelear’. Quizás en los primeros discos el perfil antipolicíaco y cervecero estaba más acentuado. Igual la cana nos agrada poco y la cerveza cada vez nos gusta más.” Superocho tardó mucho en salir. Tenían pensado editarlo en el 2002, cuando la banda todavía pertenecía a DBN, pero la crisis económica precipitó la ruptura del contrato y el pase a Tockadiscos, que lo terminó editando a fines del 2004.
Dice Mosca: “Pasó mucha agua bajo el puente. Superocho iba a salir cuando gobernaba ribotril De la Rúa y DBN nos dijo: ‘Si quieren sacar un disco, hagan los temas nuevos en vivo’. ‘Pero qué, ¿sos vivo?’, le contestamos y nos fuimos a la mierda”. El nuevo disco tiene 16 temas certeros y fugaces, como siempre, y fue grabado en tiempo record: 10 días. Cinco de grabación y cinco de mezcla. “Lo hicimos en un pedo líquido, porque era el presupuesto que teníamos. Pero quedó un buen arsenal de canciones.” El grupo lo presentó en Cemento el 25 de diciembre (“fuimos la última banda punk en tocar ahí. Qué bajón, ya no existe más”, reflexiona Mosca) y circuló por varias provincias en verano.
–¿Ya pasaron los avatares económicos?
–Sí. Estamos bien. Lo que pasa es que no tenemos manager desde que el único honesto, Gustavo Amato, se murió. Y esto es medio hinchapelotas, porque te tenés que dedicar a componer y tocar, y no andar peleando la guita... pero, bueno, la llevamos como podemos.
–¿Cómo están atravesando el post-Cromañón?
–Y... se está complicando tocar. Ya tenemos las bolas bien hinchadas. ¿Dónde tocan las bandas medianas ahora? Hay mucha gente que quiere ver rock, no ir a bailar a las discotecas. Yo las odio. ¿Dónde mierda voy, loco?