COMIENZA EL TALENT CAMPUS, SEMILLERO DEL VII FESTIVAL DE CINE DE BUENOS AIRES
Antes del comienzo del Bafici, aterrizan de América latina jóvenes realizadores para aprender junto a grandes directores. Desde Chile, Perú, Bolivia, Brasil, Colombia y la Argentina, cuentan al No qué significa para ellos filmar, antes de filmar. Porque después, hacer cine, siempre termina siendo otra cosa.
› Por Mariano Blejman
¿Cómo serán las películas del futuro? ¿Qué pueden aportar los grandes maestros de la cinematografía mundial a un semillero iniciático de latinoamericanos? ¿Para qué sirve hacer cine? Esas serán algunas de las preguntas que realizadores del Sur intentarán responderse en el prestigioso Talent Campus (habitualmente realizado en la Berlinale alemana) que por primera vez llega a Buenos Aires, en el marco del VII Festival Internacional de Cine Independiente. El Talent Campus es un encuentro entre realizadores incipientes y directores consagrados: empieza mañana, justo hasta el comienzo oficial del Bafici, que arranca el 12 de abril. Durante ese tiempo, los seleccionados desean aprovechar su estadía para conectarse con la industria, conocer Buenos Aires, escuchar a los grandes como Chantal Akerman, Eugenio Zanetti o Agnès Godard, de paso hacer nuevos amigos y todo eso gratis.
Luego de las experiencias en India y Ucrania, y pronto en Sudáfrica y Corea, el Talent Campus se traslada a América latina, donde se recibieron 438 aplicaciones de directores, guionistas, fotógrafos, productores para participar. Luego de una ardua y compleja selección, quedaron 66 jóvenes talentos de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela y la Argentina. Esta vez el tema gira alrededor de la relación entre “el cine y lo urbano”. Consultados por el No, los cineastas (que algún día serán grandes) contestaron qué piensan sobre eso de ponerle el ojo a la cámara.
Para el peruano Gonzalo O’Donnell, el solo hecho de viajar a Buenos Aires era motivo para anotarse: “Quiero ver de cerca la industria argentina; una de las más importantes de América. En Perú se producen pocas películas al año, con una calidad muy pobre”. Para O’Donnell, el encuentro aportará un panorama amplio de la forma de “ver cine”. Maria Gutierrez, de Brasil, se presentó en el TC después de haber participado en Berlín. “Fue una gran experiencia, especialmente en el ámbito de la producción. Pero había cosas alejadas de mi realidad. Buenos Aires está más cerca en todo sentido.” Gutierrez quiere contar historias brasileñas, y cree que es una pena que América latina no esté más comunicada entre sí. “Pensar la relación cine-ciudad será muy interesante, porque mi cámara siempre estará en la calle, fuera del estudio.”
El mercado de Bolivia –como casi todos– está profundamente influido por Estados Unidos, según cuenta desde allá Pablo Sirvian. “Estamos un poco aislados de lo alternativo. La única forma de contacto es a través de la piratería. En mi país es difícil hacer cine, sólo se hacen seis largos por año.” Paulo Pécora, realizador de Una forma estúpida de decir adiós (foto) y periodista de la agencia Télam y Haciendo Cine, cuenta que conoció el Campus en Berlín. “Me interesa comparar proyectos a la luz de las enseñanzas que nos puedan dejar cineastas tan grandes como Chantal Akerman y Hugo Santiago”, cuenta al No. ¿Sus motivos dentro del cine? “Contar sueños, recuerdos o visiones oníricas de personajes atormentados.” Alan Goldman, de Montevideo, trabaja como asistente de arte en publicidad. “Esto me permite subir de nivel. La formación en las escuelas de cine adolece de información. Y, aunque puede sonar un poco calculador, el hecho de poder agregar este evento al currículum no viene mal”, se sincera.
Las voces siguen llegando desde toda América latina. Como lucecitas encendidas, dispuestas a destilar celuloide. Desde Chile, Ana Lucía Jiménez comparte su sueño: “Espero el día en que seamos los principales consumidores de las películas producidas por nuestros cineastas”. La realidad paraguaya, en cambio, difiere de la Argentina o Brasil, pero se asemeja a otros países. “Hay que ver qué quieren de nosotros”, dice el paraguayo Augusto Netto. Colombia es un país difícil para todo, imagínense para vivir. Según cuenta Felipe Cardona desde el Caribe, “en mi país decir que uno es director de cine o televisión está mal visto. Las únicas profesiones válidas son abogado, ingeniero y médico. No quiero explicarle a cada persona qué es un realizador”. Cardona se define como amante del absurdo, el surrealismo, lo onírico y la fantasía. América latina es un buen lugar para eso. La posibilidad de estar con realizadores como Chantal Akerman, Eugenio Zanetti o Agnès Godard, es ingresar a las grandes ligas, con quienes trabajan con presupuestos exagerados. Hace poco, Cardona ganó en Berlín un premio con un corto realizado con un celular. “Prefiero la democracia digital y no la plutocracia del celuloide.”
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